Economía

Posible crisis por alto endeudamiento en sector privado

En el último cuarto del siglo XX vimos las amenazas de quiebra gubernamental
por exceso de endeudamiento. En 1982, cuando México declaró la moratoria de
la deuda externa, el mundo económico despertó dándose cuenta que había
muchos países muy endeudados, y que los gobiernos también quiebran.

El sector bancario internacional había «hecho su agosto» en la década de
1970 en los países subdesarrollados, prestando a diestra y siniestra a
cualquiera. Las normas que conocimos después y que regulan esa materia son
de la década de 1980 para acá. Antes, los banqueros internacionales
visitaban cualquier ente público venezolano, y le prestaban, casi sin
garantía, y los gerentes gubernamentales tomaban el dinero alegremente.

Todo era laxo (probablemente estoy exagerando todo, pero es una exageración
intencional para ejemplificar mejor lo que viene a continuación), y cuando
el gobierno de Luis Herrera suspendió el pago de la deuda venezolana, aquí
desde concejos municipales hasta cualquier empresa pública y el mismo
gobierno nacional tenían deuda externa, y nadie sabía ni tenía idea de a
cuánto ascendía el total.

Antes hubo la creencia de que los gobiernos no quebraban. Después comenzó a
ponerse en duda, y en Argentina se demostró que si quiebran. Si seguimos
exagerando para simplificar, al ver que los gobiernos pueden quebrar, y el
dinero prestado se puede perder, muchos se concentraron en las empresas
privadas, especialmente las grandes y/o las multinacionales. Me imagino que
más de un banquero venezolano está dispuesto a prestarle a ciegas a
cualquiera de las transnacionales del petróleo que llegaron a Venezuela en
la apertura petrolera. Por ejemplo, más de uno estará dispuesto a cualquier
cosa con tal de ser el banquero de la Shell, de ExxonMobil o de British
Petroleum.

Sin embargo, recientemente en Estados Unidos «quebró» (quiebra fraudulenta)
una colega de éllas, la Enron (algunos analistas exageran, y dicen que fue
más importante la quiebra de Enron que los atentados a las Torres Gemelas
del World Trade Center). En Venezuela estamos más acostumbrados a ello,
desde el famoso caso de León Mishkin, cuando el ex Presidente Luis Herrera
acuñó la más famosa frase «empresas quebradas y empresarios ricos». Después
vendrían el BND, el Banco Comercio, el Banco Latino, etc. (disculpen si
exagero y espero que nadie se sienta ofendido ni inculpado). Aquí en
Venezuela hemos tenido centenares y miles de «Enron», y ya estamos vacunados
a esos escándalos.

Ultimamente se le está poniendo el ojo a las grandes empresas privadas, y
¡sorpresa!, hay muchas endeudadas hasta los tuétanos. Por ejemplo,
solamente las deudas de las empresas europeas de telecomunicaciones Deutsche
Telekom y France Télécom suman montos similares a los que llevaron a
Argentina a la quiebra (les recomiendo un artículo publicado en la edición
digital del diario español La Vanguardia, en la dirección
http://www.lavanguardia.es/web/20020303/22971020.html). Hasta hace poco las
veíamos protagonizando espectaculares fusiones y absorciones, y salía una
notica en la misma noticia diciendo que XXXX banco de inversión sirvió como
intermediario y financista de la operación. Es decir, estaban creciendo con
deudas, era un tamaño prestado, y eso va en contra de cualquier
recomendación económica en cualquier parte del mundo, aplicable a cualquier
país. raza, lengua o religión.

Es verdad que todavía DT y FT no están amenazadas con la quiebra inmediata,
pero no se extrañen que ello suceda. Y ello va también para muchas empresas
del sector de las telecomunicaciones, especialmente las llamadas «punto com»
(o de internet).

Hasta en el mismo año 2001 todavía se leían noticias donde un empresa «punto
com» compraba a otra por una suma multimillonaria. Ello no estaría nada mal
si no fuera porque ambas eran nuevas (igual que todo lo relacionado con el
internet) y todavía no habían tenido su primer mes de ganancias operativas,
además de que se vendían en varias veces el valor de sus ingresos brutos
anuales.

Esas ventas estaban financiadas por bancos y/o inversionistas
institucionales. ¡Fueron un buen negocio! … para el vendedor. Pero ahora
ya están entrando en alerta.

Dos culpables a largo plazo

Haciendo una mirada de más largo plazo, vemos que en las últimas tres
décadas salimos de una crisis de endeudamiento para entrar en otra. Primero
fueron los países subdesarrollados, especialmente los latinoamericanos y
africanos, paralelamente con la crisis bancaria interna en los países
desarrollados, como Estados Unidos. Luego, aunque todavía en Latinoamérica,
vino el «efecto tequila», para caer después en la crisis asiática, en la
rusa, la turca, las «punto com», la japonesa, la turca, la argentina, … y
quién sabe cuál será la próxima.

Para que haya una crisis de deuda debe haber dos culpables: el que pide
prestado, y el que presta. Ambos son irresponsables, y a ambos les falta
ética, son administradores incapaces, malos gerentes, y de visión limitada
porque no ven el largo plazo. (Mis opiniones hoy son muy duras y
desconsideradas).

Sin embargo, si nos fijamos en los últimos 25 años, vemos que han estado
presentes diferentes tipos de deudores, pero un mismo tipo de acreedores,
por lo que uno tiende a pensar que hay tanta o más culpabilidad en el lado
de los prestamistas que de los deudores. Después de todo, muchas veces son
entidades que ni personal ni institucionalmente tienen experiencia, mientras
que no se puede decir lo mismo de los bancos, que si bien tienen personal
nuevo de forma permanente, deberían tener una tradición institucional (no es
necesario tener 220 años para tener una experiencia similar a la de la
aseguradora inglesa Lloyd’s, ni haber nacido hace más de 120 años para decir
que se tiene la experiencia del Banco de Venezuela o del Banco Caracas;
tampoco las instituciones deben ser añejas, porque muchas veces una es
separación de otra, o se forma con personal que ya tiene experiencia, o la
empresa cambia de nombre y/o dueños) que les de la suficiente enseñanza para
enseñarles a evitar el riesgo, porque ese dinero se los confiaron
depositantes e inversionistas.

Ese dinero es ajeno, no de ellos, y tal vez por eso son más laxos y
liberales en su manejo. Si no es así, que me nieguen, pero afirmo que
jóvenes recién graduados realizan análisis financieros para estudiar el
destino de US$ 500 millones o más en los bancos transnacionales, y cobran
sueldos de menos de US$ 5 mil mensuales, y como vivimos en un mundo donde
uno se deja llevar por la apariencia y/o las influencias, era muy probable
que uno de estos «genios» haya recomendado colocar US$ 1 millardo en papeles
de Argentina apenas el mes de octubre del 2001, sólo porque leyó una
declaración de alguien perfecto como Domingo Cavallo diciendo que todo
estaba bien y magnífico, y el tenía que conseguirle colocación a ese
millardo de dólares que no saben que hacer con él, porque para eso le están
pagando un sueldo.

Pero paramos aquí, porque nuestra intención no es dar un curso de decisiones
bancarias correctas e incorrectas, ya que evidentemente, no hay espacio
suficiente. Sólo les decimos que, si hasta ahora se pensó que sólo el
sector público puede caer en problemas de grandes insolvencias, parece que
también el gran sector privado lo puede hacer, y hasta más grandes.

———-
(*) Economista.

E-mail: [email protected]

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