Economía

Los retos del ministro Rodrigo Cabezas

Entre el nuevo gabinete, la atención se concentra especialmente sobre Rodrigo Cabezas, el nuevo factotum de las finanzas venezolanas. En principio, porque la suya es el área de más delicado ejercicio en el conjunto de la actividad pública. Un retardo en Interior y Justicia puede provocar una oleada de muertos u otro motín carcelario; en Infraestructura: el atraso del plan de viviendas; en salud, menos hospitales y más enfermos, pero en el fascinante mundo de la economía, la seguridad, las señales, los síntomas y detalles pueden inmediatamente traducirse en la estabilidad o ruina de millones de personas.

Y es que a pesar de la bonanza petrolera, del superávit fiscal, de los excedentes en las reservas y tantos signos auspiciosos, a Cabezas no le han entregado un ticket para pasear en góndola. Esta misma semana, el mero nerviosismo por el efecto de las nacionalizaciones anunciadas impactó en la bolsa de valores y llevó el dólar paralelo por encima de los cuatro mil bolívares. Usted y yo sabemos que la bolsa se estabilizará y el dólar volverá a su valor promedio, pero basta esta muestra de la volatilidad de las finanzas para calibrar cuán delicado es su manejo.

Creo que aún la oposición más recalcitrante —casualmente la que tiene más bienes y riesgos en juego— celebrará la selección de Cabezas, un economista de dilatada trayectoria, con amplia experiencia legislativa y el necesario olfato político para calibrar la magnitud de los momentos. De hecho, los venezolanos tenemos una especie de trauma nacional por la inoportunidad de los ministros en el momento clave. Siempre me he preguntado para cuándo hu biese sobrevenido el Viernes Negro si en vez de aquel ministro inteligente pero antipático —El “Bufalo” Díaz Bruzual— hubiésemos tenido un rostro agradable que mantuviera la confianza.

Porque hoy más que nunca Venezuela está en la encrucijada vital de su destino. Con tantos recursos como para dejar atrás el subdesarrollo, vencer la miseria expandida, diversificar la economía, darle valor agregado al petróleo, producir más gas y más carbón, reducir drásticamente la deuda externa y pagar la deuda interna. El final feliz que a todos conviene y donde todos estaremos mejor.

Como también pudiéramos saltar atrás. De hecho, ya ha sucedido. Que sobrevengan otras vacas flacas y de repente amanezcamos con una insoportable carga burocrática, deuda y sin fuentes alternas de trabajo. Y de nuevo la especulación cambiaria, los agiotistas del dólar disparando los rumores, las corridas bancarias y las pesadillas que ya vivimos en los años ochenta y noventa.

El profesor Cabezas tiene ahora la singular oportunidad de ayudar a que Venezuela recorra el primer camino, el del final feliz, y no la recurrente pesadilla. Podría concienciar al Presidente de la oportunidad de tomar ahora ciertas medidas importantes.

La primera, tocar el precio de la gasolina. Ese valor irrisorio no es una gracia con el pueblo, más bien lo perjudica. En el Táchira, Apure y otros estados fronterizos se vive la otra cara de la moneda, sin gasolina en las noches, sólo para combatir el contrabando de extracción. No sugiero la internacionalización del precio, sólo su racionalización, hasta el punto que cubra sus costos de producción, claro está, creando los mecanismos compensatorios para no afectar a los sectores más humildes.

El ministro Cabezas tiene la estelar oportunidad de propiciar un profundo rediseño del sistema financiero nacional para hacerlo más ágil, funcional y confiable. Que desaparezcan los vestigios de la antigua voracidad lucrativa, como el increíble cobro de comisión y porcentaje por el dinero ajeno en las tarjetas prepagas usadas en el exterior. Que finalmente se abrevien los trámites para el otorgamiento de pequeños créditos. Y para que en lugar de tanta publicidad repetitiva y fastidiosa, los bancos compitan en calidad de atención, rapidez, distribución de agencias y menores costos por sus servicios.

También le haría un bien capital a la patria el ministro Cabezas si logra que el presidente Chávez frene el crecimiento de la nómina burocrática. Un techo, un tope y que de allí en adelante se generen otras formas sucedáneas de contratación: destajo, free lance, cooperativismo, lo que a todos convendría. Incluso, que lograra prorrogar la edad laboral hasta los setenta años, con lo cual el país aprovecharía sus mejores talentos en la edad más productiva.

Rodrigo Cabezas, zuliano de origen muy humilde, más aún, hijo de un inmigrante ecuatoriano, sabe bien que la ruina de una economía siempre afecta a los más pobres y casi nunca toca a los ricos. Le pido a Dios que tenga la entereza suficiente para afrontar el problema de fondo: la disminución de la propensión media al consumo. Que mientras sigamos gastando y derrochando en cuanto trapo, frasco y producto nos pongan al frente, siempre seremos pobres. Que aprendamos a ahorrar, a atesorar, a conservar, a valorar el producto del trabajo.

Esa reconversión de la mentalidad es más importante que la monetaria o de las divisas. No importa que el billete valga mil, o cien, o diez, o si el cambio es en dólares o en euros. Lo fundamental es que aprendamos a administrarnos. Porque nunca alcanzarán todas las bonanzas de la historia para mantener y curar a un país que en cada feriado se harta de aguardiente, trasnocho y playa, donde la mayoría no guarda ni un centavo para la vejez ni para la en fermedad.

En síntesis, que este socialismo del siglo XXI también sea competitivo, de crecimiento personal, de responsabilidad individual, de enaltecimiento cultural, todo lo cual comienza con una nueva visión del hecho productivo. Más importante que ganar es producir, más importante que cobrar es atesorar, mejor conservar que gastar, mejor mantener que cambiar.

Y es que habiendo votado o no por Chávez, hoy es obligatorio que todos apostemos por su triunfo. Son seis años más en los cuales nunca podemos jugar a crisis ni a recesión ni a estancamiento ni a desempleo. Si ellos triunfan, todos triunfamos. Incluso, la oposición tendrá más dinero para hacer más campaña, el Gobierno mucho más que mostrar y el centro “ni-ni” más calma para pensar en frío. Dios ilumine sus mentes y aclare los caminos en el mañana que ya comenzó.

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