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Rosa Orozco: Dios bendice a la constancia

Por: Cristhopher Borrero / @CristhopherB / Carabobo

Ella se mueve ágil. Pidió un tiempo para atender a la prensa porque estaba algo ocupada, en efecto se acaba de bajar de la tarima situada en El Trigal, Valencia, tras haber completado la marcha de las Mujeres en Carabobo. Lleva el cabello más corto de lo usual, por encima del hombro, su piel enrojecida por el sol y en su semblante una sonrisa la acompaña. La palabra “paz” va tatuada sobre su franela blanca. Ella es Rosa Orozco, madre de Geraldín Moreno, segunda víctima carabobeña de la represión en 2014.

La perseverancia es sinónimo de justicia. Eran cerca de las 3:00 p.m. del pasado 28 de abril cuando Orozco fue notificada de la liberación del auto sobre la sentencia condenatoria en contra de los asesinos de su hija. Transcurrieron casi tres años, específicamente 32 meses, 66 audiencias, 10 diferimientos y se promovieron 40 testigos para que la verdad saliera a flote.

El documento signado bajo el asunto: GP01-P-2014-006851, ratifica que el Sargento Primero de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) Alvin Bonilla Rojas y el Sargento Segundo Francisco Caridad Barroso permanecerán en Ramo Verde por bastante tiempo. Ambos sujetos residen en la cárcel militar desde el 10 de enero de 2015.

Foto: Archivo

La noticia es un alivio para la madre, quien no guarda rencor contra los culpables del atroz crimen. “Yo sé perdonar, puedo perdonar. Siempre le pedí a los fiscales hablar con los detenidos pero ellos insistían que bajo mi condición de víctima tenía prohibido el contacto con ellos. Sin embargo un día logré colocarme detrás de ellos y les pregunte: ¿Qué hizo mi hija para merecer eso? Bonilla sólo bajó la cara y Barroso lloró”, describió la dama.

Fuerte pese a los tropiezos. “No voy a mentir a veces desfallezco, pero de repente Geraldin aparece y me da fuerza. Ella regresa a mí. Ella vive en cada uno de los jóvenes guerreros que he conocido, que luchan constantemente para cambiar el país. En ese mensaje de ‘buenos días’, cuando me piden la bendición. Justo allí recuerdo que ella vive en una causa, la de ver a Venezuela libre. En ese momento me paro y sigo adelante”, confesó emocionada.

Minutos tensos

Han pasado 15 minutos al teléfono, llegó el momento de las preguntas incómodas:

-¿Con casi tres años como vocera del caso Geraldín has considerado tomar una carrera política?
No vaciló. “Jamás he tenido aspiraciones políticas. Pero sí quiero ayudar a los muchachos que el Régimen ha maltratado, muchos de ellos quedarán con traumas y odios. El verdadero problema del país no será la recuperación económica, de eso no tengo dudar. El conflicto residirá en la pérdida de los valores, de la fe, de la hermandad, la confianza, la moral y el respeto. Quiero librar esa lucha”, sostuvo firmemente.

-¿Si no es mediante la política cómo ayudarías?

Esperó tres segundos y prosiguió. “Me gustaría continuar como activista de derechos humanos. El trabajo que he llevado a cabo a cabo con las ONGs me ha demostrado que mi experiencia puede ser útil para otros. Edificante”, comentó. También recordó que su testimonio ayudó a desenmascarar a Gobierno hace un par de años. “Ese 21 de marzo de 2014, cuando fuimos desalojados de la OEA por llevar hasta esa instancia denuncias contra el Gobierno venezolano entendí que quien asesinó a mi hija fue el Estado. Pese a que nos sacaron se demostró de qué lado está la violencia. Hoy día es más que evidente”.

Auto motivado de la sentencia

Bonilla será sometido a pena máxima. Se le impuso 30 años de cárcel por homicidio calificado, perpetrado con alevosía y por motivos fútiles e innobles, además de uso indebido de armaga orgánica, tratos crueles en grado de complicidad correspectiva y quebrantamiento de principios y pactos internacionales. A Caridad le esperan 16 años y seis largos meses por complicidad no necesaria sobre los cargos anteriores.

La reflexión tras el viacrucis tribunalicio es una: la justicia tarda pero llega. “Hoy cuando finalizaba mi discurso lo dirigí especialmente a los militares, policías, y autores de la represión que nos acosa, les pedí el cese de las agresiones y muertes. Quienes hoy pagan la por la muerte de mi hija son dos subalternos, sus superiores siguen libres. Ustedes pueden desconocer esas órdenes”, apuntó de forma esperanzadora.

Orozco aguarda a que se enjuicie a otros 19 funcionarios de la GNB, quienes habrían mentido durante sus declaraciones juradas en medio de las audiencias. Pero también anhela que aquellos que dictaron las órdenes de reprimir a los manifestantes paguen por sus crímenes.

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