Salud y Bienestar

Dudas científicas respecto al zika permanecen un año después de surgir brote

Un año después de que la comunidad médica hiciese saltar las alarmas por un brote de virus del zika que aparentemente provocaba microcefalia en el norte del Brasil, la epidemia se ha extendido a 67 países y la mayoría de dudas científicas siguen sin tener respuesta.

Según el último recuento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 67 países han declarado tener transmisión activa del virus, y 56 han registrado brotes importantes.

De ellos, 23 naciones han compatibilizado casos de microcefalia y otras malformaciones congénitas asociadas con una infección por zika, y 19 países han registrado una incidencia mayor de casos de Síndrome de Guillian Barré (SGB), una respuesta inmunológica que provoca parálisis de los órganos, incluidos los pulmones.

Según explicó hoy en rueda de prensa Boris Pavlin, responsable de la incidencia del zika en la OMS, la comunidad científica no sabe aún qué ha pasado para que una enfermedad que ha convivido con los humanos desde 1947 comenzara a tener efectos tan graves como las malformaciones congénitas o el SGB.

La primera epidemia de que se tiene constancia se dio en 2007 en Micronesia, pero no se detectaron consecuencias perniciosas; sin embargo en 2013 hubo un brote en la Polinesia Francesa y, en retrospectiva, se ha podido comprobar que las infecciones por zika provocaron microcefalia y SGB.

La cepa asiática, que es la que provocó las dos epidemias de Micronesia y Polinesia Francesa, es la que viajó hasta Brasil y de ahí se expandió por todo el continente americano.

Esa cepa se ha subdivido en pequeños subtipos, pero por ahora los científicos no han podido identificar qué ha cambiado en el virus que pueda explicar el cambio de comportamiento.

Por ejemplo, según explicó Pavlin, se han detectado casos de microcefalia asociada con zika en Tailandia y Vietnam, pero no se sabe si las infecciones se deben a casos importados o endémicos, por lo que no se puede saber si la cepa original también tenía efectos y éstos no se habían detectado o «algo ha cambiado».

Mientras, los esfuerzos globales de prevención se intensifican, tanto para el control del vector -el mosquito «Aedes Aegypti», también transmisor del dengue, la fiebre amarilla y el chikungunya- como para evitar la infección a través de la inmunización.

Con respecto a este último aspecto, actualmente hay dos vacunas en fase de desarrollo 1, una creada por una empresa coreana y otra producida por un organismo público de Estados Unidos, y varias más cuyo progreso va más lento.

Mientras, las fuentes de financiación escasean.

La OMS solicitó 24 millones de dólares para su respuesta a la enfermedad, de los cuales aún le falta por recibir 19 millones.

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