Cine

Maren Ade reaviva el cine alemán con su película «Toni Erdmann»

Especial para analítica desde Berlín: Martha Escalona Zerpa

Maren Ade pertenece hoy en dia a una nueva generación de cineastes alemanas que con un cine intimista y a su vez minimalista analiza con fina precision y un estilo muy suyo la dinámica de relaciones interpersonales enmarcadas en un siglo XXI dominado por las leyes del neoliberalismo y la globalización. Los protagonistas en sus películas se enfrentan con un dilema, producto de la vicisitud entre la absoluta autonomía y el éxito a toda costa y la pertenencia emocional a un otro llamado familia.

Con su primera película Alle Anderen (Otros) Maren Ade analizó la dinámica interrelacional de una pareja que pasa sus vacaciones en una casa de campo de los padres en Cerdeña. En ese espacio intimo se sucede una decodificación emocional y psicológica sobre lo que sostiene la relación de pareja. Con esta película Maren Ade obtuvo el Oso de Plata como mejor película y su protagonista femenina Birgit Minichmayr el Oso de Plata como mejor actriz en la Berlinale 2009.

Ahora, después de su paso exitóso por el Festival de Cine de Cannes en mayo 2016, Maren Ade retorna con su tercera película Toni Erdmann, que se muestra actualmente en las carteleras de las pantallas de cine alemán.

Luego de ocho años de ausencia, finalmente una película alemana y de la mano de una mujer directora logra acceder al gran festival de cine internacional en la Cote D Azur, convirtiéndose en la gran favorita del publico y obteniendo el premio Fipresci de la crítica internacional a la mejor película de la competición oficial. Toni Erdmann ha sido también nominada como película extranjera para la próxima entrega de los Oscars en 2017.

La nominación de esta película en ambos certámenes de cine internacional corona a la llamada «Berliner Schule» o «Escuela de Berlín» del joven cine alemán del siglo XXI que toma el relevo de manos de ilustres predecesores como Wim Wenders, Werner Herzog y Rainer Werner Fassbinder.

Toni Erdmann es un estudio psicológico sobre una relación maltrecha entre Wilfried (el actor austríaco Peter Simonischek), un padre de la tercera edad e Inés (la actriz alemana Sandra Hüller), una hija ya madura, los cuales se vuelven a encontrar en un contexto social ajeno al núcleo familiar. La película muestra en dos niveles de análisis aspectos en la relación padre e hija de sus protagonistas Winfried e Inés, con elementos autobiográficos de la directora, y a su vez paradigmático de un modelo relacional.

Por un lado Ade muestra lo que vincula una relación padre-hija y por el otro lado lo que aleja a ambos. Sobre todo la distancia emocional que se van tejiendo en el curso de la vida, cuando los hijos ya lejos de sus padres hacen una vida fuera de los marcos de representación del pasado. Inés es ahora una mujer de negocios, que vive en Rumania, con poco tiempo y deseo de mantener una comunicación intensa con su familia en Alemania. De su padre no solo la separa la distancia, sino además los interéses y los estilos de vida diferentes. Ella trabaja en una consultoría internacional, donde el business es lo más importante en su vida, y él, es professor de música, para quien el momento vivido es lo más importante.

Después de la muerte de su perro, Winfried, decide repentinamente hacerle una visita a su hija en Bucarest. Sin embargo, Inés no se alegra especialmente de tener a su padre como un huésped indefinido en su casa. En esas posiciones contrarias, Winfried intenta conquistar la atención de su hija a través del humor y haciéndole bromas. Al no funcionar la estrategia de la risa, Winfried decide invertarse un alter ego: Toni Erdmann, un personaje penoso con dientes postizos, una peluca mal puesta y un saco poco elegante, que pone en acción para intentar tejer un hilo de comunicación con su hija. De esta forma Toni Erdmann irrumpe radicalmente en la vida privada y pública de Inés y en sus citas de negocios, provocándole una sensación de pena ajena y bochorno, porque ella no quiere aceptar que ese personaje que se ridiculiza a esos extremos es su propio padre desesperado que busca su atención y, también, su aceptación. Un recurso dramatico, si, pero apelativo para reinvertar una relación padre-hija practicamente pérdida.

Lo que ésta película ha desatado en Cannes y ahora en Alemania es una suerte de emociones que van desde las carcajadas hasta las lágrimas. Porque todos nosotros podemos vernos identificados en los personajes. El de la hija renuente con una meta clara frente a los ojos y sin ganas de hacer compromisos con nadie, tampoco con su padre, y un padre, que desesperadamente intenta ejercer ese rol muy a posteriori y en un contexto social y global muy cambiado. En ese punto se entrecruzan los niveles de análisis, lo esencialmente personal vs. lo social y económico. Individuos sujetos a las leyes del neoliberalismo y la globalización.

En definitiva, a Maren Ade le interesó filmar lo poco que uno puede desvincularse de la propia familia, viviendo a distancia de ella, porque son relaciones fijas en la vida con esquemas interactivos ritualisados. Cuando se es joven, se piensa que el origen familiar y social no tiene ninguna influencia en la existencia presente, pero es una verdadera falacia creerlo. Lo aprendido se porta dentro de sí y los vincunlos aprendidos son invisibles pero determinantes en el comportamiento. Y ello, lo volvemos a reconocer  en Toni Erdmann.

Toni Erdmann, con una duración de 2 horas y 42 minutos, es una tragicomedia larga, pero sin duda un imperdible.

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