Economía

Tres breves comentarios

ADIOS A LA REVOLUCIÓN DE BLANCO MUÑOZ

¿Construiremos algún día el país de justicia, belleza, trascendencia y amor a que aspiraba Pío Tamayo?. Con esta interrogante Agustín Blanco Muñoz finaliza un artículo reciente publicado en el universal.com, sábado 16 de agosto de 2003.

De suyo es una interrogante que refleja la angustia de Blanco Muñoz ante la probable solución violenta de la presente crisis política venezolana. En principio comparto la angustia de Blanco Muñoz, a fin de cuentas la democracia no es un árbol que de cuando en cuando necesite ser regado con sangre, por el contrario la democracia es un valor universal intrínseco para la vida humana (ver Amartya Sen. La democracia como valor universal. 64.207.147.4, jueves 9 de mayo de 2002).

Pero no estoy de acuerdo con Blanco Muñoz en la personalización de los ideales. Estoy convencido que ver los ideales de esta manera descontextualiza la instrumentación de todo proyecto político. No los hace viables porque no responde a las demandas presentes de la población. El fracaso del sandinismo como proyecto político es una prueba en verdad contundente.

Los ideales sin embargo son útiles como fuente de inspiración política. Como bien lo leemos en el texto presentado por Gro Harlem Brundtland ante la comisión Progreso Global de la Internacional Socialista reunida en Madrid los días 4 y 5 de mayo de 1997: “La gente tiene que hacer las cosas movidos por una cierta inspiración, o creyendo que son una buena idea no sólo para la sociedad, sino también para sí mismo y para su familia.”
La preocupación del texto se centra en la instrumentación de la solidaridad como moviente de las decisiones públicas. La experiencia que toman como referencia para ilustrar su concreción es la de la asignación del presupuesto social del gobierno Noruego: “en Noruega…la cifra es de hasta el 50%…ya que sigue siendo esencial que la gente tenga acceso a la educación y a los servicios sanitarios futuros.”
Si se piensa detenidamente, al igual que la democracia la solidaridad es un valor universal cuya instrumentación le daría fuerza a la construcción deseada del país que todos soñamos.

ALTERNATIVAS AL CAPITALISMO DE EMETERIO GOMEZ

China Comunista y todo lo que antes fue la Unión Soviética están yendo hacia la economía de mercado…o constituye ud. una economía sobre la rentabilidad del capital, la competencia y la correspondencia entre lo que cada quien recibe y su aporte al proceso, entre la productividad marginal del trabajo y el salario, por ejemplo; en cuyo caso podrá competir o no la constituye así y en ese caso no podrá competir. De esta manera Emeterio Gómez pretende probar la siguiente hipótesis: ¡No hay «hoy por hoy» alternativas al capitalismo!. Hipótesis formulada por Gómez en un artículo reciente publicado en el universal.com, domingo 17 de agosto de 2003.

Pretendo sostener en este breve comentario que la explicación dada por Emeterio Gómez no prueba su hipótesis, por cuanto confunde la obtención del equilibrio en una economía de mercado con la definición de capitalismo. La primera cuestión es un problema de cálculo económico, mientras que la segunda cuestión es un problema de tipo institucional. El problema de cálculo económico tiene como solución la determinación de los precios, no así el problema de tipo institucional, que tiene como solución la determinación de la propiedad.

No quiero significar con ello que ambos problemas tienen distintas soluciones. De hecho tienen soluciones simultáneas. Lo que quiero significar es que la determinación de los precios es un método de asignación de recursos de aplicación general (ver Lange y Taylor 1973. Sobre la teoría económica del socialismo. Ariel, Barcelona).

Por inimaginable que parezca, el fracaso económico soviético fue ampliamente previsto por el mismo Stalin ya para el año de 1953: “ la ley económica básica del socialismo presupone la máxima satisfacción de las exigencias materiales y culturales de toda la sociedad, constantemente crecientes.” (citado por Maurice Dobb 1970. El cálculo económico en una economía socialista. Ariel, Barcelona). En la práctica, sin embargo, tal presuposición satisfizo las preferencias de la dirección central de planificación en detrimento de la soberanía de los consumidores.

