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Dolarizar o no en Venezuela pasa por una política de gobierno coherente

Yelitza Izalla Yánez
@yizalla

La gran pregunta: ¿Ante el escenario de hiperinflación y paralización de la producción nacional la dolarización es una salida? Ese fue justo el debate que siguieron economistas y especialistas en el área durante el encuentro “La Dolarización y sus efectos en el sector manufacturero” realizado por los representantes de Conindustria.

Aunque las opiniones de los expertos fueron a favor y en contra, todas con las argumentaciones pertinentes, la conclusión fue la misma: para llevar a cabo o no la dolarización de la economía venezolana tiene que existir una planificación clara y coherente, que dé confianza a los inversionistas y reactive el aparato productivo nacional.

Para Víctor Álvarez; Leonardo Vera; Efraín Velázquez; Nathan Lederman y Humberto García Larral, quienes asistieron como ponentes, la planificación y perdurabilidad en el tiempo de la medida que se tome para estabilizar la economía debe hacerse con cautela y paso firme.

No se podrá retroceder

El caso de Venezuela poco podría compararse con el resto del mundo, pues actualmente se paga en bolívares, pero el valor real de los bienes se calculan con al menos 8 tasas de dólar diferentes.

Adicionalmente, el aparato productivo nacional está prácticamente detenido; el incentivo a la inversión es casi nulo y hay un ambiente de incertidumbre. Además, se convive con tres conos monetarios y el país entró en un espiral de hiperinflación que para algunos expertos, como Humberto García Larralde, presidente de la Academia de Ciencias Económicas, se detendría en el acto al dolarizar la economía.

Sin embargo, advierte sobre las consecuencias de tomar una solución que para muchos es radical. “En la dolarización hay muchos riesgos, porque estamos sujetos a que se sobrevalúe la economía. La propuesta es trabajar en políticas coherentes y consistentes que eliminen el déficit fiscal. Además, de tener el respaldo del Fondo Monetario Internacional a la hora de dar el paso. Eso es vital para que la situación no se escape de las manos”, destacó García Larralde.

Para el economista y profesor de la UCV, Leonardo Vera, ningún país con hiperinflación ha dolarizado la economía ni salió de esa situación de esa manera. “Una vez que se llega a ese punto no se puede retroceder, es casi imposible hacerlo por un tiempo y luego volver a implementar la moneda nacional”.

Efraín Velázquez, presidente del Centro de Economía Nacional, coincidió en que la dolarización no es la panacea ni el mecanismo para sanar el sistema económico venezolano.

“Lo ideal es el diseño de políticas económicas firmes, que creen más compromiso de todos los sectores, así como trabajo y sustentabilidad. No estoy de acuerdo con la dolarización, si no con el diseño de un plan consistente que genere crecimiento y en unos años nos dé estabilidad”, recalcó.

Velázquez tiene la convicción que al cambiar el modelo actual de gobierno y que se tome con seriedad la reconstrucción y reactivación “podremos avanzar. En Venezuela hay intenciones de hacerlo y gente capacitada totalmente para ello, sólo se debe definir bien cómo se debe hacer”.

Mientras que para Víctor Álvarez, Premio Nacional de Ciencias e investigador, hay que pensar bien sobre los pro y contra al aplicar esa medida, así como evaluar el impacto en la sociedad. “La realidad venezolana no cuadra con ninguna otra y mucho menos con las teorías de la dolarización”.

Sí es posible

Un argumento soñado “los países dolarizados tienen la menor inflación en el mundo”, sentenció Nathan Lederman, profesor de la Unimet, quien ha analizado situaciones similares entre el 2002 y 2018.

Sostuvo que dolarizar acabaría de raíz con el grave problema del déficit fiscal y dio varios motivos por lo cuales considera que al Gobierno le conviene dolarizar. “La depreciación del bolívar y los tipos de cambio se eliminan, así como la fuga de capitales”.

Para ello, según Lederman, debe existir una fuerte alianza entre los sectores públicos y privados para enrumbar con un plan estratégico el desarrollo del país.

Por su parte, Vera no deja de reconocer que dolarizar quebraría de inmediato la hiperinflación y todos los vicios que se han generado en cuanto al diferencial cambiario. “Se detiene la devaluación y ya no existirá la necesidad de imprimir dinero, pero en este escenario, y allí mi duda, es muy difícil crecer y sostenerse en el tiempo”.

Citó como ejemplo Ecuador, ya que recordó que cuando el gobierno decidió dolarizar no tenía una situación hiperinflacionaria, como sí aplica en el caso venezolano, y que además tenía el respaldo internacional que sirvió para que ese paso fuese firme.

Sin embargo, “para dolarizar hay que tener dólares y no los tenemos. En Venezuela están dolarizados los precios pero nadie maneja un dólar para la transacciones, pues el medio de pago es el bolívar y la moneda extranjera no circula dentro del sistema actual”, dijo Vera.

Recalcó que Ecuador se entrampó y detuvo su crecimiento. “En Venezuela se habla de cómo hacer la dolarización, más no existen los mecanismos firmes como un fondo para sustentar el cambio.
“Hay que cambiar la ley de precios justos, quitar las restricciones. Sentarse y negociar, así como equilibrar el salario”, destacó Vera.

Se acaba la Venezuela rentista

En el caso de Álvarez ve el escenario menos amenazante, pues considera que no todo el proceso debe centrase en la posible fuga de capitales, pues también se deben visualizar datos positivos: como la creación de confianza para la inversión y reactivación de las exportaciones e importaciones.

Explicó que el rentismo es uno de los males que acabaría la dolarización. “Debido al mal uso de la política cambiaria, se ha frenado el crecimiento y diversificación del aparato productivo interno, se ha castigado la competitividad internacional del sector no petrolero, y se han represado presiones inflacionarias que estallan con toda su fuerza cada vez que se ajusta el tipo de cambio”.

Por lo tanto, la dolarización no es un punto de interés para el Gobierno, ya que a juicio de Álvarez no estaría dispuesto a salirse de la línea del rentismo para y renunciar al uso de la política cambiaria.

“La dolarización corrige la secular tendencia a la sobrevaluación del tipo de cambio que castiga el desarrollo industrial e impone un sesgo antiexportador, erradica el riesgo cambiario que frena la inversión extranjera, disminuye la incertidumbre de las transacciones comerciales y financieras internacionales, elimina la volatilidad del signo monetario nacional, crea condiciones para bajar las tasas de interés y reactivar la industria, elimina la discrecionalidad y arbitrariedad del gobierno en la asignación de divisas, y el uso del control de cambio como instrumento de dominación política”, sentenció.

Aunque reconoció los riesgos de la dolarización en una economía dependiente del petróleo, “la dolarización puede ser más efectiva que tener que lidiar con una nueva sobrevaluación de la tasa de cambio”.

“Finalmente, la dolarización puede ser la medida clave para sustentar la confianza y credibilidad de un Programa de Reformas que se propone erradicar el financiamiento monetario del déficit fiscal y sofocar la hiperinflación en función de gestionar financiamiento internacional para apuntalar los procesos de reactivación, reconversión y reindustrialización”.

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