Actualidad Internacional

La ineficiencia judicial expone a Colombia a la inseguridad urbana

La inseguridad crece en las ciudades de Colombia donde parece fuera de control ante una Policía que no es capaz de atajarla y la ineficiencia judicial que provoca que los delincuentes detenidos queden en la calle a las pocas horas.

Los datos son elocuentes en grandes ciudades como Bogotá, donde cada ocho minutos se produce un hurto pese a que su alcalde, Enrique Peñalosa, llegó al cargo hace dos años bajo la promesa de aplicar medidas técnicas y no políticas que redujeran una inseguridad que ya era alta.

Lejos de descender, los hurtos crecen y cada vez son más violentos. Sus consecuencias salpican diariamente las páginas de los periódicos y la sociedad, amedrentada, los padece en una ciudad en la que a altas horas de la noche apenas se ve a un alma en la calle. Sólo en lo que va de 2018 los bogotanos se han escandalizado al ver robos sin piedad en los que los ladrones no dudan en atentar contra la vida de los ciudadanos.

Así sucedió en Kennedy, popular sector de la región capital colombiana, donde un menor de edad fue asesinado cuando le robaban la bicicleta, o en el acomodado barrio de Rosales, donde dos ladrones tirotearon a una mujer embarazada para robarle su vehículo.

La embarazada se debate hoy entre la vida y la muerte, y según los médicos, quedará cuadripléjica, mientras los ciudadanos se preguntan cómo pudo producirse el caso.

Crimen sin castigo

De esta forma, el abogado Jairo Moya, dice, a su juicio, que el principal problema reside en los trámites procesales para llevar ante un juez a quien ha cometido el hurto. «El asunto tiene que ver con que los autores de estos delitos no son procesados de una manera eficiente por los jueces que, ante cualquier circunstancia, evitan iniciar o imponer alguna medida» de reclusión, comentó Moya.

Como consecuencia, «estas personas salen libres con un trámite en 72 horas», también favorecido porque el caso «no es bien presentado ante los jueces» por los fiscales. Explicó que como consecuencia, los delincuentes quedan en la calle y se incrementa no sólo la percepción de inseguridad, sino también de desprotección entre la ciudadanía.

También esa sensación multiplica la inseguridad puesto que, como explica Moya, el delincuente «termina en la calle», no sólo con la posibilidad de reincidir, sino también con la certeza de que «a nivel judicial no va a tener ningún tipo de castigo».

Pero la inseguridad no sólo se percibe en la capital colombiana, ya que en los primeros once meses de 2017 hubo en el país 127.118 hurtos frente a los 99.647 de 2016, una cifra que está infrarregistrada, ya que muchos colombianos no denuncian porque saben que las autoridades no van a hacer nada.

Así sucede en los casos de robos menores como el hurto de celulares, en los que, según detalla Moya, «se requiere que la denuncia penal se presente» para que el caso avance. «La gente no lo presenta por temor o porque pierde mucho tiempo; el policía no tiene donde presentar el caso y termina todo el trámite», sostiene el abogado.

Todo, mientras las autoridades prometen tomar medidas y la vida cotidiana de los ciudadanos empeora cada día.

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