Neves tiene más de 10 puntos que en encuestas
Después de toda una carrera electoral a la sombra del binomio femenino Dilma-Marina, Aécio Neves, del PSDB, Partido de la Social Democracia Brasileña dio un vuelco a lo esperado consiguiendo un sorprendente 33,55% de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil.
Son diez puntos más que le daban las encuestas en la víspera de los comicios. La poca distancia final conseguida por la presidenta, quien sumó un 41,59% (cerca de 40 millones de votos, siete más que Aécio), promete una apasionante segunda vuelta, pues Rousseff tendrá que enfrentarse no sólo a Neves, sino a miles de votos de castigo contra su gestión por presunta corrupción.
Según la Folha de Sao Paulo ya la ecologista Marina Silva apoyará a Neves y se les dará a ambos candidatos igual tiempo en las campañas televisivas.
El sueño de Silva de ser presidenta se desvaneció con el tecleo de los electores en la urna electrónica, como también el de romper la alternancia bipartidista hegemónica desde 1995.
Más de 142 millones de ciudadanos tenían en su mano el destino de Brasil, que también elegía al vicepresidente, 513 diputados, 26 gobernadores de estado y sus correspondientes diputados regionales.
La energía renovadora que se respiró en las marchas de junio de 2013 no se revivió en las puertas de los colegios electorales. Brasil gritó como nunca, pero votó como siempre.
«¡El PT terminó con la pobreza!», exclamaba un padre de familia a su mujer en una panadería del barrio noble de Lagoa, en Río de Janeiro. «Dilma no me encanta, pero desde luego tiene mucho más nivel que sus adversarios», reflexionaba un joven con la camiseta de la selección brasileña también en Rio.
“Hay que votar a Aécio para terminar con la corrupción y el robo de los políticos”, discrepaba su amigo.
A pocos metros de las urnas, las irregularidades de siempre y alguna más. Cientos de presos, incluidos 22 candidatos, por hacer propaganda el día de las elecciones, práctica prohibida por el Tribunal Superior Electoral.
Entre pasillos empapelados de panfletos en todo el país, la imagen de una electora resbalándose al pisarlos y cayendo desmayada. La novedad de la temporada fueron los selfies de campañas, que se desparramaron por las redes sociales pese a su ilegalidad.
