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Clinton dominó en un debate con más polémica que propuestas, por Reyes Theis

La polémica y no la oferta electoral fueron los protagonistas del primero de los tres debates entre Hillary Clinton y Donald Trump, que se llevó a cabo este 26 de septiembre y que parece haber tenido un mejor resultado para la ex secretaria de Estado norteamericana.

La Universidad de Hofstra en Nueva York sirvió de escenario. La moderación estuvo a cargo de Lester Holt, un presentador de noticias del canal NBC  de descendencia jamaiquina y conocido por ser el primer afrodescendiente en presentar las noticias en días de semana en Estados Unidos. Trump tenía como rival a una mujer y como moderador a un negro, aquello era un preludio de lo que le esperaba.

El magnate estaba ataviado de impecable traje negro, camisa blanca y corbata azul,  con un pin de la bandera de Estados Unidos, por su parte, Hillary llegó con un traje de pantalón y blusa manga larga rojo que combinaban con el color intenso de su labial.

Los colores usados en su vestimenta quizás respondieron a la deuda que ambos candidatos tenían con su propia campaña. A Trump se le cuestiona las dudas sobre si realmente está preparado y es lo suficientemente reflexivo para ser el mandatario de la primera potencia del mundo, a Clinton nadie le enrostra  falta sapiencia, pero sí de vigor y del fuego necesario para defender sus argumentos, el mismo que le sobra a su oponente.

¿Qué se podía esperar antes del debate? Pues una exsecretaria de Estado presentando su arsenal de ideas y conocimientos adquiridos durante 30 años de carrera política, con propuestas concretas y un Trump tratando de acorralar a Clinton, con sus acostumbradas poses histriónicas, usando la exageración y fustigando tenazmente a su adversaria luego de 8 años continuos de Gobierno demócrata. Así inició el debate, pero la dama, para sorpresa del magnate, fue absolutamente punzante y eficaz en el contraataque, demostrando que también puede sortear el camino de la polémica.

Los minutos iniciales fueron los mejores de Trump. El tema planteado por el moderador fue  cómo lograr la prosperidad. Clinton abrió su exposición  preguntando “¿Qué tipo de país queremos?”  y ofreció enfocar los recursos en la clase media y facilidades de estudio en las universidades.

Trump respondió atacando con fuerza: Apeló a su estrategia de la búsqueda del enemigo externo, responsabilizando a  China que “está devaluando nuestra moneda”   y “usando  a nuestro país como alcancía y nadie está haciendo algo por eso”.

Cuestionó los acuerdos de comercio con México. “La secretaria Clinton ha debido hacer algo y no ha hecho nada”, señaló. Añadió que  “las compañías se están yendo” y atacó directamente a Bill Clinton por el acuerdo comercial Nafta. Entonces puso contra las cuerdas a Clinton al preguntarle ¿por qué lo que propone, no lo ha puesto en práctica en sus 30 años de carrera?

Inicialmente Clinton se mostró como presa débil ante un incisivo Trump, pero tomó bríos y abrió fuegos: “Donald fue muy afortunado, su padre le dio 14 millones de dólares  y él piensa que mientras más ayude a las personas adineradas será mejor”, soltó.

En cambio, propuso que “mientras más podamos invertir en la clase media vamos a estar mejor. (…) Hace 8 años teníamos la peor crisis por los recortes tributarios a las personas adineradas. 5 millones de personas perdieron sus hogares. De este abismo nos hemos recuperado. Vamos a hacer inversiones donde las podamos hacer. No podemos volver a lo que nos ocasionó los problemas” respondió y  tildó de alocadas las propuestas de Trump  lo que encendió su ira: “No he dicho nada alocado”, gritaba incesantemente, interrumpiendo a Hillary.

Desde ese momento, cada intento de ataque de Trump fue respondido con contundencia por la exsecretaria de Estado, que tuvo que gastar el tiempo que debía dedicar a su propuesta, a la polémica.

Además, las preguntas que lanzó Lester Holt, fueron rectas humeantes  para Trump y bombitas bateadas a placer por Clinton. El moderador interrogó al magnate por qué no ha publicado su declaración de impuestos. Trump respondió que se estaba auditando. Pero Clinton incisivamente cuestionó ¿Uno tiene que preguntarse por qué no la muestra? ¿Será que no es tan exitoso como dice?  ¿Será que no es tan caritativo? ¿O no quiere que los EEUU sepan que no ha pagado nada en impuesto? (…) Esto significaría cero para las tropas, cero para la salud. Debe ser algo terrible lo que está tratando de esconder”, señaló.

