Economía

La crisis continúa y los cambios no llegan

Ahora es la economía de Hungría quien ha caído enferma por la crisis económica internacional y no se sabe aún qué país será mañana. Hungría deberá reducir sus gastos en 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB), con el fin de cumplir con los requisitos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) han establecido para otorgarle una ayuda complementaria a los 20 mil millones de euros proporcionados por ambos en 2008 para que hiciera frente a la crisis.

El gobierno húngaro se ha propuesto reducir su déficit público a 3.8% del PIB en 2010, pero para ello tendrá que reeditar los planes de austeridad que conocieron en los ochenta los países de América Latina y el impuesto recientemente a Grecia, frente a una deuda pública que llegó al 80% del PIB en 2009 y un déficit público del 4%. El gobierno de derecha de Viktor Orban, que acaba de asumir el poder después de 8 años de haber sido alejado del mismo, deberá anunciar su plan anti crisis el día de hoy.

De este modo, se observa que la crisis económica internacional está poniendo al descubierto los problemas estructurales de las diferentes economías en el planeta y en la UE dividiendo a sus gobiernos. Era de esperarse que surgieran discusiones, divergencias y disputas entre gobiernos e instituciones financieras; las crisis surgen cuando se producen desequilibrios en los sistemas y cuando estos requieren mediadas para extirpar aquellas partes que no funcionan o que están obstruyendo el buen funcionamiento del mismo o de los mercados, que al final terminan por inter relacionarlas y establecer una interdependencia casi indisociable.

La crisis económica internacional se comenzó a manifestar a finales de 2007, cuando estalló la crisis en el sector inmobiliario de los Estados Unidos de América (EUA) con la crisis de los “Subprime”, haciendo impostergables cambios en la regulación crediticia; ésta puso al descubierto la corrupción en el sector inmobiliario y financiero de ese país, asestando un golpe bajo a su sector de la construcción, motor de su economía durante muchos años, debido a que los créditos hipotecarios fueron otorgados a familias de bajos ingresos, por lo reducido de sus costo y porque tenían como garantía las residencias que con el tiempo duplicaban su valor.

Igual sucedió con la crisis de la deuda en México en 1982, los bancos prestaron al gobierno mexicano cuánto dinero solicitaba, aparados en la garantía de la riqueza petrolera, olvidando analizar su capacidad de pago, su solvencia para dar respuesta a sus compromisos financieros internacionales y quizá hoy muchos problemas estructurales estén siendo tapados por la alegría de las estadísticas, frente a un año electoral y precampañas ya en marcha.

Esto mismo está poniendo al descubierto la crisis económica internacional hoy, ya no es solo la incapacidad de pago de los hogares que adquirieron casas en los EUA que rebasaban su poder adquisitivo, sino países que, como México en 1982, han contraído créditos por encima de su poder de compra y gastado más de lo que obtienen como ingresos. No es solo Grecia, Portugal, España, Italia o Francia, los países que en estos años han aumentado su gasto y deuda pública, ni tampoco Hungría, seguramente habrá otras sorpresas.

Pocas han sido las medidas adoptadas aún para restablecer los desequilibrios provocados por la crisis, amén de las recomendaciones para poner en marcha medidas de estimulación al consumo interno en los países desarrollados y de las reformas al sistema financiero estadounidense aprobadas recientemente. En el plano internacional, el Grupo de los 20 (G20), erigido el amo y señor de la conducción de la economía mundial, aún sigue debatiendo que hacer ante la crisis, pero sus resoluciones son más retórica que acciones concretas para regular los mercados y restablecer el equilibrio. Así lo evidencia su reunión de ministros de finanzas de este fin de semana.

En la UE han surgido nuevas divergencias sobre cómo hacer frente a las amenazas de crisis dentro de la zona del euro, la propuesta de crear un gobierno económico que evalué y propicie una mayor coordinación sus presupuestos los divide ahora; sus ministros de fianzas se han reunido ayer lunes de cara a la próxima reunión de jefes de Estado del 17 y 18 de junio, pero la idea de establecer sanciones, de exigir mayor disciplina y vigilancia del desempeño de sus economía, pese a que son compartidas por la mayoría de los gobiernos, los ha llevado a enfrentamientos, sobre todo cuando se trata de definir quién ejercerá ese control supranacional. Pero al margen de ello, surge en esta experiencia europea la voluntad política para dar respuesta a problemas que antes de la crisis no eran una preocupación; así que no podemos esperar cosas mejores del G20.

Algo nuevo de los países de la zona del euro es que han llegado al acuerdo sobre el futuro de un plan de apoyo para aquellos países que puedan enfrentar problemas como los de Grecia, con un fondo histórico de 440 mil millones de euros, en donde los países de este bloque servirán de gantes de los préstamos que proporciones los organismos internacionales o bancos privados al país en dificultades. Estos acontecimientos deberían ser suficientes para entender que la crisis económica internacional no ha concluido y que sería mejor prever su recrudecimiento, sobre todo cuando no hemos hecho bien el trabajo para compensar la reducción de la demanda externa de los bienes mexicanos, con medidas que hubieran estimulado el consumo interno, la generación de empleos y el crecimiento.

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