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Conferencia Episcopal da lectura a un comunicado en defensa de los Indígenas

El vicario apostólico de Puerto Ayacucho, Monseñor Ángel  Divasson dio lectura a el documento “Amazonia venezolana, los clamores de la tierra y de los pueblos exigen respuestas”  en las instalaciones de la  Conferencia Episcopal Venezolana (CEV).

“Nos hacemos eco de las numerosas denuncias de los pobladores de esta región sobre todo de las organizaciones indígenas que protestan en defensa de sus derechos como lo determina la constitución nacional”, manifestó el monseñor Ángel Davisson.

A continuación el comunicado:

 

VENEZOLANA: LOS CLAMORES DE LA TIERRA

Y DE LOS PUEBLOS EXIGEN RESPUESTAS

Los integrantes del Comité Central de la Red Eclesial Amazónica (REPAM) renovados por la celebración de la Resurrección de Jesucristo, que renueva en nosotros la alegría y la esperanza, pero al mismo tiempo conscientes de los profundos desequilibrios e injusticias de la sociedad actual, en nombre de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) queremos compartir con las comunidades cristianas y con la ciudadanía en general algunas inquietudes sobre situaciones y peligros que nos amenazan, y reconocer, también, signos de esperanza que invitan al compromiso.

 

Situaciones que amenazan y cambios de política minera en Venezuela.

Se le está imponiendo a nuestro país una orientación, en contra de lo que determina nuestra Constitución, que ha generado y agudizado situaciones insoportables de hambre, pobreza y miseria, inseguridad ciudadana, emergencia sanitaria, persecución política, migraciones arriesgadas porque se ha desdibujado, sobre todo para los jóvenes, un horizonte de futuro digno en nuestra patria… Es una experiencia que la mayor parte de la población sufre día a día, aunque haya quien no quiera verlo o que busque excusas y culpables en cualquier parte, con tal de no asumir su innegable responsabilidad.

La gravedad de estas situaciones puede llevarnos a dejar de lado problemas que, por parecer menos urgentes en lo inmediato, pueden tener, y ya están teniendo, consecuencias desastrosas en todos los órdenes de nuestra realidad e hipotecando gravemente el futuro. Nos referimos al tema de la ecología, por el creciente extractivismo desenfrenado que se ha ido implementando en los últimos tiempos, con consecuencias desastrosas en campos tan variados como el calentamiento global, las fuentes de agua, la destrucción de los bosques, la agresión a los pueblos que habitan esas zonas cada día más devastadas.

Sabemos que es una situación que afecta a toda la Amazonía y por ello, como organización que abarca todos los países amazónicos, queremos plantear a la sociedad y a todos los que nos consideramos Iglesia, las inquietudes y llamadas a la responsabilidad común que tales situaciones exigen, pero fijando preferentemente nuestra reflexión a partir de la realidad venezolana.

La preocupación por el cuidado del medio ambiente en nuestro país ha estado presente desde hace largo tiempo, como lo demuestra la creación del Ministerio del Ambiente en el año 1977. Sin embargo por varias décadas ha sido necesario redoblar su defensa ante proyectos invasivos o explotaciones ilegales. En los últimos años el Estado Venezolano ha emprendido una nueva política minera de forma vertiginosa e invasora (arrasadora). Con la creación del «Arco Minero del Orinoco», y la firma de convenios con diversos Gobiernos y Compañías Trasnacionales, para la exploración de minerales en diferentes lugares del país, especialmente en la región Guayana, en los años 2011-2013 se ha producido un cambio radical en la política minera. Poco después, por el Decreto 2.248 del 24 de febrero de 2016, el Gobierno Nacional decide atribuir a los militares «todo lo relativo a las actividades lícitas de servicios petroleros, de gas y explotación minera en general, sin que esto implique limitación alguna» y autoriza la creación de la empresa Cammempeg. El Presidente de la República, en cadena nacional, anunció la firma de acuerdos con empresas mineras para la exploración y certificación de oro, cobre, coltán y otros minerales. De esta manera se pretende poner en marcha el motor minero ante la baja de los precios del crudo.

Más allá de las declaraciones utópicas, la apertura de concesiones, sumado a la presencia de personas y grupos dedicados a la minería ilegal, han multiplicado los escenarios de explotación minera en amplias regiones y, en muchos casos, en condiciones de auténtica devastación y destrucción de la naturaleza, y de exclusión y agresión de los pueblos que habitan esas tierras. La comunicación oficial de tales proyectos, presentados como solución de problemas nacionales e impulso de desarrollo, no se ha visto acompañada por notificaciones concretas de su desempeño real. Son muy escasas, casi inexistentes, las noticias oficiales al respecto. Lo que las redes sociales difunden habla de devastación e hipoteca del futuro.