La explicación quizás se encuentre en el comportamiento organizacional de toda dirección de planificación central, bien sea en el ámbito estatal o corporativo, que en cuanto poseedoras del conocimiento técnico se institucionalizan como élites dominantes que incurren en el error de imponerle al resto de la sociedad sus gustos. A la brevedad de este comentario baste decir junto con Lange que “un sistema de este tipo sería difícilmente tolerado por cualquier pueblo civilizado”.

El capitalismo es un sistema de empresa privada…en el cual los medios de producción pertenecen a los capitalistas que constituyen una clase distinta en la sociedad (Maurice Dobb 1975. Capitalismo, crecimiento económico y subdesarrollo. Oikos-tau, Barcelona). Definido así el capitalismo es un sistema clasista, en el que básicamente existen dos tipos de propietarios: los propietarios del capital y los propietarios del trabajo. Dos tipos de propietarios que cooperan en la producción de riqueza pero que antagonizan en la distribución de la misma. El problema del capitalismo no es la producción de bienes y servicios sino la distribución del ingreso, que es desigual. Los sindicatos y sus acciones reivindicativas son una consecuencia de tales desigualdades. Esta es la razón por la cual patronos y obreros se unen en la defensa de la producción cuando perciben que los gobiernos aplican políticas erróneas, pero se disputan los términos de la contratación colectiva por cuanto es un método de distribución de riqueza.

Hasta tanto en el capitalismo se institucionalicen contrataciones colectivas satisfactorias, seguramente los trabajadores seguirán buscando una alternativa.

LA PROPUESTA CONTRACTUAL DE FEDECAMARAS

Un pacto en torno a la economía de mercado y a la defensa y reforzamiento de la economía privada es un componente esencial en el cual el Estado debe cumplir con su papel sin obstaculizar el desarrollo natural de las tendencias que asegurarán el desarrollo. Tal es la propuesta de FEDECAMARAS, que en principio es buena, para lograr el crecimiento económico con equidad social (ver Analítica Research. 64.207.147.4, lunes 25 de agosto de 2003).
Sin embargo, de tal propuesta surgen algunas cuestiones que es menester plantear a los efectos de iniciar un debate en torno a las mismas. Una de las primeras cuestiones tiene que ver con el “componente esencial”. Todo pacto, al igual que los contratos, estipula cuales son las partes intervinientes en la transacción. Por lo que leemos en la propuesta de FEDECAMARAS, la empresa privada y el estado son las únicas partes intervinientes, dejando de lado a las organizaciones sindicales y a las familias. Los sindicatos y las familias son las otras dos unidades básicas de la actividad económica, por lo que su no-inclusión en el “necesario pacto nacional para la reconstrucción del país” da cuenta de una propuesta incompleta.

Por el énfasis puesto en el documento, que oferta la potencialidad de la “iniciativa privada y la economía de mercado como metodología para la creación de empleo y riqueza”, la propuesta de FEDECAMARAS centra excesivamente su atención en cómo obtiene el mayor provecho posible de las políticas macroeconómicas y sectoriales. A mi modo de ver las cosas, tal propuesta incrementa el costo oportunista de FEDECAMARAS. En el documento se pierde de vista que la economía de mercado es una derivación de la economía de transacciones, la cual se basa en contratos negociados (Herbert Simon 1991. Organizations and markets. Journal of economics perspectives . 5(2): 25-44.

Una segunda cuestión tiene que ver con el papel que debe cumplir el Estado. De acuerdo al enfoque liberal-pluralista, el Estado asume la función de coordinación u organización de los diversos grupos que concurren a la formación de la voluntad colectiva unificada (Afredo Ramos Jiménez 1999. Comprender el estado. ULA, Mérida). Más, todavía, como lo señala Michael Mann: “las actividades del personal estatal son necesarias a la sociedad en conjunto y/o a los diversos grupos que se benefician de la estructura de reglas existentes que el Estado aplica…” (citado por Afredo Ramos Jiménez 1999, op. cit.). Descrito de esta manera, la queja de FEDECAMARAS no va dirigida contra la “necesidad del Estado” en las democracias capitalistas. Por lo que se desprende del documento, la queja va dirigida contra la función económica estatal de tipo redistributivo.

