Economía

El etanol es nuestro

Traducción de Carlos Armando Figueredo

Brasil y el mundo están en la víspera de reorientaciones en la matriz energética. Eso le da una gran oportunidad a Brasil —pero no la primera. Ya tuvimos el azúcar, el oro, el caucho, el café que hicieron ricas a nuestras ciudades y a nuestros barones ricos como la aristocracia europea. Poco quedó en Brasil, nada para los brasileros pobres. Pero tal vez ninguna oportunidad del pasado haya tenido el potencial de los productos generadores de bioenergía.

Ningún otro país tiene cerca de 80 millones de hectáreas de tierras cultivables no utilizadas, suficientes para producir anualmente hasta 600 millardos de litros de etanol y abastecer toda la flota brasilera y exportar hasta 500 millardos de litros, lo que generaría un ingreso anual de hasta 250 millardos de dólares.

Por esa razón, debemos aplaudir la lucha del Presidente Lula por transformar a Brasil en una gran fuente de energía renovable. Para que eso suceda, es necesario tomar cinco decisiones para impedir la repetición de la triste historia de las oportunidades perdidas en el pasado.

La primera decisión es cuánto producir, de acuerdo con nuestras necesidades, sin sumisión a la demanda mundial. Además de una táctica de la lógica del mercado, como la de la OPEP para evitar el envilecimiento del precio, ello es esencial para impedir que la energía se produzca a costa de bosques y alimentos. Porque los tanques de los automóviles que necesitan combustible tienen más poder de demanda que los estómagos de los pobres que necesitan comer. Y también porque el productor, lógicamente, se valdrá de las áreas más cercanas a los puertos o a los consumidores. Hace falta armonizar la libertad del mercado con la zonificación de áreas para la producción del biocombustible.

La segunda impone el respeto al perfil de las investigaciones en ciencia y tecnología agrícolas: la transformación de la agricultura en fuente de energía corre el riesgo darle prioridad a las investigaciones sobre materias primas generadoras de energía en detrimento del aumento de la producción de alimentos.

La tercera impone respeto a los trabajadores, porque las riquezas anteriores no les dejaron beneficios. Es necesario ahora, siglos después, que sobrevivan con la ayuda de becas asistenciales.

La cuarta se refiere a la soberanía. El monopolio estatal de la exploración hace inviable el pleno aprovechamiento de las riquezas, pero la propiedad de los recursos en el subsuelo ha sido nacionalizada en casi todo el mundo, para evitar que el propietario se niegue a producir cuando el mundo quiere comprar, y para impedir que dueños privados decidan mañana separar a Brasil de las áreas ricas. Lo mismo debe valer para la riqueza que está sobre el suelo: la propiedad debe ser brasilera, con concesiones de largo plazo para el sector privado, tal como en el caso de la exploración de las riquezas del subsuelo.

La decisión más importante es la quinta: formar un pacto nacional para que, a lo largo de los próximos 30 años, cualquiera que sea el partido que esté en el gobierno, la nueva riqueza no sea desperdiciada, para el beneficio de pocos y del momento. Crear un Fondo para la Construcción del Futuro del País, financiado con regalías sobre el etanol exportado, para promover la ciencia, la tecnología y la educación. Fijando la base permanente de la participación de Brasil en la economía del conocimiento y su integración social. Si ello se hubiese realizado en el pasado, Brasil sería hoy un país completamente diferente.

El etanol tiene que ser nuestro, de forma permanente y para todos. Por el tamaño. Por la base científica, Brasil puede ser ejemplo de transformación de recursos naturales renovables en capital-conocimiento. Lo que no conseguimos en el pasado, porque la riqueza servía apenas para financiar la importación y la producción para ricos. Pero agregando, ahora, becas para los pobres.

Tenemos la oportunidad y la obligación de cambiar. Un pacto “El Etanol es Nuestro”, para la inversión de los resultados financieros en las próximas décadas —cualquiera que fuera el partido en el gobierno— en educación. Ciencia y tecnología, va a permitir que los recursos de hoy sean utilizados en la construcción del futuro.

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*Cristovam Buarque es Senador federal, fue rector de la Universidad de Brasilia, Gobernador del Distrito Federal y Ministro de Educación.

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