Economía

El oro, la bolsa y la vida

Un cable inofensivo de Reuters, de no más de diez líneas, revela que durante agosto pasado el BCV liquidó 3,7 toneladas de oro, equivalente a 1% del volumen en reservas. A precios de mercado, representa algo así como doscientos millones de dólares, apenas suficiente para un día y medio de importaciones. Como resalta Reuters, Venezuela es el único país que redujo sus reservas en oro, en una época en que la incertidumbre en los mercados ha llevado a la mayoría de los bancos centrales a proteger sus monedas y reservas a través de adquisiciones masivas del metal.

Este movimiento viene inscrito dentro de una tendencia que viene teniendo lugar desde hace algún tiempo. Tras esta última liquidación, nuestras reservas alcanzan 362 toneladas, 3,4% menos que en diciembre de 2010 (375). En plena bonanza petrolera, tras multiplicar además por cuatro nuestra deuda externa en seis años, salimos a vender oro. Como suele suceder con asombrosa frecuencia, algunos ya lo han relativizado, alegando que es armar una alharaca por una magnitud relativamente pequeña. Para magnitudes pequeñas el «millardito» solicitado por el Presidente al BCV a finales del año 2003. Desde entonces, entre el ente emisor y Pdvsa, se han fletado 95,5 «millarditos» hacia Fonden. He aquí otra razón esencial para inclinarse por la tenencia de oro: el Gobierno barre todo el efectivo disponible en reservas hacia sus fondos, lejos del escrutinio público (el último prospecto de Fonden aclaraba que sus estados financieros son confidenciales), dejando en reservas sólo los lingotes de oro y los derechos de giro en el FMI. ¿Qué se ha hecho con todo ese dinero?

Para hacernos una idea, Brian Ellsworth y Evanir Chimea, también de Reuters, acaban de publicar un reporte de investigación sobre el destino de los 95.554 millones de dólares aspirados por Fonden. Partiendo de una lista de proyectos del Fonden (ya retirada del website del fondo), ambos periodistas hacen un recuento de galpones abandonados, primeras piedras cubiertas por maleza, o simple y llana inexistencia. Son de leyenda los 93 millones de dólares invertidos en el saneamiento del Guaire, los 312 invertidos en la Ciudad del Aluminio («un enorme esqueleto de acero, unos cuantos galpones dispersos y un par de vallas con la imagen de Chávez lavada por el tiempo y el sol»), o los 540 para Pulpa y Papel, C. A. («en la verja del sitio donde se levantará la fábrica, sólo dos avisos con un Chávez sonriente»). No todo el Fonden se ha desperdiciado: desde allí se han concretado las compras de aviones Sukhoi Su-30 rusos, o el levantamiento de casas prefabricadas en Guatemala, Bolivia, Cuba y Nicaragua. Esto es sólo la punta del iceberg

Mientras tanto, el Presidente dice que «era una cosa horrible cómo la gran burguesía regalaba el petróleo, saqueaba el país» y advierte que el cierre de Fonden paralizaría «50, no sé, más de 100 obras». Es decir, insiste en que paralizaremos lo que nunca arrancó o está ya paralizado, repite que de ganar Capriles habrá una guerra civil, cuando ya nuestros muertos pasan de 19.500 por año. Parafraseando la fórmula tradicional de los atracos de antes, se llevan el oro, la bolsa, y un par de cientos de miles, también la vida. Y quieren seis años más.

 

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