Crisis en oncológicos pone en jaque salud de pacientes
«Tengo miedo porque esto no es una gripe», balbuceaba desconcertada Saturnina Machado, de Petare, en torno al cáncer de mama que sobrelleva desde hace un año, mientras sujetaba una pancarta a modo de protesta por la crisis de insumos que ayer detonó el cierre técnico del Instituto de Hematología y Oncología (IHO) de la UCV, uno de los tres centros especializados más importantes de Venezuela.
Machado acudió al centro por la quinta de sus ocho sesiones de quimioterapia, pero la escasez de inyectadoras, soluciones, catéteres y otros insumos básicos impide al personal de salud continuar con el tratamiento para erradicar el tumor que amenaza su vida.
Irami Coronil, otra paciente, con cáncer pulmonar, proveniente de Cúa tampoco pudo ser atendida en ese instituto a donde acuden más de 60 pacientes diario para completar el tratamiento antineoplásico. «Me siento muy mal, pero apoyo a los médicos porque ellos nos ayudan», dijo la sexagenaria, quien dijo estar consciente de la falta de presupuesto que desde el año 2006, mantiene de manos atadas a los médicos.
A juicio de Carolina Reboso, médico oncólogo del IHO, el escollo que atraviesa ese sanatorio no es un hecho aislado, por el contrario es reflejo de la crisis que mantiene en jaque la red pública de salud, de la que tampoco escapan los hospitales oncológicos Luis Razetti y el Padre Machado. El lunes las enfermeras del Razetti se declararon en conflicto por el cierre de la emergencia y fallas continuas de insumos básicos.
La inoperatividad de los servicios de laboratorios para la pesquisa, seguimiento y estudio de cáncer encarnan la principal demanda en esos tres centros, que atienden a cientos de pacientes cada semana, en los servicios de quimioterapia, radioterapia, braquiterapia y cirugía oncológica.
Solo en el Instituto de Hematología y Oncología de la UCV, suma 1.500 paciente atendidos a través de consultas, una cifra que supera la capacidad de ese centro con 12 especialistas que, además, recibe a pacientes referidos del Padre Machado y del Razetti, pero que depende en gran medida de las donaciones de los enfermos y la colaboración de los trabajadores, quienes intentan reponer de su bolsillo material de papelería para recetar los