Trump respondió diciendo que enseñaría su declaración de impuestos cuando Clinton mostrara el contenido de unos correos  que envió siendo secretaria de Estado  a través de una cuenta privada, a pesar que la legislación estadounidense ordena que los correos con información de Estado deben enviarse usando cuentas oficiales.

¿Quiere decir algo sobre el tema de los correos? preguntó el moderador a Clinton: “Yo cometí un error al usar un correo privado, lo pude haber hecho de otra forma y si lo pudiera hacer de otra forma lo haría”, respondió.

En el tema de la política internacional, el aspirante republicano criticó el manejo demócrata de la situación en el Medio Oriente “no debieron haber estado en Irak y la manera como se retiraron fue un desastre”, fustigó.

Pero Clinton contraatacó recordando que “Donald apoyo la invasión a Irak” y que la medida le correspondió a George W Bush no a Obama. Añadió  que  Trump “insulta a nuestros aliados musulmanes”.

El candidato pareció entrar en desesperación, tuvo que aclarar que lo mejor de él era su temperamento y dijo que Hillary Clinton en algún momento había perdido el control. Esto fue seguido por una sonrisa burlona de la candidata demócrata.

La exsecretaria de Estado y exprimera dama mostró además sus dotes de estadista al hacer un llamado de tranquilidad a los aliados de EEUU que pudieran estar nerviosos por el desarrollo de la campaña electoral, luego que Trump señalara que “nosotros protegemos a Japón y Corea del Sur y ellos no nos pagan por ello. Deben protegerse solos, pagarnos o ayudarnos”.

El moderador preguntó a Trump por qué había dicho que Clinton no tenía la apariencia de presidente, lo que pudo ser interpretado como una expresión misógina. Él eludió el tema y hablo de su falta de vigor. Ella retomó y le fustigó que ha llamado cerda a mujeres y le recordó el caso de la exmiss Universo venezolana:  “Ella tiene su nombre y es ciudadana norteamericana, se llama Alicia Machado”, acotó.

El primer debate pudo asemejarse al de una corrida de toros. El toro tratando de embestir en forma torpe, mientras la matadora con gracia daba pasos atrás, dio pases de muleta y reía al público.  Ahora hay que esperar las encuestas para ver la percepción del público estadounidense. Las encuestas hablan de un 10% de indecisos que han estado variando en su intención de voto en los sondeos de los últimos meses y se espera que los debates sirvan para que puedan tomar una decisión definitiva.

En comunicación política se dice que los elementos que permiten concretar el voto son identificación política, simpatía por el candidato, la propuesta y los issues de campaña.

En el caso de esta campaña el aspecto programático parece no haber tenido suficiente impacto. Con ambos candidatos con altas cifras de rechazo, que según varios sondeos supera el 60 porciento y con un manejo débil de las propuestas, la campaña se ha centrado en temas puntuales, algunos de los cuales han sido incorporados quirúrgicamente por los laboratorios de los partidos.

Este es el caso de la migración y la xenofobia, que parecen haber copado la escena mediática y de la cual se ha favorecido Trump, sacando lo peor del alma de los estadounidenses.

Este debate se centró en algunos de esos temas polémicos, acusaciones insultantes, en la descalificación mutua, donde parecía que Trump tenía un escenario a su favor, pero Clinton demostró que también puede jugar en ese terreno.

Ambos candidatos quedaron en deuda con la audiencia, que desea conocer con mayor propiedad cómo resolverán temas fundamentales como la economía y sus retos, la seguridad nacional y la política exterior, pero sobre todo cómo podrán mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de ser electos.

Por los momentos, Clinton, que llegó en situación de empate técnico con Trump, parece haber sacado la mejor parte. Pero todavía faltan dos debates y menos de mes y medio para los comicios y la pésima percepción que los votantes tienen de los aspirantes hace que su intención de voto sea muy volátil. Por tanto, si la exsecretaria de Estado comienza a despegarse, es previsible que Trump apele a su histrionismo para incorporar nuevos issues que lo favorezcan.

Sin duda estamos en presencia de una campaña atípica e interesante.

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