Economía

Nuestro petróleo nuevamente bajo la lupa

Tal como nos lo recuerda Alberto Quirós Corradi, en su artículo del 12 de los corrientes, una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. A esta máxima, nosotros nos permitimos agregarle que una media verdad también surte el mismo efecto.

Nos referimos al incesante proceso informativo contradictorio, el cual no hace sino contribuir, cada vez más, a confundir la opinión pública nacional, en una materia de tan vital importancia como lo es la explotación de nuestros hidrocarburos.

Según las cifras oficiales, publicadas por el Banco Central de Venezuela y por PDVSA, en 2006 y 2007 nuestra producción diaria promedio de hidrocarburos líquidos – excluidos los condensados – habría sido de 3.250.000 barriles y 3.070.000 barriles respectivamente. A su vez, los ingresos totales, obtenidos por la nación en ambos años, por concepto de exportaciones de petróleo crudo y de productos refinados – gasolina, gasoil, diesel, aceite de calefacción, querosén – habrían totalizado, en esos mismos años, aproximadamente US$ 60 millardos y US$ 64 millardos.

Como se podrá notar, dichos ingresos aumentaron, a pesar de haberse reducido en 5.54% los volúmenes de producción (no el PIB petrolero como lo reseña erróneamente El Nacional en su pág. 1-12 del 5-1-2008) y, por ende las exportaciones correspondientes a 2007 vs. 2006. Ello se debió, como es ya bien sabido, a que, contrariamente a lo vaticinado por varios analistas petroleros, en julio 2007, el precio internacional promedio de nuestro crudo ese año, en lugar de disminuir, acusó un aumento de 15.7% con respecto a 2006, habiendo pasado de 56.35 a 65.20 US$/barril.

No obstante, haciendo abstracción de los datos de producción oficiales antes citados y sobre la base de las cifras y estadísticas publicadas por la AIE y la OPEP, hemos podido leer en la prensa y revistas nacionales, especialmente en el transcurso de los últimos dos años, varios artículos e informes según los cuales nuestra producción ha sido, tanto en 2006 como en 2007, aproximadamente 23% inferior a la declarada por fuentes ligadas al gobierno nacional.

Con la finalidad de despejar definitivamente las dudas sobre un punto de tanta relevancia, tal como reportáramos en nuestro artículo publicado en esta misma revista el 12/12/2007, en noviembre pasado nos comunicamos, en París, con el ejecutivo responsable por la AIE, de la recolección de los datos de producción de hidrocarburos a escala mundial. Nuestra iniciativa obedeció al hecho que en uno de los cuadros donde esa Agencia reporta mensualmente la producción de los diferentes países, aparece una nota referida al nuestro, donde se afirma que lo reportado no incluye el “Orinoco extra-heavy oil”. Sin embargo, curiosamente dicha nota, en lugar de haberse colocado al lado de la producción de crudo venezolano, se encuentra calificando la cifra total de los condensados producidos por los miembros de la OPEP.

Al ser interrogado sobre el particular, insólito en nuestra opinión, el funcionario antes aludido admitió el carácter ambiguo de dicha nota y ofreció, como única explicación, que ello obedecía al hecho que la AIE obtenía sus informaciones de la OPEP y ésta, a su vez, de los propios países productores. En el caso de Venezuela, se deja entrever que ambos organismos enfrentan dificultades para la obtención, a tiempo, de las informaciones mensualmente solicitadas. Por otra parte, es también ampliamente conocido el hecho que varios países miembro de la OPEP, sin referirse explícitamente al nuestro, frente al establecimiento de cuotas de producción, han tradicionalmente recurrido al conocido “cheating”, reportando volúmenes de producción inferiores a los reales.

Volvamos ahora a nuestros propios cálculos de producción, con base en nuestros ingresos de US$60 y US$64 millardos, por concepto de exportación de hidrocarburos en 2006 y 2007. Al aplicar los precios promedio, antes citados, de exportación de nuestros crudos para ambos años, de 56.35 y 65.20 US$/b, aumentados tentativamente en unos US$10/b, para incluir la cuota parte de productos refinados, exportados a un precio más elevado, obtenemos un volumen diario promedio de exportación de unos 2.477.000 barriles. Si a esa cantidad, le agregamos el consumo doméstico de unos 550.000 b/d de derivados y 220.000 b/d de LPG, obtenemos una producción diaria promedio de 3.247.000 b/d en 2006. Al repetir ese cálculo para el año 2007, se obtiene un volumen diario promedio, de exportación de hidrocarburos, de 2.330.000 de barriles. Si a esa cifra le sumamos el consumo del mercado interno de 770.000 b/d, nuestra producción, en 2007, habría promediado 3.100.000 b/d.

Estamos conscientes de que los cálculos anteriores podrían contener errores debido a presunciones inciertas y/o inexactas. No obstante, todo parecería indicar que, grosso modo, ellos no deberían distar mucho de la realidad. Eso es, siempre y cuando los ingresos anuales reportados por el BCV no contengan desviaciones considerables. No obstante, de ser ese el caso, resultaría entonces difícil explicar la fuente que alimenta el altísimo nivel de importaciones, el balance comercial altamente favorable, el elevadísimo gasto público, incluyendo las dádivas, la corrupción, así como el despilfarro que caracterizan una buena parte de nuestros organismos estatales y para-estatales.

Finalmente, volviendo al artículo referido al comienzo del presente, resulta interesante, por absurda, la información en él recogida, referente al volumen de exportación de 3.200.000 barriles diarios de crudo, incluido en el presupuesto del gobierno nacional para el año en curso. Para satisfacer ese nivel de exportación, nuestra producción total promedio de petróleo este año, al incluir el consumo doméstico, no podría ser inferior a 4.000.000 b/d. Eso resulta evidentemente imposible, como tampoco es creíble la estimación de un ingreso nacional total, por concepto de exportación de hidrocarburos en 2008, reducido a US$ 40,8 millardos. En efecto, ello equivaldría a 36% de reducción, en comparación con el ingreso de aprox. US$ 64 millardos obtenido en 2007 por ese mismo concepto. Aún si considerásemos una caída adicional, de tal magnitud, de nuestra producción petrolera en 2008, debido a los factores bien conocidos y de nuevo mencionados con acierto por el Dr. Alberto Quirós en su artículo, no sería aventurado presuponer que esa reducción no resultaría tan pronunciada. Además, no se descarta que los precios del crudo sigan ascendiendo este año, lo cual compensaría, cuando menos en parte, los efectos negativos causados por una reducción adicional, previsible, de nuestra producción.

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