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Dos desviaciones sexuales se lucen en Cannes

El Festival de Cannes de este año quedará señalado como una reunión de grandes directores, pues están  presentes renombrados cineastas de muchos países, tales como Roman Polanski, Steven Soderbergh, Baz Luhrmann, Ethan y Joel Coen, Asghar Farhadi, Guillaume Canet, entre otros, que presentan interesantes cintas, dentro y fuera de concurso. Para darle más relieve al evento, el jurado está presidido por Steven Spielbeg, acompañado de luminarias como Ang Lee, Nicole Kidman y Kristof Waltz, mientras la laureada Jane Campion (El piano) coordinará  la competencia de cortometrajes. La inauguración, presidida por Audrey Tautou, estuvo inundada de estrellas en ocasión del estreno mundial de El gran Gatsby, con Leonardo di Caprio acaparando la atención del público femenino. Como complemento, se exhibieron en copias restauradas clásicos como Vertigo, La gran comilona, Hiroshima mon amour y A pleno sol. Latinoamérica estuvo representada, aunque sólo en la sección Una cierta mirada, por dos nuevos cineastas, el mexicano Diego Quemada Diez con su Jaula de Oro, (sobre la odisea de los inmigrantes centroamericanos en México) y la argentina Lucía Puenzo, hija del famoso director Luis Puenzo (La historia oficial), quien presenta en Wakolda una trama de suspenso ambientada en la Patagonia de los años 60, siendo su segundo largometraje después de la muy aclamada “XXY”  en 2007. China y Japón, siempre presentes en este festival, presentaron Un toque de pecado  y Tal padre, tal hijo, de renombrados directores como J. Zhangke y H. Koreeda, respectivamente.

Focos de atracción

A pesar de haber tantas atracciones, el interés del público estuvo centrado en dos prestigiosos directores, que posiblemente se despidan del cine con sus recientes obras, ambas con temas escabrosos como el masoquismo y la homosexualidad.  Uno es el gran Roman Polanski, quien a sus 80 años ya habla de un retiro del cine forzado por la edad, y quien presenta aquí algo que no hacía en décadas, una película hablada en francés, La Venus de piel, con su actual esposa Emanuelle Seigner en una historia escrita por el inspirador del masoquismo, Leopold von Sacher-Masoch. El otro es Steven Soderbergh, quien anunciara recientemente un retiro intempestivo del celuloide a sus 50 años, supuestamente para tomarse un descanso y meditar después de una larga filmografía de 36 obras que incluye cintas tan variadas como el innovador Sexo, mentiras y Videotape (con el cual ganó la Palma de Oro en 1989), la oscarizada Traffic, la biografía del Ché Guevara en 4 horas y la exitosas serie policial sobre La Gran Estafa. La actual película de Soderbergh, Detrás de los candelabros, seguramente dará mucho que hablar, por cuanto trata de una tempestuosa relación homosexual, siendo el eje de la misma el famoso pianista Liberace, interpretado aquí nada menos que por Michael Douglas, mientras que Matt Damon encarna a su amante durante 6 años en la década de los 70.

Maestro y alumno en el festival

Por su parte, Polanski no filmaba en Francia  desde su época de oro, cuando realizó en este país dos de sus obras más sonadas, Repulsión y Cul-de-Sac, regresando a París en 1988 sólo para su homenaje a Hitchcock,  Búsqueda frenética,  financiada –curiosamente- por el Hollywood que lo desdeñaba (aunque ya no, después de El pianista). El interés de los cinéfilos se acrecentó en el festival debido a que Soderbergh es un gran admirador de Polanski y le encantó volver a encontrarse con el que considera uno de sus maestros. Y no es sólo de palabra, pues Soderbergh ha realizado dos largos documentales sobre el cineasta polaco, uno (Buscado y deseado, 2008) sobre las incidencias que lo llevaron a exiliarse fuera de EEUU, y el otro (Persona ausente, 2010) un recuento de su lucha por evitar la extradición, ambos exhibidos en festivales y la televisión del norte. Viniendo de un director tan curtido como Soderbergh, las dos cintas representan conjuntamente una de las mejores biografías fílmicas, entre tantas que se han realizado sobre el polémico Polanski.

Otro director que filma en francés por primera vez, es el iraní Asghar Farhadi, cuya película sobre una conflictiva pareja de amantes, Una separación, ganara el Oscar como mejor película extranjera en 2012, siendo el primero de ese país en lograrlo dadas sus conflictivas relaciones con EEUU. Esto sucedió un año después de recibir el Oso de Oro en Berlín en 2011, mientras el mismo filme por poco se lleva la Palma de Oro, aventajado por El árbol de la vida de Terrence Malick. Esa vez Farhadi, ya establecido en Francia y quien se alejó de su nativa Irán por problemas ideológicos, nos presenta El pasado, una película romántica con la conocida actriz de origen argentino Berenice Béjo,  siendo para ella su primera cinta importante después de encarnar al objeto amoroso de El Artista en aquella famosa película muda que ganara varios Oscar el año pasado. En fin, no hay duda que el de Cannes ha sido un festival muy llamativo este año, pero los ganadores serán comentados en el próximo número por ser otorgados el domingo 26 de mayo.

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