Economía

¿Acercamiento a los Organismos Multilaterales?

Durante los últimos meses nos hemos visto sorprendidos por dos noticias derivadas de la actitud del Gobierno Nacional que han pasado bastante desapercibidas por la gran mayoría de la población. Y es que recientemente el Gobierno firmó sendos acuerdos de financiamiento con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para atender las inversiones en el sector eléctrico y del agua. Decimos que ello llama poderosamente la atención porque el ente prestamista forma parte de la llamada “institucionalidad financiera multilateral” tan criticada por el Gobierno venezolano. Pocos parecen haberse percatado que ello podía interpretarse como una contradicción con el discurso oficial. Es de notar que estos no son los únicos préstamos que el actual Gobierno ha contratado con el BID, pero no por ello vale menos la pregunta de: ¿Acaso esto es el inicio de un cambio de actitud del Gobierno frente a los entes multilaterales?

Desde hace varios años, el Presidente Hugo Chávez nos ha venido hablando acerca de lo dañinas que son las instituciones financieras multilaterales y su financiamiento para el desarrollo de nuestros países, llegando incluso a plantear la necesidad de que el país se retire de estas organizaciones. La base de estas aseveraciones es la visión que se tiene del enfoque neoliberal que promueven estas instituciones, basado en el “libre mercado” y la apertura externa de sus economías, aspectos que limitan la búsqueda de opciones autónomas e independientes que beneficien verdaderamente a la población. Pero, entonces, ¿qué ha cambiado como visión política para que recientemente hayamos solicitado financiamiento ante una de estas instituciones como lo es el BID, que incluso se le ha tildado de actuar al igual que el Banco Mundial?  ¿Es acaso un cambio de actitud y visión del Gobierno Nacional hacia los organismos multilaterales, que hasta nos puede conducir en un futuro a firmar nuevos acuerdos de financiamiento y de otro tipo con organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM)?  Mas allá de anuncios y las buenas intenciones, los multilaterales no parecen haber cambiado sustantivamente como para justificar este cambio de visión por parte del Gobierno Nacional, al menos desde el punto de vista de sus concepciones y orientaciones filosóficas, principales elementos de las diferencias entre dichas instituciones y el Gobierno venezolano. Tampoco el Gobierno parece haber cambiado su posición ideológica al respecto.

De manera particular, el Presidente ha arremetido contra el FMI, BM y el BID, por considerarlos un producto del Consenso de Washington, que privilegia los intereses de las grandes potencias y empresas transnacionales en detrimento de los países en desarrollo. Muy poco se dice de la irresponsabilidad de estos últimos (sus gobernantes) en el diseño y ejecución de políticas racionales y sostenibles, constructoras de un verdadero desarrollo y bienestar social, así como del limitado margen de maniobra que tuvieron los gobiernos que firmaron acuerdos de financiamiento con entes como el FMI ante la situación crítica en que recibieron sus mandatos.

Por otra parte, haciendo abstracción de las dificultades derivadas de la abrupta caída de los precios petroleros de 1998, que llegaron a niveles inferiores a los US$/bl 10, el Gobierno del Presidente Chávez se ha visto favorecido por crecientes y/o altos precios (con las excepciones parciales de 2008-2009) que le han permitido un manejo bastante holgado de la economía y el gasto público, al punto de facilitarle la aplicación de una política de nacionalización y estatización de empresas, justificada bajo el modelo socialista que está siendo impulsado. Adicionalmente, difícil por no decir imposible, hubiese sido mantener una política de gasto social de la magnitud que se ha hecho si los precios petroleros no hubiesen repuntado como lo han hecho en los últimos 10 años. Seguramente la historia económica del país y su conducción hubiesen sido otras, ya que la Revolución Bolivariana no se hubiese podido financiar como lo ha hecho, al menos con la independencia política y financiera que hemos conocido, incluso de las organizaciones multilaterales. Menos aun se hubiese podido mantener la tan criticada cooperación financiera internacional, que le ha significado al país elevadas erogaciones externas hacia “países amigos”.  En este transcurrir del tiempo, los entes multilaterales prácticamente salieron de la escena venezolana, en contraste con lo que había ocurrido en los años 80 y 90 del siglo pasado.