Por ello, denunciamos el modelo extractivista presente en Venezuela, así como en muchos países de América Latina y el mundo, ya que es un modelo que implica un desarrollo insostenible, un empobrecimiento acelerado, una fuerte dependencia a las variaciones del mercado manejado por las corporaciones transnacionales, y el debilitamiento sin precedentes de los Estados nacionales que quedan a merced de las corporaciones, insertándose sumisamente en el mercado internacional. Las actividades extractivistas forman parte de un modelo económico dominante que ha separado a lo humano de la naturaleza, y entiende a ésta como un modelo infinito de extracción de materias primas.

 

Voces que se levantan

Son muchas las voces que se han levantado en contra de la destrucción ambiental y de la creciente exclusión poblacional y cultural que esta política está generando. Diferentes organizaciones indígenas han denunciado reiteradamente, ante las autoridades correspondientes, frecuentes atropellos a sus derechos pero, de ordinario, han recibido como respuesta el silencio y represalias. Investigaciones de especialistas a menudo alertan a la sociedad y a diferentes organismos sobre estos problemas, con escasa resonancia a sus planteamientos y reclamos, debido a los poderosos intereses que están en juego. Saltan a la luz pública, de vez en cuando, noticias que, por su notoriedad (masacres, ajusticiamientos…), rompen los cercos comunicacionales y circulan a través de las redes sociales, ignoradas por parte de los responsables.

Las declaraciones oficiales justifican el incremento de la actividad extractivista por la necesidad de mayores ingresos económicos y hasta por un supuesto desarrollo en vistas al futuro. Sin embargo resulta obligatorio denunciar el hermetismo sobre el cumplimiento real de las condiciones mínimas de explotación exigidas por la naturaleza de esta actividad. Son indispensables la información y la transparencia para que el desarrollo minero pueda ser encuadrado en sus justos límites y evite las evidentes consecuencias negativas que se producen tanto con relación al ambiente como a las poblaciones que habitan en esas zonas.

Los conflictos socio-ambientales impactan profundamente a todos los venezolanos (acceso al agua potable, cortes eléctricos, acumulación de desechos sólidos…) y trasciende más allá de nuestras fronteras, principalmente porque muchas de estas dinámicas ocurren en la Amazonía, territorio que compartimos con ocho países de la región.

 

La postura de la Iglesia Universal y Latinoamericana

Ante esta situación que nos afecta directamente, así como también tiene efectos nocivos para toda la humanidad, la Iglesia ha tomado, desde hace años, posiciones precisas, dirigidas a la toma de conciencia de la gravedad de los problemas y de sus notables consecuencias, y a proponer soluciones de respeto y equidad. Entre ellas, la encíclica del Papa Francisco «Laudato Sì» ha sido un instrumento esclarecedor y estimulante, que se ha convertido en un punto de referencia para todos. Desde su publicación, en 2015, ha removido muchas conciencias y promovido iniciativas para afrontar con claridad y decisión un asunto tan determinante para el futuro inmediato de la humanidad.

En nuestro ambiente latinoamericano, el Consejo Episcopal de América Latina y El Caribe (CELAM) en su Vª Asamblea celebrada en Aparecida (Brasil) en mayo del 2007, retomó el tema de la ecología centrándolo principalmente en la Amazonía.

Pocos años después, en septiembre de 2014, el CELAM le dio un decidido impulso a su compromiso con la creación de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) para la articulación de todos los esfuerzos e iniciativas que la Iglesia viene desde hace tiempo realizando en esta inmensa región. Desde su creación esta red ha venido aumentando su alcance estableciéndose en las 9 naciones que forman parte de la Amazonìa y consolidando su servicio de relación y apoyo.

Hace pocas semanas el CELAM ha querido retomar la Encíclica «Laudaro Sì» y aplicarla a nuestra realidad latinoamericana publicando la Exhortación Pastoral «Discípulos Misioneros Custodios de la Creación», En ella se ponen en relieve aquellos puntos de la encíclica del Papa Francisco con mayor relevancia para nuestro continente. Nos parece otro punto de referencia importante que nos invita, como Iglesia y como ciudadanos, a una conversión a la ecología integral para que cuidemos nuestra casa común.

Finalmente merece especial mención la iniciativa que ha tenido el Papa Francisco de celebrar un Sínodo Extraordinario de Obispos para la reflexión de toda la Iglesia sobre el tema de la ecología integral, centrado en la Amazonía, por las repercusiones que para todo el mundo y para la Iglesia tiene esta cuestión tan importante. El Papa lo refleja en el título que ha dado a este Sínodo: «Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». Estamos centrando los esfuerzos en la preparación de este acontecimiento.

