Cultura

El tango y Medellín, íntimamente ligados por la muerte de Gardel

La trágica muerte hace 80 años de Carlos Gardel en un accidente aéreo en Medellín engrandeció la leyenda del cantante en esta ciudad colombiana donde aún se le venera como un mito.

José «Chepe» Rúa tiene claro ese suceso ocurrido el 24 de junio de 1935. Y lo evoca durante el Primer Encuentro de Tangueros Gardelianos, evento con el que se inició en Medellín la conmemoración del fallecimiento de «El zorzal criollo».

«Espere un momento. Vamos a cantar el himno», dice Rúa mientras se levanta para acompañar a los más de 30 fanáticos del tango que participan de esta reunión en la Casa Cultural Homero Manzi, lugar obligado para los interesados en la tradición tanguera de Medellín. Suena «Volver» y cantan con pasión.

«Gardel murió en Medellín para hacer grande el tango y se hizo embajador del Río de La Plata», afirma Rúa, vicepresidente del Club Amigos del Tango y con una memoria prodigiosa que le dicta que antes de la muerte de «Carlitos» esta ciudad ya había sido contagiada por este género gracias a las películas «Melodía de Arrabal» y «Las luces de Buenos Aires» que se proyectaron en el Circo-Teatro España.

«Cuando presentaban esas películas y Gardel interpretaba algún tema, el público hacía repetir la canción. La oían unas tres o cuatro veces», relata Francisco Duque, presidente de la Academia Colombiana del Tango, quien recuerda que su padre fue uno de los primeros en llegar al aeropuerto Las Playas de Medellín, actual Enrique Olaya Herrera, y «vio el fuego y las cenizas del avión» en que viajaba Gardel.

Esta generación pasó de los relatos de sus padres a vivir en los cafés, los bares y las cantinas del barrio Guayaquil, ubicado en el centro de la ciudad, una época dorada del tango.

«Está íntimamente ligada la ciudad con la muerte de Gardel y el tango. Pero fue en esos sitios, que se llenaron de tango por los discos que nos llegaron, donde todos aprendimos», afirma Duque refiriéndose a bares como Triana, Tangolandia, Tango Bar, Tamariz, La Gallola, La Luneta, Florida y La Costa Argentina, entre otros.

Pero si de escenarios influyentes se trata, el Patio del Tango tiene reservado un lugar especial desde su creación en 1958.

En El Patio, donde convergen músicos y bailarines, el tango es la mejor excusa para unir una imagen de Gardel con las banderas de Argentina y Colombia en un espectáculo que comienza con la canción «Lágrimas de sangre».

«No es un show de turismo. Le damos a la gente otro tipo de tango. Tangos que conocen desde siempre», explica el cantante argentino Edgardo Martelli, ahijado artístico de Libertad Lamarque y director musical de El Patio del Tango.

Fue el desaparecido Aníbal Moncada, un carnicero que se convirtió en cantante y que idolatró a Gardel, el fundador de este bar-restaurante de música de arrabal, en el que se presentaron artistas de la talla de Aníbal Troilo.

«El maestro Aníbal es la figura más representativa del tango en Medellín. Es el único cantante colombiano que trabajó en Buenos Aires. El Patio que él creó tenía alma y trajo a las grandes figuras», comenta José Gabriel Álvarez, director de la Escuela Mayor del Tango Vincent van Gogh.

Álvarez enseña a bailar tango a «niños en situación de vulnerabilidad y a personas víctimas de la violencia y el desplazamiento».

En este espacio, la prioridad no son los grandes montajes ni las estrellas. «Acá no manejamos el tango show. Es algo muy humano y social. Acá la única figura es el tango. Tengo hasta alumnos con bastón», detalla.

En el noroeste de Medellín está Manrique, considerado el barrio más tanguero de la ciudad, atravesado por la Avenida Gardel (La 45) y lleno de homenajes al artista.

El más significativo es el Museo Casa Gardeliana, fundado por el argentino Leonardo Nieto en 1973 y que se convirtió en símbolo de la pasión por el tango que se respira en Medellín, donde se le declaró Patrimonio Histórico y Cultural.

También fue foco de referentes mundiales de esta música, escenario de grandes shows y un imán para extranjeros que querían visitar la ciudad en la que murió Gardel.

«Don Leonardo tuvo la visión de convertir a Medellín en una de las ciudades tangueras más reconocidas del mundo con la Casa Gardeliana, la creación del Festival de Tango y de las Tangovías. En esa época se cerraban las calles y montaban escenarios para que las parejas bailaran y los artistas se presentaran», cuenta el coordinador del Museo Casa Gardeliana, Mario Patiño.

En este espacio, en el que reposan desde elementos de barbería que usó Gardel hasta un par de baúles que utilizó en un viaje, trabajan por mantener vivo el tango. «El proyecto bandera es el semillero de niños de entre 7 a 12 años. No sólo les enseñamos a bailar, sino la historia del tango», agrega.

Para este aniversario de la muerte de Gardel y el IX Festival Internacional de Tango, que coincide con esa fecha, la Casa Gardeliana inauguró la exposición «Gardel: un ídolo, dos historias» para hablar de las dos supuestas nacionalidades del artista que convirtió a Medellín con su trágico fallecimiento en capital colombiana del tango.

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