Economía

Cambalache del siglo XXI

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Asunción (AIPE)- El pensamiento económico del neosocialismo de Hugo Chávez sigue siendo un misterio. De tanto en tanto sus exponentes explican alguno que otro de sus principios, como lo hizo el ex obispo paraguayo y candidato presidencial Fernando Lugo, en un foro del socialismo del siglo XXI realizado en Ecuador. Lo expuesto recuerda aquel tango que decía: “Siglo veinte, cambalache problemático y febril…El que no llora no mama y el que no roba es un gil”.

Según Fernando Lugo, el mundo se divide en tres tipos de países: los que gastan mucho para hacer dieta y no subir de peso, aquellos cuya población come para vivir y aquellos que no saben si conseguirán su próxima comida. Esas expresiones buscan aplausos entre gente con resentimientos, que envidia a los ricos, terratenientes y empresarios. Busca así revivir la anticuada lucha de clases. Pero no sirve de nada para alimentar a una población sumida en la desocupación y la indigencia. No explican cómo sacar de las calles a millones de niños que se prostituyen por un mendrugo de pan.

El mundo no se divide entre gordos y flacos. El mundo se divide entre países atrasados y países prósperos, países pobres y países ricos. Y la diferencia entre unos y otros no es quiénes tienen que comer y quiénes no, sino qué países atraen inversiones y que países ahuyentan las inversiones. En la actualidad, todos los que atraen inversiones externas son países que crecen y prosperan. Por el contrario, los países que con su estatismo, intervencionismo y corrupción ahuyentan las inversiones siguen siendo atrasados y pobres. Esta es una norma que no tiene excepciones.

Para atraer inversiones, crear fuentes de trabajo y mejorar la competitividad no basta ofrecer garantías jurídicas, es preciso combatir la corrupción y crear condiciones atractivas a la inversión, como amplias libertades económicas, bajos impuestos, desregulación y privatización, justicia independiente. ¿Qué atractivo puede ofrecer la “economía mixta” del neosocialismo que no sea más intervencionismo, más clientelismo y más corrupción?
El análisis neosocialista es vago y enteramente errado: culpa al capitalismo de los fracasos del estatismo mercantilista que impera desde hace siglos en casi toda América Latina. No comprende que la única solución que tienen los pobres es atraer nuevos e ingentes capitales, abrir mercados e impulsar las exportaciones. Pero esto no es lo más preocupante del neosocialismo. Su principal amenaza a la paz social es la visión omnímoda del poder.

El socialismo del siglo XXI no trata de persuadir sino que busca la “acumulación brutal del poder”, que se refiere no solo a la restricción de la libertad de prensa, sino también a la violación de los derechos de propiedad, la reelección indefinida y demás vandalismos “democráticos”. Por su hostilidad a los capitalistas se disparan los riesgos de invertir y ahorrar, condenando a los pueblos a la desocupación, informalidad y criminalidad, verdaderos jinetes del Apocalipsis latinoamericano.

“¡Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé!” dice el tango, recordándonos que no hay diferencia entre nuevos y viejos tiranos, entre los socialistas Fidel Castro, Kim Jong II, Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa y Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot. Todos viven en un mundo seudocelestial, enfermos de anticapitalismo. Paradójicamente, los neosocialistas no saben que el verdadero capitalismo nunca existió en sus países y que los sistemas que tanto odian son economías de privilegios. No saben que las naciones que adoptaron instituciones capitalistas, como la libertad económica y el estado de derecho, muy pronto crecieron, prosperaron y sus pueblos se enriquecieron.

___* Corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

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