Bajo un escenario de precios petroleros bajos (en el entorno de los registrados al inicio de la Era Chávez), seguramente hubiésemos presenciado políticas como las adoptadas en el Período de Transición 1999-2000. Las mismas no tenían nada que envidiarle a las políticas neoliberales y de mercado prescritas por las instituciones multilaterales (excepción hecha de la reorientación parcial de gasto social que se adoptó). Si esto último hubiese ocurrido, a lo mejor en lugar de ser los abanderados del “Socialismo del Siglo XXI” hubiésemos sido los verdaderos abanderados en la “Tercera Vía”, como se planteó al inicio del período de Gobierno del Presidente Chávez. En este escenario, por mas criticadas que hubiesen sido las instituciones multilaterales, éstas tal vez hubiesen sido nuestras aliadas, pues además de conseguir el apoyo de un país como Francia (proponente de esta nueva visión), seguramente se hubiesen conseguido recursos financieros, técnicos y humanos para financiar proyectos de inversión y en general el desarrollo nacional como visión alternativa a la propugnada en las últimas décadas. Este financiamiento multilateral probablemente no hubiese resultado tan onerosos como el que pudiera conseguirse en los mercados de capitales internacionales y en el mercado de la asistencia técnica.

Hoy día tenemos un discurso oficial contradictorio: se está en contra de los multilaterales, pero se recurre a su financiamiento, en una política de que “no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. ¿Acaso no nos importa ahora la filosofía de estas instituciones? … Esta situación la ilustra muy bien  el caso de los préstamos que hemos contratado recientemente con el BID para financiar obras en los sectores eléctrico (octubre 2009) y del agua, (febrero 2010) … nuestros dos sectores críticos en la actualidad. ¿Qué ha cambiado? ¿Acaso las necesidades y la urgencia ante la criticidad de las situaciones en estos sectores? No obstante las razones, el reto del Gobierno Nacional es el de cumplir con los compromisos exigidos por el ente multilateral, no solo en el orden financiero sino tambien de política, de administración y de ejecución de proyectos, por cierto, nuestras grandes deficiencias del pasado. Cabe preguntarse tambien, ¿Estamos ahora mejor preparados que antes, política e institucionalmente, para atender estos compromisos?   

Por otra parte, lo que si es cierto es que Venezuela tradicionalmente ha sido poco demandante de los recursos de los multilaterales y a la vez el país se ha alejado aun mas de estos entes durante la primera década del presente siglo. A decir verdad, este alejamiento le ha convenido al Gobierno de Venezuela para poder adelantar su estrategia de política internacional, pero no le ha convenido a los multilaterales, dada la importancia energética y regional de Venezuela. En definitiva, parecemos estar presenciando “un matrimonio obligado”, … por ahora, mientras se atiende la emergencia eléctrica y de agua. En todo caso, el acercamiento que presenciamos no es producto de cambios en la visión filosófica de las partes, sino de la conveniencia de ambas.

Asimismo, vale preguntarse: ¿por qué razón el Gobierno no ha realizado ninguna gestión para retirarse del FMI, BM y BID como lo ha planteado? Seguramente le han explicado al Presidente que los costos para el país no son los mismos cuando se pertenece a una organización y se desea salir, que cuando no se pertenece a ella y se desea entrar; así como tampoco los beneficios. En este sentido, los costos en que podemos incurrir por salir de estas instituciones pueden ser muy altos en términos de la reacción de los mercados financieros internacionales, el aislamiento internacional y el retiro de las inversiones extranjeras, así como los demás compromisos internacionales. Tal vez se le ha dicho al Presidente que es mejor estar como “agua tibia”, porque los entes estarán eventualmente allí para cuando los necesitemos, en lugar de no tenerlos; lo malo es que cuando los necesitemos es muy probable que nos “lean la cartilla” de nuestro comportamiento anterior, con lo cual puede hacerse mas costoso nuestro futuro acceso financiero a estas organizaciones, en circunstancias en que el país pueda no tener mucho margen de holgura para negociar, como nos ha ocurrido en el pasado. 