Pienso que tal tipo de protesta no tiene en el presente, ni tendrá en el futuro, las consecuencias sociopolíticas deseadas por FEDECAMARAS. Para todos los efectos pertinentes, el objetivo del crecimiento económico también es compartido por el estado.

El problema de la acción estatal no se encuentra en las funciones económicas que se atribuye. Muy por el contrario, el problema se encuentra en las funciones políticas que le asisten. Esto es, en lo que Raymond Aron denominó el régimen político, es decir, la organización del poder y la concepción que tienen los gobernantes de su autoridad (Alfredo Ramos Jiménez 1999, op. cit.).

Una tercera y última cuestión tienen que ver con los obstáculos al desarrollo económico. En el documento se presume que el desarrollo es asegurable a través del “desarrollo natural de las tendencias…” Lo más cercano a este punto de vista lo encontramos en el concepto tasa natural u óptima de crecimiento, que es la tasa de crecimiento que hace que la demanda conjunta de mercancías y servicios no esté por encima ni por debajo de la oferta potencial de la economía (Roy Harrod. Dinámica económica y política económica , en Kurt Dopfer 1978. La economía del futuro. FCE, México). Las variaciones en la demanda conjunta se ajusta a la oferta potencial de dos modos posibles: i) a través de un incremento en los precios cuando la demanda es excesiva y ii) a través de un incremento en la desocupación cuando la demanda es insuficiente. La oferta potencial equivale a la plena utilización de la capacidad productiva, cuya variación depende de factores endógenos de crecimiento tales como la expansión demográfica y el cambio tecnológico (ver Kenneth Kurihara 1977. Ensayos de economía macrodinámica . FCE, México).

El incremento en los precios puede determinar una reasignación de recursos de sectores de menor capacidad productiva a otros de mayor capacidad. De esta manera se restablece el equilibrio de producción plena. Pero un incremento en la desocupación puede determinar una reasignación de recursos diferente: de sectores de mayor capacidad productiva a otros de menor capacidad. De esta manera se restablece una nueva situación de equilibrio pero por debajo del de producción plena. La tasa a la cual tendría que crecer la economía para restablecer el equilibrio de producción plena sería equivalente a la tasa a la cual tendría que crecer la demanda conjunta. La intervención económica del estado a través de un incremento en la demanda conjunta facilitaría el restablecimiento del equilibrio de producción plena.

Los cambios en el equilibrio de la producción plena, explicables por los cambios demográficos y tecnológicos, no son independientes de los explicables por la demanda. El crecimiento de la población tiene asociado el crecimiento de la demanda de bienes y servicios de consumo, mientras que el progreso tecnológico tiene asociado el crecimiento de la demanda de bienes de inversión. Pero el crecimiento de la población no basta por sí mismo como determinante de los cambios en la producción plena. Una mayor población también es indicativo de una mayor densidad demográfica, lo cual es indicativo de mayores demandas de tierras urbanas y agrícolas. Dado que la tierra es limitada, una menor disponibilidad de tierras por habitante es un obstáculo para el desarrollo (ver Joan Robinson 1981. Aspectos del desarrollo y el subdesarrollo . FCE, México).

Análogamente, el crecimiento de la inversión no es suficiente como determinante de los cambios en la producción plena. Es menester que la tasa de crecimiento de la inversión sea mayor a la tasa de crecimiento de la población. De este modo la inversión toma la forma de cambios técnicos que elevan el producto por hombre empleado (Joan Robinson 1981. op. cit.). Confiar el desarrollo al “desarrollo natural de las tendencias…” puede llevarnos a un destino de no-desarrollo. Prevenir tales desviaciones es tarea de la acción estatal.

(*) Profesor de la UNELLEZ.

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