Economía

Perspectivas Económicas 2010: Entre Políticas y Políticos

Tomando ventaja del hecho de que han transcurrido dos meses del presente año 2010, me atrevo a realizar algunas reflexiones acerca de “cómo pinta” el presente año.  Y es que han pasado algunas cosas y se han tomado ciertas acciones y decisiones en estos dos primeros meses que no eran fácilmente previsibles a finales del año pasado.

A lo que era una necesidad de corrección ineludible y prescrita por la racionalidad económica como la devaluación del bolívar, se le unió la aceptación por parte del Gobierno Nacional de la criticidad del problema eléctrico y del agua, lo que puso a más de uno a pensar en la gravedad de la situación actual.  Estas decisiones se han combinado con la continuación de acciones de corte radical en función del sistema económico que trata de imponerse; nuevas intervenciones y amenazas al sector privado (entre ellas, Hipermercado Éxito y Polar) que limitan su iniciativa económica, terminando por copar la escena de la incertidumbre, o la certidumbre si lo observamos desde otro punto de vista.

Hay quienes pensaron que en este año de elecciones parlamentarias, el Gobierno podía tratar de “pasarlo de manera light” para evitar verse afectado electoralmente. Otros consideraron que no había tiempo que perder para profundizar el proceso. Definitivamente, el Gobierno parece haber tomado el segundo de los caminos, en una apuesta a “o todo o nada”.

El relativo bajo ritmo que lleva la asignación de divisas para la actividad económica durante enero y febrero de este año, así como de la ejecución del gasto público, a pesar de un nivel de precios petroleros bastante recuperado del orden de US$/bl 70, cabria esperar que el Gobierno comience a acelerar la entrega de $ y a acelerar el gasto público en los próximos meses para tratar de cumplir con los objetivos trazados y complacer las exigencias de la población y los electores.  Los impactos inflacionarios serán eludibles y la tasa de inflación no parece que será inferior al 30% en ningún caso. Como dato, el año 2009, sin devaluación oficial, la tasa de inflación cerró en 25,1%

Sin embargo, lo grave para este año no parece ser tanto el nivel que alcance la inflación (que de por si ya es bastante grave) como la escasez de productos que pueda presentarse. Ya hay algunos signos inquietantes con la leche y el azúcar, pero la delicada situación eléctrica y de agua, unida a la insistente amenaza hacia la iniciativa privada, atentan fuertemente contra el crecimiento económico del país durante el presente año. Las estimaciones realizadas apuntan a resultados dentro de un rango de una caída del PIB global de la economía de 5-6% y un crecimiento de 1-2%; por supuesto, estas últimas previsiones provienen del Gobierno Nacional. Es más, ya el propio Presidente de la República ha declarado que “Si nosotros llegamos a crecer 1% del PIB, yo estaría conforme”.    

Y es que el panorama, tanto en el sector privado como en el público, luce poco prometedor. Por más que haya la buena intención de obtener un crecimiento económico, la realidad se impondrá. Las amenazas a la propiedad privada, materializadas muchas de ellas en sectores que no solo tienen que ver con los productos de primera necesidad, el decreto de emergencia eléctrica y los horarios recortados para el funcionamiento de la industria y el comercio, unido a las penalizaciones establecidas, se convertirán en el principal desestímulo a la expansión de la producción. A menos que el crecimiento del volumen de  la demanda de bienes y servicios justifique económicamente un aumento de la producción porque sea rentable (hecho que en el mejor de los casos solo podría ser temporal para evitar el cierre de los negocios por parte de los órganos del Gobierno), el producto real de la economía no crecerá.  

Por su parte, tampoco es previsible un crecimiento de los salarios reales que estimulen el consumo, puesto que la inflación esperada superará los ajustes esperados en los salarios nominales. A titulo de ejemplo valga con señalar que los salarios reales han disminuido cerca de un 20% en los últimos tres años de manera sostenida y se ubican por debajo de los niveles de salarios reales vigentes en 1997. El incremento del salario mínimo anunciado para este año de 25% en dos partes (marzo y septiembre), se terminará convirtiendo en un ajuste nominal aun menor al anunciado, precisamente por realizarse en dos momentos distintos y, peor aun, si se calcula en términos reales. A todo esto se le suman las rigideces que persisten en el mercado laboral, caracterizadas por la extensión por decimosexta vez de la medida de inamovilidad laboral (desde 2002). En definitiva, la industria y el comercio privados lucen poco esperanzados por la política-económica y por la política-política para incrementar su producción, lo cual pudiera ser más agudo en los tres primeros trimestres del año, relajándose esta situación hacia el último trimestre. Ni siquiera el aumento esperado en el gasto público parece ser suficiente estimulo para incrementar el producto privado.

