Economía

La experiencia crea crisis de confianza en la privatización

“El Banco Mundial, el apostol de la privatización, sufre una crisis de fe”. Con esta frase comienza la columna “The Outlook”, por Michael Phillips, en el conocido baluarte de los conservadores y fanáticos del mercado, Wall Street Journal del lunes, 21 de julio de 2003.

Las “perogrulladas” que hemos expresado tantas veces en Venezuela Análitica, muy criticadas por nuestros más ofuscados fanáticos del mercado, finalmente son reconocidas por el promotor de la privatización más famoso del mundo—el Banco Mundial. Y es precisamente en los campos historicamente conocidos como “monopolios naturales”, los servicios públicos de electricidad y agua, donde han encontrado que no se cumplen ni las expectativas, ni las previsiones (yo tambien incluiría el transporte público urbano e inter-urbano, trenes y buses). Sin embargo, no ha sido el caso en el sector de las telecomunicaciones, donde la tecnologia avanzada ha permitido la entrada de empresas competitivas, logrando mayor eficiencia y con ello, la reducción de costos y mejoría en los precios pagados por los consumidores. Un ejemplo de esto lo vemos en la telefonía celular.

En todas partes del mundo, America Latina, Asia y Africa (las tres As del subdesarrollo), el Banco Mundial se ha visto forazdo a cancelar o re-negociar proyectos y contratos privatizadores. La columna cita al vice-presidente para el desarrollo del sector privado del Banco Mundial, Michael Klein, admitiendo que están haciendo un “profundo examen de conciencia”.

En un caso, escribe Phillips, el BM encontró que sus propios empleados “radicalmente subestimaron cuanto aumentarían los precios y disminuiría el consumo cuando la empresa nacional de electricidad fuese puesta en términos comerciales en preparación para su eventual venta”, por la sencilla razón que la ideología privatizadora ofuscó la racionalidad (“free market ideology trumped clear thinking”). El resultado de este fracaso, continua Phillips, es que el Banco Mundial ha decidido que “no importa si la infraestructura está en manos públicas o privadas. Lo que importa es que opere como negocio (es decir, con criterios de eficiencia y efectividad), combinando propiedad pública con administración privada”.

Al final de cuentas, nos dice Peter Woicke, jefe de la sección financiera, “depende de la aceptabilidad política de tarifas comerciales en cada pais—ese es el punto” para entonces concluir con lo obvio “Alguien tiene que pagar—los usuarios, los pagadores de impuestos, los donantes, o las generaciones futuras”…..en los paises más pobres podría ser una combinación de los cuatro.

Michael Phillips finaliza su nota con otra perogrullada tantas veces negadas por el Banco Mundial y el Banco Interamericano—en el futuro (refiriéndose al BM), se exaltarán las virtudes de los subsidios para asistir a quienes no puedan absorber los costos básicos para poder sobrevivir.

No son muchos los años que han transcurrido cuando estos dos organismos (fuí Director Ejecutivo y luego jefe de la cooperación técnica del BID) no podían tolerar que se hablara de subsidios, o que se contemplara la absorbción de una parte de los costos a traves de los impuestos o trasladandolos a generaciones futuras, para contener el aumento de las tarifas y su efecto nocivo sobre los consumidores de bajos ingresos o en areas del pais necesitadas de infraestructura básica. Reinaba entonces como ley absoluta, el concepto de fijación de los precios (tarifas) en base exclusiva a los costos marginales, existiendo otras alternativas con mejor impacto distributivo, más favorables a los grupos de bajos ingresos y a las regiones geográficas de menor desarrollo, e igualmente respetuosas de los conceptos de eficiencia y efectividad.

Esto me trae a memoria algunas experiencias británicas precipitadas por las privatizaciones de la Primer Ministro Thatcher, que hoy se encuentran cuestionadas y bajo escrutinio y revisión. Se privatizó el sistema ferroviario junto con los servicios de electricidad y agua (entre otros), produciéndose al poco tiempo aumentos en los precios para cubrir gigantescos aumentos de salarios, sueldos y beneficios. Sin lograr demostrada mejoría en la prestación de los servicios, no tardo en hacerse necesario reducir costos ya que, como empresas privadas, las ganancias prioridad sobre el servicio al público (conocido por economistas como poder monopólico), para poder cumplir con los accionistas y tenedores de bonos, además de la dirigencia empresarial. Como resultado, hoy son muchos los que recomiendan revertir el proceso y volver a nacionalizar algunos de estos servicios, en particual el sistema ferroviario.

Una vez más queda demostrado que la experiencia es el nombre que muchos le dan a sus errores (Oscar Wilde) y que de ella se deriva la razón y la buena inteligencia que conducen al buen juicio (Leonardo da Vinci). Como siempre me recuerda mi esposa Beatriz – la experiencia es la madre de todas las virtudes.

21 de julio de 2003

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