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Eduardo Betancourt, un arpista tan versátil como su instrumento

De niños, todos sueñan con ser alguien en la vida. Algunos quieren ser astronautas, otros abogados, hay quienes se inclinan por el periodismo y, por supuesto, nunca faltan los que anhelan convertirse en doctores. Pero bien dice la Biblia que los pensamientos de Dios son mucho más altos que los del hombre, y que sus planes siempre son mejores. ¿De pequeño, Eduardo Betancourt soñaba con ser un gran arpista? Probablemente ni lo imaginaba; pero es así: este venezolano es, en la actualidad, uno de los arpistas criollos con mayor proyección a escala internacional.

Y para quienes tienen duda, acá unos cantos de botones: tiene más de 25 años de experiencia interpretando música tradicional venezolana; ha ofrecido conciertos y clínicas en casi todos los continentes (Europa, América, Asia y África); ha tocado con artistas de la talla de Simón Díaz, Oscar D’León, Gilberto Santa Rosa, Danny Riera, Luis Salinas y Jorge Celedón; ha participado en más de 100 producciones musicales conjuntas, todo esto por solo mencionar algunos ejemplos.

Aquel adolescente de 14 años de edad que daba sus primeros pasos en los talleres de cultura popular de la Fundación Bigott, hoy dicta talleres de ejecución en Berklee College of Music, y demás. Claro está, para alcanzar el peldaño que ostenta en la actualidad, tuvo que dejar de ver la ejecución del arpa como un hobbie. Esa transición entre el pasatiempo y lo profesional ocurrió de manera espontánea, sin que Betancourt se diera cuenta. “Lo que sí recuerdo es que cuando tenía 17 años hice mi primera suplencia en una clase. Ese, digamos, fue el inicio de todo”, comenta.

Eduardo Betancourt, arpista venezolano
Foto: Cortesía René Pérez

Lo mismo ocurrió con su versatilidad interpretativa. Este arpista toca, prácticamente, cualquier género musical. Bueno, salvo el reggaetón, y no es porque no esté en capacidad de hacerlo, sino porque no le gusta.

—En la vida se nos presentan situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort, y nos llevan a un nuevo nivel. ¿Qué le falta a Eduardo Betancourt por lograr para alcanzar un escalón más alto?

—Gracias a Dios, me siento feliz con lo que he logrado hasta ahora. Sin embargo, no estaría mal grabar un tema con Marc Anthony o Steve Wonder (risas).

—La música, como todo, está en un proceso constante de evolución. ¿Hacia dónde crees tú que se proyecta la música venezolana?

—Me alegra saber que actualmente la música venezolana goza de un alto prestigio a escala internacional. A lo largo de los años, a su raíz se le han ido incorporando elementos armónicos de lo clásico y el jazz, por mencionar algunos géneros. Esto ha enriquecido en gran manera nuestros sonidos, los cuales han cruzado la frontera nacional. Cada día más son más las personas en el mundo interesadas en nuestro arte.

—Aprovechando que has tocado el tema de la proyección venezolana, sabemos que actualmente nuestro país vive un éxodo impresionante. Esto ha generado comentarios positivos y negativos en la comunidad internacional. Lamentablemente, cuando en muchas naciones se habla de nuestros paisanos, hacen referencia a la prostitución y la delincuencia. Tú, que vives actualmente en el exterior, ¿qué estás haciendo desde tu tribuna para cambiar esta mentalidad?

—Justamente con la música, dando a conocer la riqueza musical que tenemos en nuestro país. Cada estado de Venezuela tiene un ritmo y una forma particular. A través del arte podemos tumbar cualquier mala impresión que tengan contra los venezolanos. Además, quiero aclarar algo: de dónde seas y a dónde vayas, te vas a encontrar con la prostitución, las drogas y la delincuencia, seas venezolano o no. Así que, bueno, lamentablemente sí hay personas que practican estas cosas, pero también hay otro gran porcentaje de gente valiosa.

Ad Libitum

En 2016, Betancourt lanzó su primera producción en solitario: Ad Libitum, «una compilación de mucha experiencia musical en mi vida”, como dice él mismo. A decir verdad, el disco está influenciado por todas las etapas musicales por las que el artista ha transitado.

El álbum se construyó paso a paso, sin un concepto completo ya prefabricado. “Yo iba al estudio, grababa una canción, regresaba a mi casa, componía y luego volvía al estudio. Así fue que lo produjimos. Por eso es que se titula ‘Ad Libitum’, cuyo significado en latin es ‘Al gusto’”.

Al poco tiempo de bautizar su disco viajó a los Estados Unidos para participar, en principio, en un proyecto musical junto a Huáscar Barradas. Pero las puertas se continuaron abriendo en la nación norteamericana, por lo que Betancourt terminó quedándose. Actualmente está residenciado en Boston.

Estando allá lo invitaron para integrar el grupo musical Venezuelan Projetct, junto a músicos de Berklee College of Music, universidad con la que ha compartido su arte en diversas oportunidades. En 2017 viajó a Francia, invitado por Camac Harps, marca de arpas que él representa en Venezuela. Allá aspira realizar una gira durante el primer semestre de este año, un recorrido que incluye Santiago de Compostela (España) y varias ciudades de Estados Unidos.

Por todo esto y más, Eduardo Betancourt sigue siendo uno de los arpistas con mayor proyección en el orbe. Los sueños que se tienen cuando niños se deben a personas que han logrado triunfar en algo. Seguramente, la vida de este venezolano ha inspirado a muchos pequeños a soñar con ser arpistas cuando grandes.

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