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China sigue envejeciendo pese al fin de la política del hijo único

Dos años después del fin de la política del hijo único que durante décadas aterró a millones de mujeres en China, las tasas de natalidad del país continúan cayendo y son ahora los propios ciudadanos los que se resisten a tener un segundo hijo, asfixiados por las presiones económicas.

Según los últimos datos publicados recientemente por la Oficina Nacional de Estadísticas, el número total de nacimientos en China disminuyó en aproximadamente 630.000 durante 2017, en comparación con 2016.

Mientras, el porcentaje de la población de más de 60 años aumentó del 16,7 % en 2016 al 17,3 % en 2017, por lo que las alertas de los demógrafos están encendidas ante el hecho de que la potencia asiática continúa envejeciendo sin parar.

El 1 de enero de 2016 entraba en vigor la reforma legislativa que permitía a todas las parejas chinas tener dos hijos y ponía fin a casi cuatro décadas de estricto control de la natalidad que, según estimaciones, evitó unos 400 millones de nacimientos y acabó causando estragos en la pirámide poblacional.

Atrás quedó la imagen de las niñas abandonadas en cestas a las puertas de orfanatos que desató en los noventa y primera década del segundo milenio una ola de adopciones internacionales.

Hoy China necesita niños que frenen el envejecimiento de su población pero el coste elevado de aspectos como la educación o las nuevas prioridades laborales de las mujeres están frenando a los que quieren tener un hijo y también a los que quisieran tener dos.

«Hay que hacer muchas preparaciones, mucha planificación y hace falta hacer cálculos de lo que te va a costar», contó a Efe Sun Zeyu, un joven de 28 años que tiene una niña y al que le gustaría tener un segundo hijo.

En su opinión, lo más importante para las parejas es que puedan contar «con la ayuda de los padres» para tener hijos porque «se necesita mucha dedicación» y hoy las mujeres quieren trabajar.

«China debería hacer políticas para alentar a la natalidad, prohibir el aborto y solucionar la dificultad de los niños de entrar en las guarderías infantiles», apuntó.

Según numerosas encuestas publicadas estos días por la prensa local, las preocupaciones sobre las finanzas, el impacto en las carreras de los padres o lo complejo de la educación son las principales razones por las cuales las familias dudan en tener un segundo hijo.

Una reciente encuesta del Comité de Trabajo Psicológico Social de Pekín señala que solo el 10,8 % de la población tiene dos hijos y que el 58,6 % desearía estar en esa situación.

Este dato era del 70,4 % en 2001, cuando la política del hijo único seguía vigente y millones de chinos tenían que cumplir las normas por no poder hacer frente a las enormes multas económicas que suponía tener más de un hijo.

Sin embargo, de los 17,23 millones de bebés nacidos en 2017 el 51 % tiene un hermano mayor, 5 puntos porcentuales más que en 2016, algo que para la Comisión Nacional de Salud y Planificación Familiar demuestra el éxito de la política del segundo hijo.

Pero para los expertos en demografía del país esto no es suficiente y China debería desplegar más políticas de apoyo para alentar a las parejas a tener hijos como «reducir los impuestos» u «ofrecer subsidios para ayudar a cubrir los costos de la crianza», sugirió James Liang, profesor de la Universidad de Pekín, a la agencia oficial Xinhua.

Si el Gobierno no hace nada para estimular el deseo de las personas de tener hijos, se espera que la población de China disminuya en hasta 800.000 personas por año en la próxima década.

Y es que hasta ahora la presión del cuidado de los hijos reside en las familias, como cuenta a Efe Ran Ran, una joven de 29 años con una hija.

«Es muy importante si hay familiares que ayudan a cuidar a los niños. Cuando la madre tiene que volver a su trabajo, si los abuelos no están jubilados o no están bien de salud, hace falta buscar a una cuidadora y son muchos gastos», apuntó.

Desde la educación infantil, los niños chinos se ven sometidos a una fuerte presión ante las pocas plazas existentes en los centros públicos que obligan a muchas familias a recurrir a centros privados, con un coste muy elevado.

Por ello, la inversión en educación, especialmente en guarderías infantiles, es otro de los requisitos necesarios que los demógrafos señalan como prioridad necesaria para que China deje de hacerse vieja.

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