 

El compromiso de la Iglesia en Venezuela

Podemos decir que la Iglesia en Venezuela, junto con la de nuestro continente y de todo el mundo, se siente preocupada por la depredación de la naturaleza y el descuido y exclusión de los pobladores de las zonas devastadas; esperanzada por los valores positivos y resistencia que se comprueba en la cultura de los pueblos aborígenes, en la labor de los misioneros que les apoyan, y en tantas personas sensibles y comprometidas con el cuidado de la naturaleza y el futuro de los pueblos; se siente motivada a buscar caminos nuevos que consoliden las comunidades cristianas existentes o por construir, y que cuiden el bien de la creación para el disfrute compartido por todos, y para las generaciones futuras.

Desde hace ya casi un siglo la Iglesia ha retomado su presencia en estas zonas con la finalidad de atender a los pueblos indígenas, que ancestralmente habitan en ellas, con programas de salud y educación, de asistencia y desarrollo, de organización y evangelización. Ha sido un largo caminar de hombres y mujeres que ofrecieron lo mejor de sus vidas a estos hermanos, frecuentemente excluidos y desamparados. Se avanzó con tropiezos y errores, pero también con grandes aciertos, con mucha dedicación y amor, y con creciente inculturación y apoyo para que esos pueblos se fueran haciendo sujetos de su propio destino.

En 2015 la Iglesia en Venezuela se incorporó a la organización de la REPAM actualizando la relación que desde hacía años se venía teniendo con las Iglesias locales de la Amazonía. Valoramos también lo positivo del esfuerzo de apoyo mutuo entre las Iglesias Particulares que formamos parte de la Amazonía venezolana. Y reconocemos la oportunidad de relacionarnos y colaborar con las numerosas instituciones y personas que vibran por la defensa y valoración de la naturaleza en nuestro país. Nos vamos consolidando y esta rueda de prensa quiere ser una expresión de compromiso con nuestra realidad venezolana.

 

Desafíos que nos comprometen

Hacernos eco: La Iglesia en Venezuela, a través de la Conferencia Episcopal y de las comisiones que desarrollan un compromiso social y acciones de apoyo a los pueblos indígenas y afrodescendientes, hace suyos los clamores que resuenan en tantas partes para que se logre una situación de justicia y defensa de la naturaleza y reclama una actuación que tenga en cuenta el bienestar y los derechos de toda la población, y de las generaciones futuras, amenazados por proyectos que buscan fundamental o exclusivamente intereses económicos particulares. Hacerse eco asimismo de las numerosas denuncias de los pobladores de esas regiones, sobre todo de las organizaciones indígenas que protestan en defensa de sus derechos, como lo determina la Constitución Nacional Bolivariana.

Custodios de la Creación: Nos sentimos interpelados por los llamados que el Papa Francisco y las autoridades del CELAM nos hacen a través de sus exhortaciones, para que nos hagamos custodios de esta casa común, la cuidemos, la defendamos para el disfrute de todos y de las generaciones futuras, unidos a todas aquellas personas que luchan por un uso adecuado y respetuoso de la naturaleza promoviendo una ecología integral.

Una Iglesia con rostro amazónico: Renovamos nuestro compromiso con los pueblos que habitan estas tierras para llevarles la Buena Noticia de Jesucristo, el Salvador enviado por nuestro Padre Dios para que se haga realidad en nuestro mundo su Reino de justicia, amor y paz, para acompañarles en la maravillosa aventura de hacerse dueños de su destino, de fortalecerse desde sus culturas y de intercambiar con otras sus saberes y espiritualidad, y para que al hacerse sus discípulos y misioneros sean el rostro indígena de la comunidad de los seguidores de Jesucristo, el Señor.

Formar red: Estamos llamados a tejer una red con todas las instituciones y personas que asumen este proyecto de defensa y promoción de la Amazonía, para su preservación y disfrute compartido, y teniendo en cuenta a sus habitantes: pueblos indígenas, ribereños, criollos…, que han sabido respetarla, amarla como fuente de vida y de identidad propia. La REPAM quiere ser una más de tantas «redes» que ya existen y sumar sus esfuerzos para el bien de todos.

Unidos a las comunidades cristianas de Venezuela y bajo la protección de nuestra Protectora Nuestra Señora de Coromoto saludamos a todos nuestros hermanos venezolanos

 

Los miembros de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) de Venezuela

Caracas, 5 de abril de 2018

 

 

 

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