Entretenimiento

Alrededor de Alberto Barrera Tyszka

Empecemos con Elías Canetti(1905-1994), el búlgaro Premio Nobel(1981),
cuando definió a los escritores diciendo: “Un escritor sería…alguien quien
otorga particular importancia a las palabras; que se mueve entre ellas tan a
gusto, o acaso más, que entre los seres humanos; que se entrega a ambos,
aunque depositando más confianza en las palabras; que destrona a éstas de sus
sitiales para entronizarlas luego con mayor aplomo; que las palpa e interroga;
que las acaricia, lija, pule y pinta, y que después de todas estas libertades
íntimas es incluso capaz de ocultarse por respeto a ellas. Y si bien a veces
puede parecer un malhechor para con las palabras, lo cierto es que comete sus
fechorías por amor”(La conciencia de las palabras. México: Fondo de Cultura
Económica,1982,p.353). El escritor es, subraya también Canetti, aquel que
siempre tiene un oído alerta para percibir lo que sucede cerca de si(p.358) y,
dice, debe “mantener abiertos los canales de comunicación entre los hombres.
Deberían poder metamorfosearse en cualquier ser, incluso el más ínfimo”(p.357).
Entremos ahora en dos de los libros de Alberto Barrera Tyszka(1960).
Empecemos con el que ha internacionalizado su nombre La enfermedad(Caracas:
Anagrama/Alfa,2006.168 p.), con el cual obtuvo el premio Herralde en
España(2006) y por cuyas traducciones al francés, hecha por la editorial Gallimard
y al inglés, impresa por Mclohese ha recibido dos nuevas preseas, en Paris el
premio Fémina y en Londres finalista del premio de la mejor novela extranjera del
2010.

LA ENFERMEDAD

Tiene La enfermedad un tema serio, triste e inquietante. Pero el suyo también es
un asunto cotidiano: todos sabemos que debemos morir.
Pero es grave aventura ver morir a los padres. Pero mucho más doloroso es
cuando el retoño es médico y es hijo único a quien ata con su padre una honda
relación de vida, más profunda que la mayor parte de los vástagos.
Y para un médico, acostumbrado a cuidar la vida, a curar a sus enfermos, el mal
incurable como el que padece su papá es un asunto que lo priva de todo sentido
humano. Lo ocupa más, es tan intenso lo que sufre, que se aleja de su consulta,
incluso de un paciente hipocondríaco, que sufre un padecimiento psíquico. Es
allí cuando el paciente imaginario se relaciona con una enfermera del doctor.
Y uno de los grandes enigmas del libro es que sucederá al psicosomático y a
la secretaria afectivamente. Pero para el médico Miranda todo se detiene ante
los padecimientos del progenitor, y sobre todo ante la conciencia que tiene, que
vemos desarrollarse en la obra, de que aquel mal es incurable, que va a terminar
en el deceso.
La enfermedad luce tan resplandeciente sobre las novelas de ahora porque por
trata de una tragedia, de un drama íntimo. En un tiempo como el nuestro que
exalta la juventud y la belleza, que olvida la vejez y los sufrimientos de la gente,

en La enfermedad el centro es el amor, la relación intensa que aquel hijo
excepcional siente por aquel papá quien en vez de volverse a casar, cuando murió
la esposa, se dedicó a educar a su hijo, a formarlo sentimentalmente, a dejar una
huella bella y honda en él. Quizá en estos estriba lo más hermoso y tenso de La
enfermedad, en el hecho de mostrarnos que de aquello que huye la sociedad de
nuestro tiempo tanto, las enfermedades, es la única forma que tiene este hijo de
ocuparse de aquel ser sobremanera amado que es su padre. Y por estar junto a él
lo abandona todo para seguir así los últimos pasos del padre, quien más de una
vez, no tiene otras posibilidades, huye de sus consejos y obtiene por última vez,
no le harán daño, los bellos placeres prohibidos, huyendo por horas del hijo
médico que ha fijado aquello que debe hacerse para alargar lo más posible la vida
de su papá.
Y es algún día, cuando se produce la estremecedora escena final, que vale por
toda la novela de Barrera: cuando el hijo viendo que el padre agoniza se acuesta a
su lado y lo abraza tiernamente para esperar el fin.

