Economía

Argentina: Económicamente hablando, peor que Afganistán

Guerras, crisis y paros hay, pero como economista debo concentrarme en esa
materia, y es que estamos presenciando la mayor quiebra de un país del mundo
desde la segunda guerra mundial. Económicamente hablando, puede haber más
daños que en Afganistán o incluso que en Nueva York, así que tenemos razones
más que suficientes para estar pendientes de lo que acontece al sur de
Sudamérica.

No se si desde el momento en que escribo esto hasta que ustedes lo lean ya
oficialmente el gobierno de Buenos Aires habrá declarado la moratoria (total
o parcial) y el final de la caja de conversión, pero ya podemos apostar de
que ambas cosas sucederán pronto. D eso podemos estar seguros.

No hay modelo económico ni plan ni remedio ni magia que evite que un país (o
persona o empresa) sobreendeudado caiga en quiebra, salvo que uno se venda o
mejor, se remate.

¿Razones? No estamos dando una explicación académicamente perfecta, pero la
causa recae en la caja de conversión (que tanto fue promocionada en
Venezuela, donde era presentada como la solución mágica a todos nuestros
males, «hasta para el reumatismo y el sida»), que limita la creación de
dinero según las divisas que entraban al país. En los países donde no hay
caja de conversión, es normal que el banco central cree o destruya dinero.

En cambio, en Argentina, no se podía crear dinero, y cualquier necesidad
adicional tenía que venir por la vía del endeudamiento EXTERNO o interno
(con el aditivo de que había una pesada carga por el pago de la deuda, y que
ya no hay de donde sacar impuestos, porque son uno de los pueblos que más le
pagan al fisco). Y si era un gobierno popular y perfecto (y los argentinos
tienen fama de «perfectos»), únicamente acostumbrado a los éxitos públicos,
preferirá endeudarse en el corto plazo antes que perjudicar su «prestigio»
(completa demagogia).

Algo más nos sigue asombrando con toda esta crisis. Ya mencionamos que los
argentinos tienen fama de perfectos y de «echones», pero el asunto está en
que no solamente venezolanos y otros ciudadanos a lo largo y ancho del mundo
(muchos de ellos de excelente formación académica, por cierto) predicaron y
se dejaron convencer por la gran solución argentina, sino también lo
apoyaron los banqueros, inversionistas institucionales, y hasta organismos
«irreprochables» como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y
muchos gobiernos, como el norteamericano.

Los inversionistas que reaccionaban con «racionalidad» en Wall Street
vendían acciones y se retiraban del mercado norteamericano por el vestido
azul de Mónica Lewinski, y compraban bonos de la deuda argentina.

Se acabó la alcahuetería

Un viejo dicho reza que los banqueros son gente que te ofrecen el paraguas
cuando hace sol, pero te lo quitan cuando comienza a llover y lo necesitas.

Tenemos que en la historia reciente el FMI y el BM financiaron a países
enteros, y casi agotaron sus recursos con tal de garantizar el cumplimiento
en el pago del servicio de la deuda externa (sí, seamos sinceros, la
principal función del FMI es ser una especie de fiador de los países, para
que los banqueros y otros prestamistas tengan su dinero seguro).

Alcahuetearon a varios países asiáticos, y lo hicieron por un buen tiempo
con Brasil y Argentina. Brasil fue más sincera, y se fue por la vía de la
devaluación, y su situación actual es predecible. Argentina se aferró al
cambio fijo, y según informes de prensa del miércoles 5 de Diciembre (día de
San Sabas) de 2001, por primera vez el FMI le dice que no al gobierno
sureño.

Cuando alguien pide un préstamo, trata de vender su idea con argumentos
económicos, como que «usted me presta 500, con los cuales produciré como
mínimo 700, suficientes para devolverle los 500 más lo intereses».

