Economía

La dependencia del gobierno

Fairfax, Virginia (AIPE)- Según el informe recientemente publicado por William Beach de Heritage Foundation, bajo el título “Indice 2005 de Dependencia”, desde 1962 la dependencia de los estadounidenses del gobierno se ha doblado y no muestra señales de disminuir. Las áreas donde crece la dependencia del gobierno son la atención médica, la vivienda, las pensiones, la educación y los servicios agrícolas. El impacto en el presupuesto nacional de tal dependencia amenaza con eternos déficit presupuestarios y altos impuestos, pero concentrarse en esa parte del problema minimiza los peores aspectos de depender del gobierno.

Sobre esto escribió Marvin Olasky, profesor de la Universidad de Texas, en su libro “La tragedia de la compasión americana”, publicado en 1992. Una de las consecuencias de la dependencia del gobierno es lo que el profesor Olasky mantiene que es el equivalente, en cuestiones de caridad, a la ley económica de Gresham, donde las malas organizaciones caritativas hacen desaparecer a las buenas.

Consideremos dos opciones para una familia sin un lugar donde vivir. Una iglesia o fundación privada puede ofrecerle techo a esa familia a cambio de algunas obligaciones como limpiar la cocina, lavar ventanas o mantener el jardín. Por el contrario, el techo ofrecido por el gobierno no conlleva obligación alguna. La tendencia natural de las familias sin techo es optar por aquella opción que no implica ninguna obligación de su parte. El resultado es que la caridad gubernamental, que no suele poder distinguir entre aquellos que realmente necesitan ayuda y quienes simplemente quieren vivir de los demás, desplaza a la mucho más conveniente y efectiva caridad privada.

La creciente dependencia del gobierno tiene otra devastadora consecuencia. El profesor Olasky mantiene que el matrimonio era antes de 1960 una institución mucho más importante que hoy. Era un tipo de afiliación y reto para los adultos que le aseguraban un padre y una madre a cada niño. Antes de 1960, el matrimonio era algo tan importante que casi todas las mujeres solteras que salían en estado se casaban antes de tener a su hijo. Eso ocurría antes que “expertos” como Andrew Cherlin, de la Universidad Johns Hopkins, mantuviera que no estaba comprobado que la ausencia del padre fuese la causa de las deficiencias, sino que éstas se deben al dinero aportado por el padre. Es decir, que los padres pueden ser reemplazados por un cheque del gobierno.

La dependencia del gobierno también reduce la movilidad de la gente pobre. Según el profesor Olasky, el dramático éxito económico de inmigrantes cubanos y asiáticos que llegaron a Estados Unidos sin un centavo en el bolsillo es una prueba que el principio tradicional de trabajar duro para escalar a una buena posición económica es mucho más efectivo que la caridad gubernamental. El más fácil acceso a la ayuda del gobierno hace a los pobres pensar que están mejor recibiendo ese dinero, disfrutando así de mucho tiempo libre, que trabajando en algo donde el salario es muy bajo. A corto plazo pueden tener razón, pero se están haciendo un inmenso daño a sí mismos y a sus familiares.

Benjamín Franklin tenía razón cuando escribió: “la mejor manera de ayudar a los pobre no es hacerles fácil vivir en la pobreza, sino guiándolos para que salgan de ella”.

(*): Profesor de economía de la Universidad George Mason y académico asociado de Cato Institute.

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