LOS DIEZ CUENTOS DE “CRIMENES”

Con el espléndido volumen Crímenes(Barcelona: Anagrama, 2009. 161 p.) entre
las manos debemos reiterar una vez más nuestra opinión según la cual el cuento
es el género central de la narrativa venezolana. Y no es porque nuestra novela no
sea óptima sino porque el cuento es siempre esencial, razón por la cual la mayoría
de nuestros novelistas han cultivado el cuento, y no, como se ha creído, como
camino para el cultivo de la narración mayor sino en sí mismo, tal los casos de
cuentistas impecables como los maestros Rómulo Gallegos(1884-1969) o Arturo
Uslar Pietri(1906-2001). Los ejemplos son muchos, los cultivadores de la sola
narración corta son pocos, con lo cual no queremos decir que son menores, tal los
casos de Gustavo Díaz Solís(1920) o Alfredo Armas Alfonzo(1921-1990) diestros
en su creación. Y que el cuento es esencial no solo no lo están diciendo en estos
días Crímenes sino también En rojo(Caracas: Alfa,2011. 174 p.) de Gisela Kozak,
Las rayas(Caracas: Alfa,2011. 142 p.) de Rodrigo Blanco o Actos de salvajismo y
otros cuentos(Caracas: Mondadori,2009. 157 p.) de Milagros Socorro.
Y esto que afirmamos tiene que ver con los modos de narrar que hallamos
en Crímenes, estos siempre bellos, precisos, certeros y tensos cuentos, tan
intensamente agónicos, tan llenos de desasosiego, “esa culpa invisible, sin
cuerpo”(p.127), como leemos en “Anoche”. Han sido tan bien paridas estas
narraciones que por momentos se nos antojaría llamarlas perfectas porque nada
les sobra ni nada les falta. Son, desde luego, ficciones, desarrolladas en medio del
tiempo, que “es imbatible”(p.73) como se lee en “Balas perdidas”. No olvidemos,
aunque parezca obvio, ya lo dijo don Antonio Machado(1875-1939), la literatura
es “palabra en el tiempo”. Y estos relatos además siempre gratifican al lector
que los sigue. Y siempre ante ellos estamos ante la literatura, ante el acto de
crear con la palabra. Por ello leemos en “La correspondencia ajena”: “Es mejor
contar un asesinato que cometerlo. La literatura tienes menos consecuencias
que la vida”(p.30), pero sin el vivir no existiría la literatura, espejo de la condición
humana, del vivir.
Estos Crímenes de Barrera nos insinúan que su autor utiliza la palabra crimen en
un sentido lato, más allá de la sola “acción voluntaria de matar o herir gravemente
a alguien”, o como solo un delito enorme, sin duda imperdonable, la siempre
acción indebida y reprensible, como dice el diccionario de la real definidora, sino
en el sentido de aquel acto que sino puede no quitar la vida es destructivo, incluso
para la vida intima, como podrían ser los casos de historias de parejas que aquí
leemos como “La nada” o “¿Por qué a las mujeres no les gustan las películas
pornográficas?”, tan destructivas como puede ser el suceder de la vida de aquel
guerrillero fracasado de “Las venas abiertas”.
Y en el corazón de Crímenes aparecen las grandes preguntas, tal “¿Qué puede
más?¿La amistad o el deseo?”(p.40) de “Una historia mexicana”; o aquella,
de “Perros”: “siempre terminamos siendo rehenes de cosas que supuestamente
no tienen ninguna importancia”(p.81). O todo lo que nos plantea el relato ”Balas
perdidas” sobre el que volveremos.

