La presión al Gobierno debe aumentar, por Xabier Coscojuela
Los venezolanos volvieron a demostrar que quieren lograr una salida pacífica, democrática y electoral a la crisis política, económica y social que vive el país. Cientos de miles de venezolanos hicieron valer su firma, reafirmaron su decisión, pero hubo más que no lo pudieron hacer por las trabas y maniobras que las cuatro rectoras del PSUV impusieron.
Los firmantes tuvieron que atravesar ríos a pie, sortear barreras “naturales” colocadas sorpresivamente, ataques con bombas lacrimógenas y disparos, máquinas captahuellas insuficientes que extendían los tiempos de espera en demasía para algunos, y definitivamente para la mayoría. La decisión de los más de 1,3 millones de firmantes de reafirmar su decisión es un excelente mensaje para el Gobierno.
Paralelamente a ese proceso de reafirmación de una voluntad democrática, se llevaron a cabo dos sesiones en la Organización de Estados Americanos para tratar lo que ocurre en el país, y donde Luis Almagro, el secretario del ente regional, rindió un informe que retrata de cuerpo entero la gravedad de la situación venezolana.
Mientras estas dos acciones iban corriendo en paralelo, la mayoría de los venezolanos no haya qué hacer para enfrentar la escasez y la inflación que vienen haciéndole la vida cada vez más difícil a todos. El bolívar fuerte no es más que un mal chiste.
El decreto de emergencia económica va a culminar su sexto mes de vigencia y sus resultados no pueden ser sino los que son. Lamentablemente una vez más los que el expresidente Luis Herrera Campins llamó profetas del desastre tuvieron razón. El remedio no servía para curar la enfermedad. La inflación goza de buena salud y los productos siguen escasos.
El gobierno de Nicolás Maduro es el único responsable de lo que ocurre en el país. El alegato de que la Asamblea Nacional no ha hecho ningún aporte para darle solución a las carencias que existen es falso. Desde el Parlamento, primero, se advirtió que las medidas anunciadas no eran las adecuadas. En segundo lugar, se hicieron unas propuestas concretas que no han sido tomadas en cuenta por el Gobierno.
Ahora nos dice el vicepresidente Aristóbulo Istúriz y le hace eco el ministro Jesús Farías que la reactivación económica no va a ser tan rápida como ellos quisieran. En un tono similar se manifestó el presidente Nicolás Maduro, pero con algo más de optimismo. Asegura que en el segundo semestre de 2016 las cosas van a mejorar.
La verdad es que no hay ninguna razón para dicho optimismo. El propio presidente Maduro citó alguna vez al físico y premio Nobel Albert Einstein, quien habría dicho que no se pueden esperar resultados diferentes si siempre se hace lo mismo. El jefe de Estado parece que no entendió al famoso físico, pues sigue haciendo lo mismo esperando resultados diferentes.
La gravedad de la situación económica le va a dar más combustible a la crisis política. Los saqueos e intentos de saqueo se han venido incrementando. Los Comité Locales de Abastecimiento y Producción no son más que un nuevo error que el tiempo demostrará como tal. La protesta debe ser alentada y encauzada por la Mesa de la Unidad Democrática.
Este gobierno ha demostrado que no quiere contarse este año. Rechaza la realización del referendo revocatorio a Nicolás Maduro, pero tampoco mueve un dedo para llevar a cabo las elecciones regionales de gobernadores y consejos legislativos, instancias a las que se les vence el período a finales de este año.
El CNE sigue sin anunciar el cronograma para esos comicios regionales y ya estamos en julio. Desde el ente comicial nos dicen que las rectoras no quieren ni oír hablar de los comicios regionales. En el PSUV están claros que el nivel de rechazo que tiene el Gobierno es tan grande que ningún gobernador rojo rojito podrá resistir el tsunami. Por eso es mejor no contarse.
La MUD debe presionar en ambos sentidos. Revocatorio y regionales. La calle debe ser el principal escenario de su actuación. La única manera de que ambas votaciones se lleven a cabo es aumentando la presión popular. Sin violencia, pero sin pausa.
