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Perfil: Pablo Iglesias, el indignado que se ve con posibilidades de gobernar

Tras consumar su anunciado «asalto» a la política española y convertirse en líder de la tercera fuerza nacional, Pablo Iglesias se enfrenta a las urnas respaldado por una coalición ampliada, Unidos Podemos, que se ve con posibilidades de superar a los socialistas y ser alternativa al gobernante PP.

Esta posibilidad, que apuntan todos los sondeos, consolidaría la aparición del emergente Podemos, un partido formado por ciudadanos sin vinculación con la política, que en 2014 consiguió cinco diputados al Parlamento Europeo con el compromiso de regenerar la democracia y acabar con la «casta política».

El propio Iglesias rompió el molde del político medio español: renunció al piercing en la ceja, pero mantuvo la coleta, los vaqueros y camisa, y rara vez cae en la tentación de llevar corbata, y se compra la ropa en una cadena de hipermercados.

Hábil orador y ducho en el arte de la telegenia, Iglesias (Madrid, 1978) se presentó al gran público en 2013 como comentarista político en tertulias de televisión, un escenario en el que desplegó un discurso mordaz y reivindicativo que conectó con el desencanto social generado por la crisis económica y las políticas de austeridad.

Pese a esta vinculación, se siente maltratado por los medios y a veces le han pasado factura sus críticas a los profesionales de la información, incluso con alusiones personales, por las que ha tenido que pedir disculpas.

Procedente de una familia de izquierdas, muy implicada en política, Iglesias cursó estudios de Derecho en una universidad pública de Madrid, donde luego consiguió una plaza como profesor universitario de ciencia política, tras doctorarse con una tesis sobre desobediencia civil.

Aunque siempre ha huido de la dicotomía izquierda-derecha, en su juventud fue militante del Partido Comunista, participó activamente en movimientos antiglobalización y en el 15M, un movimiento ciudadano que en 2011 tomó las calles y las plazas de España para reclamar un modo distinto de hacer política y que fue el germen de Podemos.

En su primeras elecciones, Iglesias solía utilizar la frase de Karl Marx: «El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto», para hablar del ascenso de Podemos.

El líder de la formación morada, que reconoce entre sus errores un exceso de arrogancia, ha brindado a las cámaras momentos de pronunciado efectismo como la vez que regaló a Felipe VI en una visita al Parlamento Europeo― las primeras cuatro temporadas de «Juego de Tronos», con el objetivo de mostrar al monarca algunas claves «para entender la crisis política en España».

Iglesias ha pasado de un perfil antisistema y más radical con el que irrumpió en la escena política a una imagen más «presidenciable», en el que cuida sus gestos, ha aumentado el tono de cordialidad y tiende la mano a los socialistas para formar Gobierno.

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