La situación en el sector público luce igualmente complicada, aunque por otras razones, excepción hecha del producto a ser generado por el Gobierno directamente, el cual es previsible que aumente por la expansión esperada del gasto fiscal, aunque no con el impulso mostrado en años anteriores por los efectos inflacionarios antes aludidos. Definitivamente, el PIB público se verá mas afectado por la capacidad de las empresas del Estado, especialmente las industrias básicas, para expandir su producción, en razón de las limitaciones que le impone la situación eléctrica, dado que son los altos consumidores industriales del sector público. Por mas que se instalen plantas propias para la generación eléctrica y el autoconsumo en estas empresas públicas, la mayor parte del año transcurrirá sin efectos positivos sobre el producto que puedan generar, inclusive mas allá de la recuperación de sus principales mercados de exportación.

Las restantes empresas públicas, excluida la industria petrolera, dependerán de su capacidad de generación de ingresos vía el ajuste de sus precios y tarifas, o la transferencia de recursos por parte del Gobierno Central y la contratación de nuevo endeudamiento; aquí la disputa entre destinar recursos fiscales al gasto reproductivo o al gasto social en un año electoral será la clave para medir los impactos económicos. Petróleos de Venezuela S.A., por su parte, se verá enfrentada a un escenario internacional favorable relativamente, aunque su aporte al PIB real de la economía continuará alrededor de sus niveles históricos; no obstante, cabe esperar un incremento de sus gastos sociales (disminuidos durante 2009) debido a las características políticas particulares que presenta el 2010.     

No se descarta un ajuste del precio de los combustibles hacia el IV trimestre del año por circunstancias muy similares al ajuste que debió realizarse a la tasa de cambio al inicio del año. Esperar que se produzcan dos ajustes en variables claves en un mismo año, previo a las elecciones parlamentarias no parece factible políticamente, pero dada la estrechez financiera que significa producir y vender gasolina de manera racionalmente económica y rentable, ahora si parece ineludible ajustar el precio de los combustibles este año, eso si, hacia finales del mismo.

Tampoco es descartable el impacto positivo que podrían tener dos importantes decisiones, una, la posibilidad de financiamiento de proyectos públicos con base en la última reforma realizada a la Ley del BCV y, la otra, la aplicación de recursos para los mismos fines vía algunos fondos públicos, entre ellos el Fondo con China, que incluso recientemente se anunció su posible expansión de $ 12.000 millones a $ 20.000 millones.

Por cierto, tampoco habría que descartar una posible devaluación oficial del signo monetario eliminando el mercado de Bs./$ 2,60, por mas beneficios diferenciales que le aporta al Gobierno; pero claro está, ello tambien cabria esperarlo para después de las elecciones parlamentarias. Esto ocurriría en el escenario nada abstracto de que el dólar del mercado paralelo o permuta no ceda de sus niveles actuales y no se acerque al de Bs./$ 4, 30 (propósito oficial), …. como es lo mas probable y realista que ocurra, tanto con resultados electorales favorables como contrarios al Gobierno.

Así pues, hay suficientes razones para pensar que este no será un año de recuperación económica y menos aun para la salida de la economía de su situación de estanflación (recesion con inflación). Para los más conservadores, vistos los pros y contras del crecimiento, así como por el hecho de estar atrapados entre “políticas y políticos”, será mejor manejarse en un escenario de una contracción económica de entre 1 y 2%. Habrá que esperar nuevos tiempos, es decir, el 2011, con lo cual se nos habrá pasado otro año en la espera de “buenas nuevas” que nos permitan retomar el crecimiento continuado, o como prefieren llamarlo otros, el crecimiento sostenido y el desarrollo.

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