Por otra parte, pero en este mismo orden de ideas, situaciones como la planteada con el FMI pueden ser contraproducentes. Es el caso referido al retraso de la visita del ente multilateral al país para discutir e intercambiar puntos de vista con las autoridades nacionales acerca de los temas mas relevantes de la agenda económico-social-institucional del país y la elaboración del denominado “Venezuela. Informe de País-Consulta del Artículo IV” del Convenio Constitutivo del FMI, el cual está pendiente desde hace 5 años aproximadamente. Se trata de la evaluación anual a la que se comprometen todos los países-miembros del Fondo. Cosa similar ocurre con el Banco Mundial, que desde el año 2002 no ha podido culminar el documento  “Venezuela. Estrategia de Asistencia al País” que le permita definir su eventual apoyo financiero y técnico al país, así como la realización de los estudios pertinentes; este documento es clave para el organismo multilateral en su relacionamiento con cada país y como parte de su estrategia global con el resto de sus países-miembros. No olvidemos que uno de los principios básicos de estas organizaciones es el principio de la cooperación, con base en el cual a lo mínimo que se obliga el país-miembro  es a este tipo de consultas con las autoridades del país, así como las evaluaciones y suministro periódico de información estadística. Estas situaciones pueden jugar en contra del país en el momento menos indicado y pensado.

Al parecer, hasta ahora al país le ha convenido “navegar entre dos aguas” con estos entes multilaterales, gracias al potencial de financiamiento que le ha permitido el ingreso petrolero, mientras el Gobierno continua promoviendo su nueva visión de lo que debe ser la arquitectura financiera internacional. No obstante, los desequilibrios y distorsiones que se vienen acumulando en la economía pueden acelerar en un futuro no tan lejano las conversaciones y negociaciones con los entes multilaterales, convirtiendo en “condicionante” lo que hasta ahora puede mostrarse como un margen de flexibilidad a nuestro favor en este relacionamiento. Suena realista que seria por esta vía que los entes multilaterales hagan hacer valer sus concepciones filosóficas y políticas llegado el eventual momento critico para el país.

De acuerdo con lo antes expuesto, aun no parecen existir condiciones para un cambio sustantivo y permanente en las relaciones del país con los entes multilaterales y tampoco se ve claro que estos últimos vayan a endurecer sus posiciones hacia Venezuela por las faltas en que viene incurriendo, en razón de que a ambas partes parece convenirles el mantenimiento de unas “relaciones tibias”. No obstante ello, en la primera ocasión que el país dé muestras de debilidad e inconvenientes económicos, seguros estamos que presionarán para hacerle cumplir extensivamente sus obligaciones como país-miembro, con lo cual se validarán las concepciones filosóficas que los multilaterales mantienen … ¿Que hace falta un cambio en el relacionamiento?, … sí, éste llegará cuando la realidad termine por imponerse; por ahora, no se vislumbra cercano pese a las distorsiones y desequilibrios económicos antes referidos.

En todo caso, un buen relacionamiento con los multilaterales debe darse sobre la base del respeto mutuo, el respeto a los convenios y acuerdos firmados, tanto políticos como técnicos. Tan importantes son los aspectos políticos de las relaciones como nuestra capacidad técnica para entendernos y concretar los convenios. Si tenemos fallas debemos procurar superarlas, pues nunca se sabe cuando los multilaterales pueden hacernos falta, … no vaya a ser que nos pase como en el segundo gobierno de Rafael Caldera, que el Presidente señaló que “no se arrodillaría ante el FMI” y muy poco tiempo después terminó firmando un acuerdo stand-by con este organismo. Si debemos llegar a nuevos acuerdos en el futuro, hagámoslo con voluntad y compromiso político, alta capacidad técnica y con poder de negociación y credibilidad en ambas áreas, comprometidos totalmente con sus beneficios y convencidos de los resultados que puedan arrojar, eso si, para ello se requiere perseverancia y consistencia en nuestras acciones, pese a los obstáculos naturales que siempre estarán presentes. Que no sean las conveniencias circunstanciales o interesadas, los cálculos políticos o las visiones filosóficas obcecadas las que interfieran en las relaciones entre el país y los multilaterales.

 

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