Mundo Empresarial

Productores de café de Mérida reciben diplomado de la ULA y Funda Epekeina

El café es la bebida más consumida por el ser humano, después del agua, sentencia el productor y presidente del Consejo de Productores de Café de Canaguá, en el municipio Arzobispo Chacón del estado Mérida, Carlos Belandria. Con el café se mueve la economía de regiones completas, un kilo de café puede generar hasta 200 tazas, en panaderías, cafeterías. Se trata de un proceso en que el caficultor es el principal, luego el proceso de cosecha, secados, tostado y trillado, así como el de empaque, luego el de venta y distribución, para luego llegar hasta una mesa, en que dos personas acuerdan negocios, sorbiendo café.

La producción cafetalera en el país, ha sentido los embates de los efectos económicos. Una situación de producción deprimida, que ha incidido en cultivos envejecidos, maltrato a la tierra y técnicas aun ancestrales. Se trata de una situación, que al mismo tiempo arroja oportunidades. La Fundación Epekeina, que dirige el párroco Honegger Molina, en La Boyera, Caracas, se combina con la Universidad de Los Andes (ULA), con Corpoula, con los productores de café de Canaguá, algunas empresas privadas y entes públicos, con un propósito: rescatar la producción cafetalera del sur de Mérida, en el marco de una visión ambientalista, entra allí el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Maestros campesinos del café

El padre Honegger es claro, la fundación que dirige logra recursos desde el Programa del Fondo del Medio Ambiente Mundial, “el compromiso es enseñar a los productores de café, a recuperar la calidad y la técnica, con una experiencia ambientalista, como es el café de sombra, amigable con el medio ambiente”. De esa forma, luego de un año de formación, unos 37 productores de café de Canaguá, del sector La Laguna, en que participaron personas con preparación académica, desde jóvenes de 18 años, hasta adultos, sin formación en ese sentido, lograron culminar un diplomado del manejo agronómico para el cultivo del café. Así lo aclara Carlos Belandria, uno de los participantes.

“Se certifica el conocimiento sobre el tema del café, por la ULA, los productores saben ya lo que hacen, pero ahora manejan nuevas herramientas, en este diplomado, el productor aprende a disminuir el uso de fertilizantes, a comprender que el café produce agua y se aplican conocimientos nuevos en cuanto a siembra, mantenimiento, cosechas y procesamiento”, explica.

El profesor José Salas, sentencia que “por primera vez se gradúan maestros campesinos del café”. Salas dice que los caficultores a partir de la experiencia, manejan parcelas modelo, con nuevas variedades de café, buenas prácticas, como la de intercalar los cultivos, reduciendo la densidad de la siembra, lo que amplía los rendimientos hasta 10 años, “esto mejora el sustento de las familias campesinas y aporta al sistema agro alimentario del país, además de que apuntamos a la conservación, proteger el recurso suelo y estar preparados para el cambio climático”.

Recuperar la producción

El diplomado tuvo 15 módulos, el profesor Rafael Antonio Sánchez, explicó que se dictaron 25 módulos, entre estos todas las etapas de producción del café, abonos orgánicos, trazado de plantaciones, economía de las fincas cafetaleras, “hubo un equipo técnico de profesores de la ULA y varias agropecuarias participando. La experiencia ha dado lugar para que productores como Alirio Belandria, señalen que con el aprendizaje adquirido, en que valoraron y contrastaron lo que sabían, permita hacer que de una caída productiva de 85% de café, comienzan a surgir nuevos emprendimientos, “Una mata nos da 12 kilos, con estas técnicas nuevas se aspira a unos 20 kilos, podemos decir que en unos 24 meses, estaremos duplicando la actual producción cafetalera”. Con esto coincide Carlos Belandria, quien indica que entre todos los productores están preparando un vivero que llega a 100 mil plantas y que tendrá un impacto en la región.

Entre los productores que recibieron sus títulos con el apoyo del rector Mario Bonucci, la joven Lauri Mora, con apenas 18 años, residente de Canaguá, y de familia con tradición en la producción cafetalera, señaló que estas actividades motivan a las nuevas generaciones, “a producir y tener nuevos conocimientos, hemos aprendido de nuestros antepasados, pero ahora adquirimos herramientas de cómo reducir el uso de químicos, el café genera empleo, no sólo para los productores, sino para muchos más en la cadena que crea, esto es una gran oportunidad”.

Vendrán nuevas experiencias

Los 37 participantes, asistieron a la misa de grado, que dio el propio padre Honegger Molina, deja así claro como la Iglesia Católica reafirma su compromiso ético y moral y declara que “estamos hombro a hombro con los campesinos”. El padre Molina ahonda, “la Iglesia busca ayudar a salvar, educar y acompañar lo que se venía perdiendo, la producción cafetalera del sur de Mérida, ahora impulsamos para retomen los cultivos, sus hijos y nuevas generaciones”. El programa se ampliará a otras aldeas, Chacantá, Capurí, El Molino, entre otras del estado Mérida

 

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