Economía

Rentismo y la gestión fiscal

La continuación de los vicios del «puntofijismo»

El antichavismo económico ha encontrado uno de sus flancos de ataque favoritos al Gobierno actual en la gestión fiscal. Efectivamente, la gestión fiscal actual presenta los rasgos básicos que caracterizaron al período «puntofijista»: insostenibilidad e ineficiencia. Insostenibilidad, pues se elevan a corto plazo los gastos a niveles superiores a los que podrán mantenerse a mediano y largo plazo y se hace además comprometiendo ingresos futuros a través del endeudamiento, propiciando con ello la posibilidad de un ajuste fiscal a mediano plazo (es decir, un recorte abrupto de los gastos y/o un incremento de los ingresos vía más impuestos y/o devaluación e inflación). Ineficiencia, que tiene como expresión más evidente los cada vez más frecuentes casos de corrupción, pero cuya manifestación más dramática es el escaso impacto que tienen los altos niveles de gasto público sobre el crecimiento económico y sobre el bienestar de la población en general.

La posición antichavista, parece sugerir que si las riendas del Gobierno estuviesen en manos de individuos más capaces la gestión fiscal del país podría a corto plazo experimentar un saneamiento apreciable. De acuerdo a esta posición, es la escasa formación y capacidad de quienes dirigen el Gobierno la causa básica de la mala gestión fiscal.

¿La defensa del chavismo? Débil e incoherente. En el Gobierno parece imperar el desconcierto y la impotencia ante el deterioro fiscal, ante lo cual se utiliza el predilecto lugar común: «los vicios que se enquistaron durante décadas de puntofijismo no pueden erradicarse de la noche a la mañana». La única acción concreta que logra articular el Gobierno es arreciar las acciones policiales, mientras que en un ingenuo intento de intimidación se promete una milagrosa «Ley Anti-Corrupción» y se amenaza con decretar un «estado de excepción».

Para poder ponderar que proporción de razón hay en la posición anti-chavista y cuánta en la posición chavista es necesario analizar las causas más profundas del problema. Cuando se lleva adelante tal análisis, se encuentra que el rentismo está en la raíz de los problemas fiscales, y a pesar, de que entre buena parte de los políticos e intelectuales del país, chavistas y anti-chavistas, existe acuerdo en torno a este punto, la comprensión que manifiestan acerca de la naturaleza del fenómeno rentístico y de la forma de enfrentarlo parece inadecuada.

¿Qué es el rentismo?

El término «rentismo» como ha sido utilizados comúnmente en el país, tienen su contraparte en el término «rent-seeking» pertenecientes al argot de politólogos y economistas anglosajones. En términos muy generales, con este término se hace referencia a la predisposición o esfuerzos de un ciudadano o grupo de ellos por apoderarse de las rentas o ingresos producidos por otros ciudadanos. En la práctica, este término suele restringirse a aquellos casos en que se utiliza al Gobierno como medio o vía para este apoderamiento, es decir, se trataría de situaciones en que un ciudadano o grupo de ciudadanos presionan con el fin de que el Gobierno utilice su poder y derecho a cobrar impuestos y a disponer de las riquezas del Estado, en su beneficio.

Las formas más abiertas y obvias de rentismo son desde luego la corrupción y las transferencias directas o subsidios, pero son mucho más importantes las formas encubiertas tales como: el pago de remuneraciones por encima de la productividad de los funcionarios públicos correspondientes (cuya ilustración extrema son los «reposeros»), el empleo en número excesivo de funcionarios con determinadas calificaciones, las compras públicas de bienes y servicios con sobreprecio, las compras públicas de bienes y servicios cuyo aporte al bienestar social es menor que su costo, el otorgamiento de créditos a tasas de interés subsidiadas y/o sin su posterior recuperación, la protección comercial a determinados sectores industriales (restricciones cuantitativas, aranceles y medidas para-arancelarias), etc., etc.. Dada esta diversidad de formas que adopta el rentismo, la mayoría de ellas encubiertas, resulta inadecuado e ingenuo creer que incrementos o reestructuraciones del gasto público puedan servir para mejorar e incrementar de forma apreciable la contribución del Estado al bienestar ciudadano en aquellas sociedades que sufren de forma severa el cáncer rentista.

¿Por qué es dañino el rentismo?

Al hacerse las prácticas rentistas masivas, ello implica que buena parte de los ciudadanos están dedicando su talento y esfuerzo no a la creación de nueva riqueza sino a presionar al Gobierno para que les transfiera la riqueza generada por otros o las riquezas del Estado. Esto puede tener diversas consecuencias: el Gobierno desatiende la provisión de bienes públicos y sus finanzas se tornan deficitarias, lo que a su vez conlleva a crecientes niveles de endeudamiento y/o crecientes niveles de inflación, el Estado tiende a crecer desproporcionadamente (tal y como ha ocurrido en los países europeos), pero además en virtud del desincentivo que experimenta el esfuerzo productivo al contar los ciudadanos con la subsidiariedad del Estado y del desvío de talento y esfuerzo hacia las actividades rentísticas en lugar de las productivas, la sociedad en su conjunto tiende a ser muy poco productiva, lo cual finalmente se traduce en un bajo nivel de vida.

