Economía

Transporte socialista del siglo XXI

Leí en el Wash Post del 9/3 (p. D1- sección de negocios) que el litro de gasolina cuesta $1,3 en Suiza , $2 en Francia, Italia, Alemania y Austria, y apenas $0,70 en EUA. Antes había leído que un estudio sobre los países miembros de la OCDE encontró la peor distribución del ingreso en EUA. Inmediatamente me percate que nuestro gobierno no toma en serio su propia revolución socialista del siglo XXI, porque en vez de revolucionar los valores y las costumbres del capitalismo periclitado de mediados del siglo XX, se conforma con repetir las acciones y consignas del socialismo periclitado de esa misma época.

Propongo que el gobierno declare de interés nacional el transporte urbano e interurbano (autobuses, metro y porpuestos), ofreciendo el servicio gratuitamente y financiando sus costos con pequeños sobrecargos en los precios de la gasolina, electricidad, gas, agua, aseo urbano y telecomunicaciones. El resultado revolucionario sería compatible con el socialismo del Siglo XXI, porque cambiaría costumbres y valores enraizados en la cultura capitalista, además de mejorar el medio ambiente y elevar la productividad y eficiencia de la economía (de mercado y socialista). La medida iría acompañada de otra destinada a incentivar el establecimiento en el país de empresas nacionales para la producción de autobuses, porpuestos y vagones de metro (las cuales serían privadas para satisfacer el apetito de la ascendiente oligarquía del socialismo siglo veintiuno).

Mi propuesta no es nueva ni propia. En New Orleáns (EUA), cuando estudiaba economía y derecho, el transporte urbano (autobuses y tranvías) era subsidiado con sobrecargos en las tarifas de electricidad, gas y agua (la misma empresa manejaba todo bajo el control y la supervisión del gobierno local), con el irrestricto apoyo de la teoría económica en boga y de la ideología social demócrata dominante. Lo diferente es que yo propongo la gratuidad del transporte, siendo lo propio en nuestro caso por razones que no tengo espacio para exponer aquí. Lo lamentable es que fanáticos del mercado tomaron control de la teoría económica y declararon el subsidio herejía socialista, reemplazándolo con el reino del mercado y sus costos marginales, haciendo caso omiso de los efectos regresivos sobre la distribución del ingreso y los impactos negativos para el desarrollo de los países subdesarrollados. El reto para el socialismo del siglo XXI es restablecer la justicia distributiva y social que tanta falta hace.

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