Economía

Una respuesta al llamado de Tobías Nobrega

Una genuina reforma institucional requiere la
presencia de…innovadores de la política capaces
de usar la preferencia de los electores a fin de
introducir, no sólo cambios en los modelos de
las políticas, sino también cambios en las
estructuras que generan tales modelos a través
del tiempo y bajo condiciones cambiantes .
James M. Buchanan

En la edición de (%=Link(«http://www.quintodia.com.ve/»,»Quinto Día»)%) correspondiente a la semana del 12 al 19 de julio de 2002, el ministro de finanzas publica un artículo en el que llama a la consideración de los economistas sobre un aspecto de las finanzas públicas que no puede ser más relevante en materia de políticas de estabilización macroeconómica. En el párrafo final de dicho artículo se lee la siguiente exhortación: “Esa es la única forma de tener unas finanzas públicas sostenibles en el tiempo, trabajar…en las reformas estructurales…sin dejarse llevar por los falsos espejismos de un ajuste cambiario o de una bonanza petrolera ocasional, que siempre han servido de excusa para diferir los cambios fundamentales, como nos ha ocurrido al menos desde 1983”. Uno que otro comentario les debe merecer a los colegas este llamado de atención de Tobías Nobrega.

En lo que a mi comentario respecta, lo centraré en las reformas estructurales del presupuesto. ¿Qué se entiende por un presupuesto reformado estructuralmente? La respuesta es directa y la encontramos en el libro de texto de economía. En efecto, Laurroulet y Mochón (Economía, Mc Graw Hill, 1995, pág. 376) lo definen así: “El presupuesto…estructural mide la posición hipotética del presupuesto si la economía estuviera operando a su nivel potencial…y se mantuvieran la legislación tributaria y los gastos actuales. El presupuesto (estructural) es independiente del nivel actual de ingreso”. Así definido, la formulación del presupuesto estructural se corresponde con el nivel de ingreso que garantice la plena ocupación de los factores productivos. ¿Pero cómo se calcula tal nivel de ingreso?. Hay una manera sencilla de hacerlo, aunque aproximada, pero que ha dado resultados empíricos plausibles (Cf. Okun. Producto nacional bruto potencial: su medición y significado, en Lecciones de macroeconomía. CECSA, 1974, pp. 419-29; M.G.Mueller comp.). Esta consiste en relacionar la tasa de desempleo (U) con la brecha del producto nacional bruto (BP). Tal relación se traduce en la formulación de un modelo econométrico cuyos parámetros de regresión dan cuenta del nivel de concordancia entre U y BP. El valor teórico de los parámetros es positivo, por cuanto se espera una relación directamente proporcional entre U y BP. Vale decir, la tasa de desempleo es una proporción de la brecha obtenible del producto nacional bruto.

Ahora bien, dada la tasa de consumo, la brecha del producto nacional bruto bien podemos relacionarla con la brecha de la formación bruta de capital (BK), en la que igualmente podemos esperar valores positivos en los parámetros de ajuste. Desde este punto de vista, que es una interpretación modificada del modelo de Solow (Cf. El cambio tecnológico y la función de producción agregada, en op. cit., pp. 339-50), la brecha obtenible del producto nacional bruto se nos convierte en una proporción de la brecha obtenible de la formación bruta de capital. De lo que se sigue que la tasa de desempleo puede representarse como una proporción de la brecha de la formación bruta de capital. La pertinencia de esta medición es que a través de ella podemos inferir la formación bruta de capital compatible con el objetivo político de pleno empleo. Tal objetivo lo podemos hacer coincidir con la tasa de desempleo autónoma. Pero esto tiene como condición, que la tasa de desempleo inducida se anule, al igualarse la formación bruta de capital efectiva a la potencial. En ese sentido, la tasa mínima de desempleo se corrige con respecto a la brecha de la formación bruta de capital. Aquí es donde precisamente adquiere validez intertemporal la formulación estructural del presupuesto, por cuanto la meta presupuestaria de unos mayores ingresos y unos menores gastos, que es de tipo estática, abre espacio a la meta de la tasa mínima de desempleo como objetivo de la política fiscal.

Desde esta perspectiva, el presupuesto estructural tiene un límite, que al no ir más allá de la meta establecida de pleno empleo, tiende hacia el equilibrio. Equilibrio que se obtiene al ajustarse el presupuesto efectivo al de pleno empleo. De allí que el presupuesto efectivo es siempre deficitario en relación al de pleno empleo, y de allí precisamente que todo sistema tributario que propenda al equilibrio del presupuesto efectivo se hace insostenible, por cuanto se corresponde con una tasa de desempleo mayor a la mínima. Esta brecha en la tasa de desempleo, ceteris paribus, determina el costo político de los gobiernos que se traduce en una pérdida de popularidad. Más todavía, la razón por la cual los contribuyentes reaccionan alérgicamente a un incremento de los ingresos tributarios en condiciones de desempleo, es porque estos lo perciben como la fuente de financiamiento de actos de gobierno destinados a ganar popularidad. Quizás los contribuyentes reaccionen de una manera indiferente si tales gastos se financian con un incremento del endeudamiento público. A fin de cuentas, un incremento del endeudamiento público se convierte en un incremento de los activos financieros privados. Pero aún así el endeudamiento público tiene un límite impuesto por la disminución de la formación bruta de capital privado. Dicho de otra manera, el financiamiento neto del endeudamiento público retarda el ajuste temporal de la formación bruta de capital privado efectiva a la potencial.

Aquí entra en juego el aspecto legislativo que acompaña a la reforma estructural del presupuesto. Generalmente la discusión parlamentaria sobre la materia presupuestaria centra su atención en la fuente de ingresos tributarios y no tributarios que financian los gastos corrientes y de capital. Si el presupuesto presentado es deficitario (como en efecto así acontece) la discusión parlamentaria centra su discusión en el financiamiento neto del déficit. Tal discusión sin embargo es incompleta, por cuanto al centrarla en la aprobación del presupuesto efectivo, dejan de lado la discusión sobre el efecto “desplazamiento” (crowding out) que el endeudamiento público tiene en la acumulación bruta de capital privado. Desde este punto de vista, el endeudamiento público es contraproducente como instrumento político de estabilización macroeconómica. Para la formulación del presupuesto estructural, cobra mayor importancia el que a través de una disminución de los impuestos se incentive la acumulación bruta de capital privado. La pertinencia política de tal estímulo es que la inversión privada en activos fijos, además que absorbe mano de obra desempleada, desarrolla actividades lucrativas cuyos flujos netos de ingresos son una fuente permanente de recaudación. Por paradójico que parezca, la conveniencia presupuestaria de una mayor recaudación coincide con la preferencia de los contribuyentes por unos menores impuestos. Este punto de consenso se logra obtener bajo la formulación del presupuesto estructural.

Profesor de la UNELLEZ. E-mail:(%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)

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