Economía

Referendum para la revolución de la solidaridad

Habiendo participado como testigo en su constitución, celebro el estreno y la ampliación de la Comisión del Diálogo, esperando logre conjurar nuestro vicio cultural de ahogar en palabras todo intento de concreción práctica. La necesaria catarsis nacional no será efectiva por la vía retórica sino a través de hechos, reduciendo rápidamente el desempleo, y no reformulando la sempiterna lista de buenas intenciones.

El explosivo deterioro de nuestra economía y la abrumadora desconfianza que espanta el ahorro impone que la unión provenga de un shock emocional colectivo capaz de hacernos sentir que chavistas y no chavistas navegamos en el mismo barco, y que solo el petróleo es capaz de ofrendarnos. Exige librarnos de dogmatismos empobrecedores para modelar una idea-fuerza motorizada con el mismo petróleo que con su fabuloso poder generador de inversión marcó largas décadas de crecimiento, estabilidad y pleno empleo, precisamente cuando creíamos en el temprano agotamiento de nuestras reservas. Hoy, que las sabemos infinitas, tenemos la oportunidad de rescatar nuestra pretérita condición de líderes mundiales, al tiempo de plasmar la revolución de la equidad. A través de la buena nueva de la economía solidaria anunciada por el flamante Ministro de Planificación lograremos acabar con la pobreza en un programa de inclusión de la familia venezolana.

Encuentro entre Estado y sociedad

No se puede ignorar la irrefrenable demanda social de un referendum que legitime o releve a un gobierno que irradia precariedad. Sea cual fuere su carácter y su resultado, nada garantiza que vaya a promover la unidad y la confianza. Más bien es probable que acentúe la fractura social y la incertidumbre, y por ende, la pobreza. Excepto que la consulta se refiera a un programa que de por sí conlleve la unidad nacional.

En este sentido no encontrarán nuestros políticos una idea más acorde con la revolución participativa, ni nuestros economistas una más productiva y generadora de confianza que el accionariado popular en el negocio petrolero: Abrir la inversión a los venezolanos para recuperar nuestro ahorro expatriado y reducir la dependencia de la inversión extranjera. Distribuir una porción de las acciones de Pdvsa entre todos los ciudadanos a través de sus fondos de pensiones, fundando el nuevo sistema de seguridad social asociado a la economía.

Aunque la Constitución permite democratizar las acciones de sus filiales, el impedimento respecto a Pdvsa justificaría la realización de un referendum modificatorio, el cual por su capacidad de generar consenso, se transformaría en el instrumento de la unificación nacional.

El gobierno se relegitimaría con abrumador respaldo: de sus seguidores, por concretar la revolución solidaria, y de la oposición, por el compromiso programático que asegurará prosperidad para todos.

Efectos económicos inmediatos

El solo anuncio de tal referendum aplacará los ánimos y devolverá la confianza en la economía. El mercado descontará el enorme auge previsible a su aprobación, uno de cuyos escenarios presentamos:

Además de activar el inmenso valor de Pdvsa, la colocación del 10 % de sus acciones en la Bolsa permitirá percibir entre 10 y 15 millardos de dólares que nos sacarán del atolladero. Otra porción será aportada a un sistema de fondos de inversión, parte de cuyas participaciones serán cedidas a los ciudadanos a través de sus fondos de pensiones, las cuales serán inalienables hasta su edad de retiro.

La colocación primaria de acciones privilegiará a los ciudadanos mientras las conserven, incentivando así la cultura del ahorro y la inversión en el país. La exitosa experiencia de apertura al mercado de las petroleras estatales de Brasil (Petrobrás) y Noruega (Statoil) sin perder el Estado su control, permite prever similar efecto multiplicador, tanto en el mejoramiento y expansión de Pdvsa como en el auge del mercado de valores, motor de la diversificación económica.

Un convenio estratégico con Estados Unidos nos asegurará el mercado petrolero en condiciones preferidas, inaugurando una larga era de prosperidad con equidad.

Amigos comisionados: antes de descartar la idea, pidan unas corridas de computadora que permitan ponderarla.

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