Sin embargo, en los últimos meses se le agotaron los argumentos al gobierno
bonaerense. ¿Qué iba a decir: «me prestan 500, pago parte de los intereses
que debo, y después me vuelven a prestar, porque mis cuentas me dicen que
nunca pagaré»? Pasó a la contraofensiva y comenzaron a dar alegatos
políticos que ya casi lucían a chantaje: «Argentina es amiga de Estados
Unidos y la democracia mundial, y podríamos ser los únicos en América Latina
en mantenernos como tales, por lo que merecemos un premio: ya EE.UU. tienen
a Fidel en Cuba, a Chávez en Venezuela, la narcoguerrilla en Colombia,
Ecuador y Perú en crisis, y si ganan Daniel Ortega en Nicaragua y Lula en
Brasil, el hemisferio sería una zona hostil a EE.UU. ¡Ni en la guerra fría!,
así que conviene a los propios intereses norteamericanos apoyar al gobierno
argentino».

Con semejantes argumentos pretendían ablandar lo bolsillo norteamericanos (y
por ende, del FMI, del cual son los mayores accionistas) y obtener «dinero
fresco», expresión usada para calificar positivamente la nueva deuda.

Pero olvídense, ya Argentina quebró, y ningún argumento ablanda a nadie
cuando hay tanto dinero en juego: US$ 132 millardos de deuda, varias veces
mayor al Producto Interno Bruto (PIB) de Afganistán más la suma del valor de
todas la propiedades destruibles en guerra, a precios de mercado.

O sea, estamos a punto de observar una gran destrucción de valor sin que se
eche un tiro ni caiga una bomba ni se haga estrellar un avión, y todo
gracias a Menem, De La Rúa y Cavallo. Varios banqueros e inversionistas
neoyorquinos se verán más afectados por la crisis argentina que por los
atentados del World Trade Center.

¡Son cosas de la economía!, y nadie es inmune a ello.

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En Venezuela

Deudas a causa de la Ley

Ya en un artículo anterior tratamos el hecho de que en Venezuela las leyes
obligaban a endeudarse a la gente sin que haya mediado un préstamo de
dinero. Seamos sinceros, ello existe en todos los países del mundo, pero
aquí lo tenemos un poco más magnificado.

Por ejemplo, si usted es o pretende ser patrón laboral, usted pagará más al
trabajador por concepto de pasivos laborales que la sumatoria de todos los
sueldos básicos pagados mientras duró la relación laboral. Por ello abundan
las relaciones laborales informales, y la propia informalidad, … en caso
de que se decidan por una relación de ese tipo, porque conozco a muchos que
me dicen que su trabajo es «limpio», o sea, son inversionistas bursátiles, y
así no tienen que emplear a nadie ni tener problemas con nadie.

Otros prefieren poner su dinero en bancos (venezolanos, o preferiblemente en
el exterior) y no tienen necesidad de lidiar con los trabajadores ni con los
tribunales del trabajo.

¿Pruebas de que eso frena el desarrollo de Venezuela? La mano de obra
ocupada en el sector formal de la economía son una minoría de la población,
y la mayoría trabaja con el gobierno. Incluso, muchas empresas formales e
importantes tienen relaciones precarias e informales con sus trabajadores.

Nadie cumple con la Ley.

Ahora, ya estamos a punto de que en muchas instituciones públicas comience a
incumplirse masivamente con las Leyes, pero peor que eso, ya ni siquiera en
las formalidades lo estarán haciendo. Y no nos estamos refiriendo sólo a lo
laboral, pero incluyéndolo junto a otro montón de disposiciones, más la
racionalidad operativa mínima, por ejemplo, las alcaldías ya tienen
comprometido 150% ó más de su presupuesto del año 2002. Por esa razón, al
momento de escribir estas líneas, eran pocas las Alcaldías a lo largo de
Venezuela que habían presentado su anteproyecto de presupuesto para el año
2002. Pero si ahora a última hora se ven obligados a recurrir a los «PQCA»
(para que cuadre ajuro), les aseguro que a este ritmo, combinado con la
creciente sobrevaluación de la moneda, para el presupuesto del 2003 ya no
servirán los «PQCA», salvo que ya lo hagan muy grosera y descaradamente.

Economista.E-mail: (%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)

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