Economía

El acuerdo energético de Caracas y la política exterior venezolana

(%=Image(2523496,»L»)%)Hasta ahora, la actuación del Gobierno Nacional en materia de política exterior ha sido a mi juicio bastante inconsistente. No obstante, pareciera que sus mejores acciones han estado relacionadas con la política petrolera y con la política exterior en esta área. Pero a la vez pareciera, que los valores manejados por el gobierno distan de los que una buena parte de la población ha manifestado tener. En pocas palabras, pareciera que mientras el Gobierno Nacional tiene unas líneas para la formulación de la política exterior venezolana, el país nacional (pensante) tiene otro, en algunos aspectos diametralmente opuestos.

Es en temas tan específicos como los de Colombia, Estados Unidos, Cuba, Guyana –los más fúlgidos además- y China, donde da la clara impresión de que el “proyecto nacional” del gobierno venezolano actual y su elite política no se correspondiera con los valores que hasta ahora ha contenido el interés nacional venezolano hasta ahora. Podría pensarse, que el gobierno intenta cambiar el contenido tradicional del interés nacional en el país o elaborar uno paralelo.

De cualquier manera, debe reconocerse como positivo para el país nacional algunos de los valores que el gobierno venezolano actual ha intentado rescatar como son el de soberanía y el de auto determinación. Los últimos 20 años de Venezuela en el plano internacional fueron bastante deslucidos. Ciertas actuaciones del actual gobierno, han permitido que Venezuela aumente su participación internacional y aumente su prestigio internacional. Una de las vías que se ha tomado para ello, ha sido fundamentalmente a través de la OPEP. El petróleo nuevamente ha servido como instrumento de política exterior, además del aprovechamiento que tradicionalmente se ha hecho de su naturaleza comercial. No obstante, esto no quiere decir que necesariamente ha aumentado el ascendente político de Venezuela en el plano global.

Resulta conveniente destacar que, por ejemplo, en el plano de la OPEP la recuperación del liderazgo venezolano dentro de la organización no responde exclusivamente a su iniciativa de intentar liderar procesos; sino también al conjunto de circunstancias que el entorno global y el contexto interno OPEP han generado. En términos más expresos, las circunstancias y la actitud de Venezuela han permitido la recuperación de protagonismo venezolano en la Organización, no ha sido que la actitud de Venezuela ha generado las circunstancias para que recuperara calidad en su actuación.

¿Y el acuerdo de Caracas?

De cualquier manera, el gobierno venezolano ha podido identificar, en los ámbitos petrolero y OPEP, las características de las circunstancias, ha asumido actitudes y ha acometido acciones que le ha permitido sacarle provecho a las circunstancias. Lo que todavía no resulta muy claro, es al servicio de quién o de qué pretende colocarse tales logros.

En tal sentido, podría pensarse en una actitud contradictoria con la asumida para la obtención de logros en los planos petrolero y OPEP, la firma del Acuerdo Energético de Caracas, sea éste una fachada o no para justificar el suministro petrolero a Cuba. Como todos saben, el mismo es un acuerdo para asistencia energética a las islas del Caribe en términos de dudosa conveniencia para Venezuela. A tales efectos podríamos acotar:

a) El acuerdo se realizó al margen (excluyendo) de la relación tradicional que con México se tiene en este ámbito. Aun cuando México no hubiese aceptado la invitación a un nuevo acuerdo, se habría podido realizar al menos la gestión político-diplomática. El acuerdo de San José, podría haberse renovado o ampliado en sus términos para sostener en el tiempo de manera armónica intereses comunes con México.

b) El acuerdo reedita una política exterior de resultados bastante exiguos para Venezuela en la región del Caribe. La “política” del petróleo y el dólar emprendida en su oportunidad por el ex presidente Carlos Andrés Pérez no ha de ninguna manera apuntalado las aspiraciones tradicionales de Venezuela de ser potencia regional, ni en América del Sur ni en el Caribe. Hasta ahora, los países beneficiarios de estos acuerdos de asistencia petrolera, continúan manteniendo sus lealtades políticas con sus ex metrópolis –Inglaterra, Francia, Holanda- y a conveniencia con los EE.UU.

c) La cantidad y la calidad del comercio venezolano con estas islas no justifica una preocupación significativa por las mismas

d) Los volúmenes de petróleo exportados a estos países (80 mil b/d) no pueden considerarse como representativos de una política de expansión de mercados o de identificación de nuevas posibilidades comerciales en materia petrolera

e) De sostenerse en el tiempo el Pacto de San José, como entidad paralela al Acuerdo Energético de Caracas –y con los mismos fines además-, los países beneficiarios de ambos acuerdos podrían comprar a través de uno de ellos petróleo para su consumo y, por el otro el mismo bien para revenderlo. Aun cuando estos volúmenes no afectarían la estabilidad del mercado, no encuentro justificación lógica para permitirle a terceros negocios fáciles a expensas de los recursos petroleros venezolano y mexicanos.

f) Aun cuando los volúmenes de crudo en juego no son altos, el petróleo que dejaran los mexicanos de venderle a los países caribeños por la mayor participación venezolana en este sentido, sería vendido por PEMEX a los EE.UU. al precio del mercado.

De cualquier manera, pese a todas las consideraciones anteriores, particularmente no me opongo a ultranza a la exportación de petróleo a los países beneficiarios del Pacto de San José y Acuerdo Energético de Caracas si se asumen por razones de cooperación internacional, asistencia humanitaria o como quiera llamársele. Lo que resulta absurdo pensar, es que la misma acción pueda justificarse como válida para “inflar” o apuntalar el liderazgo venezolano internacional o sus aspiraciones de potencia regional. Resultaría, incluso, hasta más provechoso desde el punto de vista del prestigio internacional, regalar esos volúmenes de crudo que venderlo en condiciones que finalmente derivan en lo mismo.

Dado que la Declaración de Caracas, emanada de la II Cumbre de Soberanos y Jefes de Estado de la OPEP (sep. 2000), contempla la actitud “filantrópica” de la Organización para coadyuvar al bienestar de la humanidad con el recurso petrolero de sus países –el verdadero objeto es ayudar a la prolongación de la vigencia del petróleo-, bien podría ser este el instrumento formal que permita justificar la cooperación venezolana con países necesitados energéticamente.

Milko Luis González Silva. Profesor de petróleo y Geopolítica del Medio Oriente Derechos de difusión del artículo ÓQuantum. Investigaciones y Consultoría Integral. Todos los derechos reservados.
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