ESTAS NARRACIONES

Tanto en ”La nada”, en “Una historia mexicana” o en “¿Por qué a las mujeres
no les gustan la películas pornográficas?” nos pone Barrera ante el que
seguramente es el gran tema íntimo de nuestra época: las parejas, sus encuentros
y desencuentros, avizorados con su agudeza sin par por el gran Woody
Allen(1935) en varias memorables cintas y en América Latina por el chileno José
Donoso(1924-1996) en su nouvelle “Átomo verde número cinco” una de sus Tres
novelitas burguesas(Barcelona: Seix Barral, 1973, p.105-188).
Aquí en “La nada” está la gran pregunta de toda pareja cuando se agota el
deseo, “Desde aquella tarde, no han dejado de estar juntos. Ahora, al evaluar el
pasado, a veces se preguntan que pasó con todo ese furor, con toda esa pasión
enloquecida”(p.17), “Por supuesto que no esperaban que durara para siempre.
Todo el mundo sabe que el gusto también tiene una edad”(p.17), ahora ”Solo…
les quedaba la nostalgia. Una tierna nostalgia que los ayudaba a estar juntos. Lo
que más amaban era lo que alguna vez fueron”(p.17-18). O lo posible: “Rafael
más bien pensaba que el amor se había transformado, que ahora tenía otras
obsesiones, otras debilidades, otras maneras de expresarse. Los afectos son
como el río de Heráclito. Nadie se moja en ellos dos veces”(p.18). Todo terminó
quedándose quieto, “La nada no sangra”(p.24)
En “Una historia mexicana” es el recuento de alguien que entra en una casa como
amigo y cuando se va se lleva a la esposa del otro. De allí la interrogante: ”¿Qué
puede más? ¿La amistad o el deseo?”(p.40). Fueron descubiertos, como siempre
sucede, el amor no puede esconderse. Aquí pervive la observación del gran
Shendhal(1783-1842), maestro en el asunto, ”las pasiones son caprichosas”.
Por su parte en “¿Por qué a las mujeres no le gustan las películas pornográficas?”
observamos el suceso. El esposo tiene un accidente, la esposa lo acompaña
en la clínica, allí aparece una joven que le dice: “Yo soy Gledys la novia de
Rodrigo”(p.134), es decir, de su marido. Sobran las palabras para la glosa de este
intenso cuento, aunque seguimos sin explicarnos el por qué su autor escogió el
título que le puso, que es apenas un momento dentro de lo que se cuenta, un
mero accidente de un solo día.
Dos de estos relatos son los propios de la literatura en la literatura. Tal “Creación
literaria”, sobre un taller de escritura en una cárcel o “Escritores famosos”, donde
un profesor de literatura creativa termina plagiando las historias de sus alumnos.
Otros tocan sucesos del vivir cotidiano como “Perros”, “Anoche” o “Un asunto
sentimental”, el primero con la historia de un desempleado, el segundo lo que se
recuerda en las horas de una resaca.
Si este libro de Barrera no nos planteara tantas reflexiones, casi estaríamos por
decir que “Un asunto sentimental” es mejor del conjunto. Comienza con un hecho
de estas horas: una esposa “abandonó a su marido para irse a Miami a buscar
fortuna”(p.87). Y él se queda solo. Pero esto es solo el comienzo, luego nos
damos cuenta que nos estamos internando en un memorable relato sobre un viaje
hacia la noche, hacia el final, siempre en medio de la peligrosa noche caraqueña
de estos días, con todos los absurdos actuales, con todo su horror.
“Las venas abiertas”, por su parte, con el título del libro de cabecera del “idiota
latinoamericano”, se nos ofrece una historia muy bien trazada del fracaso de la
guerrilla de los sesenta, pero vista desde los ojos de los que la padecieron: los
hijos abandonos por los padres insurgentes para quienes la utopía revolucionaria
fue superior. Esta es la crónica del derrumbe total. Es una aporte más a los libros
que registran aquella dolorosa experiencia frustrada.

