María Daniela Pérez Olbrich
@Rendivalores
En la jornada del 24 de octubre, el presidente Donald Trump pidió a los senadores republicanos que levantaran la mano a manera de voto según su preferencia para el nuevo presidente de la Reserva Federal (FED). El resultado arrojó como ganador a John Taylor, economista egresado de la Universidad de Stanford.
Sin embargo, hasta el momento solo podríamos decir que las probabilidades de ser seleccionado aumentaron. Taylor continúa en la carrera con Jerome Powell y la actual presidente, Janet Yellen; ya que aún no se ha anunciado el nominado oficial, el cual debería darse a conocer antes del 3 de noviembre.
En diversas ocasiones Taylor ha mencionado que la FED debería seguir una política monetaria basada en reglas más que una política discrecional; específicamente se ha referido a la regla que creó en 1993 como un método efectivo para encontrar la tasa de interés nominal recomendable según el ciclo económico. Este método de toma de decisiones por reglas va en contra del estilo discrecional que ha adoptado la Reserva Federal en los últimos años.
La regla de Taylor es un mecanismo que reduce la incertidumbre asociada a las acciones futuras de cualquier Banco Central ya que, al tener establecida una ecuación matemática que determina la tasa de interés, el mercado puede tomar decisiones con información completa.
Básicamente se trata de una función que relaciona el nivel de inflación y crecimiento económico para determinar la tasa de interés correcta, de manera que la economía no se enfríe ni recaliente. Con el paso de los años la regla ha sufrido alteraciones e incluso Taylor en 1999 flexibilizó el coeficiente que acompaña al crecimiento. Los críticos de este método de decisión señalan que su rigidez podría afectar la velocidad de reacción de la política monetaria y su capacidad de adaptación ante grandes shocks en la economía.
En la actualidad, distintos Bancos Centrales toman en cuenta esta regla entre otros métodos más discrecionales para dirigir su política monetaria.