Visión Tradicional del Rentismo

A pesar del relativo consenso existente en cuanto a la vinculación del rentismo con la mala gestión fiscal que ha caracterizado al país, en términos generales el esfuerzo por comprender la naturaleza del fenómeno creo que no ha sido adecuado. La visión que se ha hecho imperante considera al rentismo como un fenómeno básicamente cultural, cuyo origen se asocia al liderazgo político de AD y COPEI en las últimas décadas: Los sucesivos Gobiernos adecos y copeyanos (incluyendo el fugaz Gobierno adeco del trienio 1945-1948). Un corolario que se desprende de esta explicación, es que de no haberse dado el golpe «adeco» de 1945, no se hubieran enquistado en la sociedad venezolana los rasgos rentistas que la han caracterizado hasta el día de hoy.

Hacia una visión rigurosa del Rentismo

Esta visión del rentismo luce extremadamente simplista e ingenua cuando se le ve a la luz de los avances que se han conseguido en las últimas décadas en la comprensión científica de dicho fenómeno. Lo primero que hay que destacar es que el rentismo no es un fenómeno exclusivo de Venezuela, aunque el país lo experimente con particular severidad.

En una u otra medida todos los países del mundo experimentan este fenómeno, al punto que economistas de gran prestigio internacional como (%=Link(«http://www.iris.umd.edu/aboutiris/olson.asp»,»Mancur Olson»)%) (Universidad de Maryland), consideran al rentismo la causa fundamental de la caída de muchas grandes potencias a lo largo de la historia de la humanidad 1. Olson también considera que el pobre desempeño de la economía de Inglaterra durante el presente siglo en comparación con el del resto de los países desarrollados, obedece a la extensión en ella del flagelo rentista2. Uno de los científicos de mayor renombre en el ámbito de las finanzas públicas, Vito Tanzi, presenta evidencia a favor de la tesis de que el significativo incremento experimentado por el Gasto Público en los países desarrollados durante las décadas que van de 1960 a 1990 no produjo beneficios apreciables para la población de estos países pero sí perjuicios manifiestos, y que esto se debió a que la causa de dicho incremento fue el rentismo encubierto3

Esta relevancia y extensión del fenómeno rentista es lo que ha llevado a que se haya dedicado un gran esfuerzo a entenderlo, al punto de que entre los científicos que han dedicado buena parte de su tiempo a esta tarea se cuentan varios (%=Link(«http://www.almaz.com/nobel/»,»Premios Nobel»)%) de Economía: (%=Link(«http://www.hayekcenter.org/friedrichhayek/hayek.html»,»Friedrich Hayek»)%), (%=Link(«http://www.spc.uchicago.edu/users/gsb1/»,»Gary Becker»)%), (%=Link(«http://www.gmu.edu/jbc/»,»James Buchanan»)%) y (%=Link(«http://www-hoover.stanford.edu/bios/north.html»,»Douglass North»)%). El resultado de este esfuerzo es una visión del rentismo sistemática y coherente, a partir de la cual ha sido posible diseñar políticas efectivas para su contención.

La nueva visión presenta a las actividades rentísticas como una elección racional que realizan los ciudadanos dadas las circunstancias que le rodean. En cada momento del tiempo, con el objeto de obtener ingresos que le permitan satisfacer sus aspiraciones de consumo, cada ciudadano debe decidir como le conviene distribuir su tiempo, esfuerzo y talento entre las actividades rentísticas y las actividades productivas. En ciertas circunstancias, la relación costo/beneficio de las actividades rentísticas puede resultar tan atractiva que los ciudadanos pueden decidir dedicar una gran proporción de sus recursos a ejercer presión sobre el Gobierno para que este expanda su acción rentístico-redestributiva, ante lo cual los Gobiernos, aún en contra de las convicciones de quienes los rigen, pueden verse obligados a acceder.

En Venezuela ha existido desde 1958 (y con más fuerza desde 1974) una doble circunstancia que ha hecho que la actividad rentística resulte sumamente atractiva. Esta doble circunstancia esta constituida por la gran riqueza con que ha contado el Estado como producto de los ingresos que obtiene de la actividad petrolera, y por el otro, por el régimen de amplias libertades democráticas que ha imperado en el país durante el período mencionado.