LETRAS DE ESTOS DIAS

“Balas perdidas” requiere unas observaciones especiales. Necesita a nuestro
entender de unas anotaciones previas ya que este relato nos lleva a una de las
entrañas de la literatura que se escribe entre nosotros en estos días trágicos,
al menos a una parte de ella porque no todo lo que se escribe hoy toca estos
parajes.
Este ámbito fue delineado así por Ana Teresa Torres(1945) al escribir: “Me
estoy refiriendo a ‘la novela de Chávez’ que ya algunos comienzan a
demandar…pudiera muy bien desencadenarse [también] una necesidad de
escritura de la privacidad, de resguardo de los íntimo que tanta amenaza ha
sufrido y resistido…Constato que estos años leí más acerca del totalitarismo
que en casi toda mi vida anterior. Comprendí así a esta edad tan tardía que lo
totalitario consiste en obligar al ciudadano a diluirse en el ‘pueblo’, para luego,
en nombre del pueblo, pueda hacerse cualquier cosa contra el ciudadano.
Esta experiencia mía(nuestra) quedará para la literatura, pero no juguemos al
comisario. Escribamos con libertad y dejemos que aparezca”(“Cuando la literatura
venezolana entró en el siglo XXI” en Varios Autores: Nación y literatura. Caracas:
Equinoccio,2006,p.923).
Es esta la crónica de una infinita cantidad de sucesos que nos inquietan, los
propios de una nación en donde todos estamos “aturdidos y confusos” como
ha escrito María Dolores Ara(“La cultura literaria en Venezuela” en Varios
Autores: Aproximación a nuestra cultura. Caracas: Fundación Venezuela
Positiva,2011,p.187).
Todas estas manifestaciones las presiden los versos de Yolanda Pantin(1954),
tanto en su soberbio, y sin duda profético, poema El hueso pélvico(Caracas:
Eclepsidra, 2002) como en las poesías de su libro País(Caracas: Fundación Bigott,
2007. 176 p.), un poemario hondamente político así muchos de sus lectores no lo
hayan percibido.
Entre sus otras manifestaciones, además de los cuentos de Barrera que vamos
a tocar, podemos mencionar el relato “Carta de una viuda de la guerra civil” de
Milagros Mata Gil(1951), sobre una mujer que perdió su pareja en los asesinatos
del 11 de Abril de 2002(en Luz Marina Rivas: Las mujeres toman la palabra.
Caracas: Monte Ávila Editores,2003,p.143-150); el relato “Del corazón todavía”,
(de En lugar del corazón. Caracas: Bid,2008) de Silda Cordoliani(1953), sobre
una desaparición y un destierro; “Los vicios de la maestra Ayala” de los Actos de
salvajismo y otros cuentos(Caracas: Mondadiri,2009) de Milagros Socorro(1960),
sobre un pueblo asediado por la intolerancia; las novelas Nocturama(Caracas:
Alfa, 2006) de Ana Teresa Torres, es, dentro de su gran metáfora, la Caracas
derruida por el chavismo; El último fantasma(Caracas: Alfaguara, 2008) de
Eduardo Liendo(1941), el último ajuste de cuentas de la izquierda con el
leninismo; Un hombre de aceite(Caracas: Bid,2008) de José Balza, sobre un
personaje de este período y La advertencia del ciudadano Norton(Caracas: Alfa,
2010) de Karl Krispin(1960), en torno a la polémica, a través de e-mails, el nuevo
género literario, entre un demócrata y una adversario de la globalización.
En teatro, que fue el género adelantado en este registro, las piezas Ambas tres y
C.I.N.K.O. de Javier Vidal(1951).
A todas estas habrá que añadir, en un registro más detallado, los pasajes
de diversas obras que tocan estos asuntos de nuestra vida política, de los
sufrimientos, dolores y padeceres de esta sociedad.
Hemos llamado a estos tiempos días trágicos, constituye una inundación muy
bien delineaba por Barrera en uno de los cuentos de Crímenes. Tal cuando
en “Balas perdidas” habla del ”remolino de estos meses”(p.75) o cuando leemos
en “Escritores famosos”: “En aquellos días no se hablaba otra cosa sino de
política. El país completo estaba intoxicado”(p.104), y en el mismo cuento: “Y yo,
sólo así, sin entender nada, sin saber que hacer, sin saber si quedarme o huir, sin
saber en que país vivo”(p.113).
O lo que piensa el cínico profesor de “Escritores famosos”, “Según sus cálculos,
más temprano que tarde, la revolución bolivariana obligaría al mundo a poner sus
inestables pupilas en Venezuela. ¡Por fin nos había llegado una gran oportunidad!
Debíamos comenzar a escribir, de inmediato, relatos de resistencia, dramáticos
episodios de perseguidos latinoamericanos, narraciones cargadas de una difícil
heroicidad en lucha permanente contra la amenaza totalitaria”(p.102), “Ya éramos
los futuros escritores disidentes del país”(p.105). Por ello instó a sus alumnos a
Marina Tsvietaieva(1892-1941), considerada por Joseph Brodsky(1940-1996) la
mas alta poeta rusa del siglo XX, más que Anna Ajmatova(1899-1966), lo cual ya
es mucho decir, Sobre todo por su poema “!Por el año nuevo!”(1927) escrito en la
muerte de Rainer María Rilke(1875-1927), ambas poetas víctimas del stalinismo.
Pero el profesor que dice eso y recomienda tales lecturas termina cometiendo su
personal crimen: plagia a sus alumnos. Tal relato le permite a Barrera ponernos
en el ámbito literario de estos días, de entre cuyos pliegues está saliendo lo más
veraz de nuestra ficción actual.

Por su parte el cuento “Balas perdidas” hace familia con todos los textos antes
citados. Significa la presencia en nuestro medio de las “Balas perdidas: “balas
que van y vienen, caen donde no deben, se equivocan, se meten en otros
cuerpos, llegan a donde no han sido invitadas. Balas sin responsable. Balas
sin origen conocido. Balas que andan sueltas. Con el rumbo torcido. Hay que
estar pendiente. A cualquiera le puede tocar alguna”(p.72). Somos testigos
en “Balas perdidas” de la desaparición de un miembro de una familia, un clan
también dividido entre escuálidos y chavistas(p.57), como lo está media sociedad
venezolana. Y la presencia del “exacerbado debate público que envolvía a la
sociedad. Contaminación política, así lo llamaba. Pensaba que el país estaba
enfermo”(p.59) Y la terrible pregunta: “¿Dónde podía encontrarse?¿Por qué había
desaparecido de esa manera?”(p.56).

(Leído en la sesión del Círculo de Lectura de la Fundación Francisco Herrera
Luque la tarde del martes 6 de Septiembre de 2011).

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