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Nada cuesta Bs 4, sólo el Metro de Caracas, por Daniel Palacios Ybarra

Daniel Palacios Ybarra

La circulación del nuevo cono monetario en Venezuela plantea una serie de cambios en la estructura de costos del Metro de Caracas. La desaparición del boleto de Bs 4 pasa a ser inminente. No habrá dinero en metálico que pueda comprarlo, pues la moneda de más baja denominación es de Bs 10. El rectangular ticket amarillo, entretanto, se sigue vendiendo en taquilla a un precio más que rezagado, si se considera que las chupetas Fresy Pop que ofrecen los mismos vendedores informales dentro de los vagones cuesta Bs 150. 

El marco referencial es demoledor. Si un pasajero compra una de estas chupetas terminaría pagando 15 veces más el costo de su boleto de dos viajes, que cuesta Bs 8, y 38 veces más el valor del boleto simple de Bs 4. La inflación anda suelta en los andenes.

Dos criterios se conjugan en este escenario: la fijación de un precio razonable que permita una recaudación simbólica para sobrellevar los costos operativos del sistema ferroviario y la premisa de un pasaje que no signifique una carga imposible de llevar para el caraqueño de a pie. Más en estos tiempos cuando la inflación oficial acumulada desde del último aumento de pasaje en del subterráneo sobrepasa fácilmente el 400%. Nada amigable.

Pasaje social

Para ese año, 2014, el incremento de tarifa fue de 266%. Si se mantiene esa misma proporción de cara a 2017, la ecuación es redonda ya que el pasaje pasaría a costar Bs 10,64, que bien podría ajustarse la nueva moneda de Bs 10: la más baja del cono monetario y todavía ausente durante la segunda semana de enero cuando debutaron los primeros billetes.  El “sencillo” que alimenta los monederos, que podría servir para pagar la nueva tarifa, sigue sin verse en las estaciones.

La última palabra, en todo caso, la tiene el Metro de Caracas, que hasta ahora no ha precisado cuáles serán los ajustes que aplicarían con el nuevo tarifario, con base a la nueva familia de billetes y monedas. Para Marina Fernández, economista especializada en el sector transporte, con el espiral inflacionario que vive Venezuela es necesario la fijación de un pasaje de índole social. “Por ser un servicio público y no una empresa privada el pasaje debe ser subsidiado, tomando como base lo que pueda pagar el común denominador de la población. No todos los costos operativos pueden pagarlos los usuarios. Por eso uno de los aspectos fundamentales es qué proporción del salario mínimo debe invertir el ciudadano para trasladarse diariamente. En un momento de crisis económica como la que vivimos no es posible sincerar el precio real del pasaje pues entonces la gente no se irá a montar en el Metro”, reconoce la economista.

Más cálculos

Dicho esto, un ciudadano promedio que tome dos trenes diarios en un trayecto de ida y vuelta invierte actualmente Bs 80, que representa 0,2% del ingreso mínimo mensual que refiere la economista (Bs 40.000, de acuerdo al reciente anuncio oficial). Las cifras no mienten. Un caramelo cuesta Bs 50, la galleta María se consigue Bs 250 y una Óreo en Bs 600. Nada en Venezuela cuesta Bs 4, sólo el Metro de Caracas.

En diciembre de 2014, cuando el salario básico era de Bs 4.889 y la inflación oficial era de 68,5%, el impacto mensual del ticket simple, para un ciudadano de sueldo mínimo, era de 1,63%. Para llegar a esta proporción en enero de 2017 el pasaje debería ser Bs 36,2. Pero esto representaría un repunte del 905% en relación al pasaje de Bs 4. Pese a lo escandaloso de la cifra, en un intervalo de tres años cuando se suele actualizar la tarifa, se quedará pequeña si la curva inflacionaria del país sigue atravesando las nubes y que en 2016 alcanzó el 700% según una proyección el Fondo Monetario Internacional.

En esa misma línea, Marina Fernández advierte que la sinceración del pasaje debe ser recíproca de cara al usuario. Por eso invoca el sentido común: el pasaje debe aumentar.  “El precio de un pasaje lo determina la cantidad de horas hombre, la extensión del trayecto y otras variables. La tarifa, en cambio, suele ser fijada con un criterio de regulación, lo que significa que, por ser un servicio monopólico, nuestro Metro se rige por tarifas y no por precios”.

Considera que el actual pasaje de Bs 4 obliga a hacer revisión, “porque el costo del boleto es tan impresionantemente bajo que es casi gratis. Es necesario un cambio”, concluye Fernández, también profesora del Instituto de Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela.

El usuario

Ronald Monagas es usuario regular del Metro. Estudia en el municipio Chacao de Caracas y vive en El Junquito. Sabe que el valor de su boleto simple es excesivamente económico, pero pide también a las autoridades del subterráneo que no se afinquen.

“Sabemos que el pasaje e full barato. Pero a diferencia de un jugo o de un café, que yo puedo elegir si me los tomo o no, hay cosas que no son negociables: por ejemplo, el traslado a mi casa. Creo que la clave de todo es que la tarifa siga estando muy por debajo de lo que cuesta montarse en un autobús”.

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