Aunque los Gobiernos venezolanos han contado con apreciables recursos derivados de la explotación petrolera desde los años veinte del siglo pasado, y por ende su potencial para distribuir riqueza era desde entonces enorme, antes del período democrático la libertad de asociación y expresión estaban constreñidas, lo que hacia demasiado costoso (por no decir peligroso) para los ciudadanos organizarse en la forma requerida y ejercer abierta presión sobre los Gobiernos para inducirlos a ampliar su acción rentística-redistributiva. Durante el período democrático en cambio, las organizaciones «buscadoras de renta» se han multiplicado de modo vertiginoso (piénsese en los sindicatos públicos) y han contado con las garantías necesarias para ejercer presión efectiva sobre los sucesivos Gobiernos adecos, copeyanos, convergente y ahora «patriótico». Los rasgos «socialistas» presentes en las plataformas ideológicas tanto de AD como de COPEI, y ahora del Gobierno «patriotíco», pueden haber contribuido a que sus Gobiernos opusieran poca resistencia a las presiones rentistas recibidas e incluso que las facilitaran (y lo mismo puede decirse de las concepciones Cepalistas con que simpatizaron o simpatizan), sin embargo, bajo la perspectiva del fenómeno rentista esbozada anteriormente, luce poco probable que aunque el liderazgo se hubiese mostrado ideológicamente adverso a la expansión del rentismo, les hubiese sido posible reducirlo en significativa, al menos mientras se mantuviese el compromiso con el régimen democrático. Además, bajo esta perspectiva, el incremento progresivo de la tributación a la industria petrolera hasta llegar a su estatización sería una consecuencia en lugar de una causa de las presiones rentísticas de la sociedad que alcanzaron su apogeo en el período democrático.

¿Cómo contener o mitigar el rentismo?

El que las consecuencias del rentismo resulten al mismo tiempo muy perjudiciales socialmente y muy difíciles de evitar obedece a los complejos problemas de coordinación que plantea tal fenómeno. En general, ningún grupo buscador de rentas desea que sus demandas de recursos conduzcan a que el Gobierno descuide la provisión de bienes y servicios públicos y que además sus gastos excedan sus recursos ordinarios, y de hecho, ninguna de las demandas de recursos de cualquier grupo en particular es responsable de esto, sino la suma del conjunto de demandas específicas. Por ello, no tiene sentido para ningún grupo ceder en sus demandas por renta sino hay alguna garantía de que otros grupos también lo harán, pues sólo así podrá lograrse que mejore la situación financiera del Estado de forma apreciable, en otro caso cada grupo (por ejemplo, el gremio de maestros de las escuelas públicas) esperará que los recursos públicos que no logre hacer suyos simplemente irán a dar a las manos de grupos competidores (por ejemplo, los trabajadores petroleros).

Por tanto, desde el punto de vista fiscal, la reducción del rentismo requiere que el Estado lleve adelante reformas de las instituciones presupuestarias (normas, procedimientos y organizaciones involucradas en el diseño, aprobación y ejecución de los presupuestos públicos), que permitan que el Gobierno dentro de un esquema democrático pueda coordinar y ganar la «cooperación» de los grupos buscadores de renta en función de que sus exigencias no conduzcan al Estado al descuido de la provisión óptima de bienes y servicios públicos y a desequilibrios fiscales. Los análisis y las experiencias más recientes, muestran que entre los elementos claves de estas reformas tres resultan básicos: en primer lugar, la gestión presupuestaria por desempeño (que vincula la entrega de recursos públicos a la eficiencia en el uso de los mismos por parte de los entes ejecutores); en segundo término, la colocación de límites legales al monto máximo de recursos públicos a gastar cada año en función de la salud de las finanzas públicas y la estricta postergación de la discusión sobre la distribución de los recursos presupuestarios correspondientes al año en curso hasta después de que haya sido fijado el monto máximo de recursos que pueden gastarse en el año sin poner en peligro la salud financiera del Estado; y, en tercer lugar, la «transparencia fiscal», consistente en garantizar que los ciudadanos tengan a su disposición de forma expedita información exacta y veraz sobre todos los aspectos de la política presupuestaria.

La naturaleza de estas reformas, hace que su implementación requiera un plazo prolongado y por ende sus resultados más importantes no pueden esperarse sino en el mediano y largo plazo, pero por ello mismo no debe dilatarse su inicio y debe existir el más fuerte compromiso del alto Gobierno en su puesta en marcha.

A partir de esta visión parecen un tanto superficial las acusaciones que el antichavismo dirige al presente Gobierno por no haber logrado en estos dos años y medio de Gobierno sanear la gestión fiscal, pero queda también patente el rumbo equivocado seguido por el Gobierno en el área fiscal al promover la discrecionalidad, opacidad y relajación de los mecanismos de control en el proceso presupuestario, todo lo cual no hace sino agudizar el fenómeno rentístico. Un rasgo a favor en la lucha contra el rentismo, propiciado por el actual Gobierno, se encuentra en un marco legal propicio para la reforma requerida, al menos por lo que respecta a la sección «del Régimen Presupuestario» (Capítulo II, Sección Primera) de la nueva Constitución y a la Ley Orgánica de Administración Financiera del Sector Público.

1 Mancur Olson (1982), «The Rise and Decline of Nations». Yale University Press.

2 Macur Olson (2000), «Power and Prosperity». Basic Books.

3 Vito Tanzi y Ludger Schuknecht (1997), «Reforming government: An overview of recent experience», European Journal of Political Economy, Vol.13

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