Economía

La errada política de construcción de viviendas

La verdad es que me dio pena ajena escuchar, en el programa de Vladimir Villegas,  a un diputado del gobierno tratar de justificar una ley sobre terrenos y viviendas urbanas actualmente en discusión en la Asamblea. Ante las preguntas de si esta ley estaba dirigida en contra de la propiedad privada de los individuos, el legislador se volvió un trabalenguas tratando de explicar su articulado, dejando en los oyentes la sensación de que si, efectivamente, esta ley atenta en contra de los propietarios de viviendas.

Es que si no fuese axial, bastaría con colocar en el marco de su alcance que no se aplicara a propietarios de viviendas unifamiliares ni a propietarios que hubiesen adquirido viviendas baja el régimen de propiedad horizontal. Tan sencillo como eso.

Pero no, sucede ahora lo mismo que con la malhadada reforma constitucional y su intento de eliminar la figura de la libre disponibilidad de la propiedad. Es decir, pareciesen ser verdaderas espadas de Damocles para, llegado el caso, aplicar medidas estalinistas en nombre de una igualdad ramplona, que no se sabe si esta inspirada en Teresa de Calcuta, en los “sans-culottes” o en el Negro Miguel.

Es que los estalinistas no aprenden. Hasta en Cuba están modificando ese anacrónico sistema de propiedad de las viviendas, que no le permitían a sus ciudadanos disponer de sus viviendas, a lo máximo que llegaban era un permiso para “permutar”, es decir, canjearla por otra. Me recuerdo una película cubana muy jocosa que narraba las insólitas y kaftkianas vicisitudes que sufrían sus protagonistas para tratar de mudarse a otras ciudades de Cuba.

Lo triste de esto es que en Venezuela se estaría en peligro que se repita la misma historia de Chile, la de ejecutar políticas gubernamentales divorciadas totalmente de la realidad y en función de unas “milagrosas recetas” (que solo han funcionado en la imaginación de unos orates) que llevarían directamente al Nirvana en la tierra.

Y es que, a pesar de que muchos pensadores progresistas advirtieron el peligro de llevar al proceso chileno en una dirección distinta al sentimiento de las masas, fueron, olímpicamente desoídos en aras de la “radicalización de la revolución”. Un ejemplo de ello es el siguiente párrafo de Aníbal Quijano, escrito en 1971:

“En (Chile) el grado relativamente avanzado de polinización de las masas, al coincidir con la creciente desorientación de la burguesía dependiente y unido a la existencia de una tradición de “profesionalismo” de las fuerzas armadas, ha determinado una situación especial en la cual las organizaciones políticas populares han conseguido controlar la administración del Estado. Sin embargo, ESTE ACCESO AL PODER NO HA SIDO ACOMPAÑADO DE UNA CAPACIDAD DE EJERCER UN AUTENTICA HEGEMONIA POLITICA, PUESTO QUE LOS AGENTES DE LA BURGUESIA AUN CONSERVAN UN AMPLIO CAMPO DE INFLUENCIA Y DE PODER POLITICO. LA SITUACION ES, POR TANTO, PRECARIA Y SOLO UNA PROFUNDA MODIFICACION DE LA ALINEACION DE FUERZAS POLITICAS POR ENCIMA Y MAS ALLA DE LA CONTIENDA ELECTORAL PODRA LOGRAR ESTABILIZARLA.” (Mayúsculas mías)

En ese mismo sentido Paúl Sweezy, reconocido economista norteamericano de izquierda, escribió:

“Yo diría que mientras subsista esta situación precaria, la política del gobierno popular chileno, tanto en lo económico como en lo social y político, deberá estar dominada por consideraciones a un plazo relativamente corto en cuanto a la manera de conservar y consolidar el poder. Solo cuando esto se haya culminado con éxito, Serra posible elaborar una estrategia de transición al socialismo”

Si bien cada experiencia de los pueblos es única, existen muchos elementos de coincidencia entre el proceso vivido en Chile y el que estamos transitando los venezolanos, y para mi, se hace necesario, o mas bien imprescindible para el triunfo del proceso, construir esa “AUTENTICA HEGEMONIA POLITICA,” modificando “LA ALINEACION DE FUERZAS POLITICAS” (tomando en cuenta e incorporando a los sectores medios al proceso, que constituyen la mayoría de la población), es decir, poniendo los pies en la tierra  y no seguir por ese barranco del sectarismo y la descalificación estalinista.

Esa política asumida desde diciembre de 2006, de desprecio por las necesidades puntuales mas sentidas del pueblo y concentrar la mayor parte del esfuerzo y de los cuadros en construir “republicas aéreas” ha traído como consecuencia un agravamiento exponencial de los problemas de la sociedad venezolana (seguridad, vivienda, corrupción, los servicios públicos, etc.) al punto que pareciese que desde esa fecha se ha ido desatendiendo la función gubernamental al punto que hoy el funcionamiento del Estado parece que navegase por instrumentos, atendiendo al mínimo indispensable, y cuando alguna necesidad explota, se pretender ocultar o disfrazar con campañas de opinión.

Por ejemplo, sobre el caso mencionado de la vivienda, sobre todo lo dicho lo que se percibe es el interés de algunos de hacernos comulgar con las ruedas de molino de las tesis del estalinismo del igualitarismo ramplón con el fin de ocultar el desastroso fracaso en las políticas de construcción de viviendas.

 

En efecto, si al déficit acumulado de viviendas para 1998, estimado en unos dos millones, le agregamos que entre el año 2001, en el cual Venezuela contaba con 23.232.553 habitantes según el censo de ese año y el año 2011, en el cual el Instituto Nacional de Estadísticas pronostica una población de 29.277.736, se observa un crecimiento poblacional de 6.045.183 de personas, lo que equivale a que se haya generado en ese periodo una demanda de al menos 1.373.905 viviendas (tomando el mismo promedio de 4,4 personas por vivienda del censo de 2001) vemos que esta realidad se contrasta con el misero numero de viviendas efectivamente construidas, que apenas llega a pocos centenares de miles, incrementando una presión social que ya venia siendo insostenible de la cuarta republica.

Una autentica “plasta” para utilizar un termino muy grafico.

Es necesario, si se quiere garantizar la continuidad del proceso, que se tomen los correctivos necesarios, que se deje a un lado al sectarismo, que se reconstruya esa hegemonía necesaria, y que, por fin, sea dirigido por venezolanos.

Postdata: En el artículo pasado señale que Chávez había abrazado públicamente las tesis estalinistas en diciembre de 2007, en realidad fue en diciembre del 2006, después del contundente triunfo electoral presidencial, durante un acto en el Poliedro, en un discurso denominado «De la unidad».

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