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Entrevista con José Saramago

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En el marco insustituible del
Palacio de la Magdalena, en Santander, España, sede de verano de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo, José Saramago, Premio Nóbel de literatura,
dictó un taller literario. Durante una semana los estudiantes literalmente
comulgaron con una visión del mundo que se mueve a contracorriente y que llama
a la reflexión. En el Paraninfo de dicha Universidad tuvimos oportunidad de
conversar unos minutos con este humanista solidario, ateo pero profundamente
enamorado de la utopía de Jesús, a quien cada vez le interesa menos hablar de
literatura pero que sigue escribiendo y lo seguirá haciendo mientras sienta que
tiene algo que decir, porque escribir, para él, es algo más que vencer el
olvido.

¿Qué ha pasado con el amor y la
solidaridad tan presentes en obras como Manual de Pintura y Caligrafía o
Memorial del Convento? ¿Por qué esa ruptura a partir de Ensayo sobre
la Ceguera
?

-Hay una ruptura pero no hay
los dolores, por decirlo así, que se estaban y se podían encontrar en todos
los libros anteriores. Todo esto se mantiene, lo que pasa es que estas últimas
dos novelas y la última que todavía no esta publicada, son quizá una mirada
más de cerca a la realidad. Tienen una intención distinta. Estas novelas
poseen una mirada más filosófica. En las otras, sin que se tome de manera
literal, lo que cuenta es la historia, el conflicto, lo que esta ocurriendo. Hay
una especie de complacencia en la narración. Estas últimas obras pretender
trascender la apariencia y tocar lo esencial, el ser. Y no sólo el ser sino la
relación entre los seres humanos en esta sociedad en que vivimos, en donde los
valores humanos están si no ausentes cada día más obnubilados. No hay ahí un
abandono de esos valores sino que se expresan de otra forma.

¿Cuál será la metáfora del
Ensayo sobre La Ceguera?

-La metáfora es muy sencilla. La
razón de la ceguera en esa novela es una ceguera metafórica, las personas no
son realmente ciegas en el sentido de que no están dotadas de la vista, la
ceguera actúa como metáfora de la pérdida de la razón, no en el sentido de
la locura, eso otra cosa, pero en el sentido en que no nos estamos comportando
de una manera racional. Claro que todo lo que hacemos lo hacemos con la
razón, es decir con eso a lo que llamamos razón, pero estamos usando la
razón más para destruir que para construir, más para atentar contra la
vida que para defenderla. En este sentido, la pérdida de la visión es de
alguna forma la pérdida de la razón que construye. Si toda una sociedad si
vuelve ciega en ese sentido, si olvida la solidaridad, el deber, el respeto, se
convierte en una especie de nido de serpientes. De ocurrir esto, la ceguera
metafórica impera. Yo creo que la gente se está volviendo ciega porque no se
da cuenta de que nuestra forma de vivir es totalmente errónea y nos lleva al
desastre. Lo que intenta expresar Ensayo sobre la ceguera es eso, el
desastre que se podría producir si continuamos por el camino en que nos
encontramos. Yo no creo que soy catastrofista pero no doy nada por el mundo
dentro de cincuenta años.

Recordando a T.S. Eliot ¿Qué
puede hacer el poeta hoy en favor de la sabiduría que se ha perdido en el
conocimiento?

-Yo no sé. A mí no me preocupa
nada si tú eres un poeta o si eres un funcionario público. Es lo mismo que
preguntar: ¿qué es lo que puede hacer el médico o el campesino? ¿Qué
podemos hacer todos para que la vida sea una vida digna, para que el
conocimiento sea algo que nos acerque más a la bondad, al respeto, a todo eso?
Eso no es algo que haya que preguntar al poeta, el poeta hace, el escritor hace,
el pintor pinta, todos hacemos lo que tenemos que hacer y, mientras en el marco
de lo que estamos haciendo podemos ser más o menos útiles a la sociedad, en el
marco de lo que podríamos hacer en el sentido, repito, del respeto, de la
consideración por el otro, todos podemos hacer algo. Estar esperando que el
poeta, el escritor tengan algo que decir como si fuera una especie de faro que
va adelante y todo el mundo le sigue, eso no se debe pensar. Nos hemos
equivocado, no hay que pedirle al poeta, al escritor, al artista, al músico, al
pintor cosas como esas, él hace su trabajo. Lo que interesa es preguntarle a
él, además de su trabajo, ¿qué es lo que hace?. Una cosa es el libro que yo
escribo y otra, quizá contraria, es cómo se comporta una persona determinada,
cómo me comporto yo en la vida. Puede llegar a haber una contradicción entre
una cosa y otra. Yo puedo escribir cosas maravillosas y ser un canalla.

¿Cómo condiciona el éxito en
la vida?

El éxito es una cosa que viene y
va.

¿No impulsa la sociedad actual a
la búsqueda de algún tipo de éxito?

-Yo no siento eso, es decir, yo
no he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una
carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he
sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que
tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras.

Lo que sí no se puede hacer es mirar la vida como una carrera de obstáculos en
donde, si es necesario, yo haga caer al que está corriendo al lado mío para
que yo gane. Eso para mí es absolutamente inadmisible, no lo admito. En mi caso
esto me ha resultado bien porque no he querido nunca triunfar, no he querido
nunca ser un hombre famoso. No sé si lo que tengo es un triunfo, no sé si lo
que tengo es la fama, pero tengo lo que tengo y se acabó y quien me conocía
desde antes, sabe que yo soy ahora exactamente la persona que era hace diez o
quince años, soy igual.

Ahora, no hay duda de que la
búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa
soledad del agua que no se mueve. Napoleón debió de ser un hombre muy
solitario.

¿Cómo compaginar una cierta
negatividad hacia los hechos y asumir posiciones sin llegar al fundamentalismo o
al fanatismo?

-Yo no digo que todo es negativo,
lo que yo digo es que hay demasiadas cosas negativas en el mundo para que no nos
preocupemos de ellas. Deberíamos preocuparnos todos los días. Yo no digo que
todo es negativo pero me parece que es un error intentar justificar las cosas
negativas por el hecho de que hay unas cuantas cosas positivas.

La Caverna,
su último libro, saldrá próximamente ¿Cuál es el eje central de esa obra?

-No me gusta adelantar nada sobre
un libro que todavía no ha salido. Lo único que ya he dicho y podría volver a
decir ahora, es que de alguna forma La Caverna retoma el mito de la
caverna de Platón. No se centra exactamente en la caverna de Platón, pero es
el resultado de una convicción mía de que nunca hemos estado tan cerca de la
caverna de Platón como lo estamos ahora. Platón escribió eso hace unos dos
mil cuatrocientos, o dos mil trescientos años y durante todo este tiempo es
como si Platón hubiera anunciado como ese profeta, que sin saberlo ha sido,
algo que finalmente está ocurriendo ahora. Vivimos en la caverna de Platón.

Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad. Hoy
la llamamos realidad virtual. Espero demostrarlo con ese libro.

* * *

Unos minutos más tarde, en el
encuentro sostenido en el auditorio del Palacio de la Magdalena con el público
en general, Saramago volvió sobre un tema que está en el eje de su obra y de
su vida, la angustia por vivir en una sociedad que crece en un desierto de
ideas, que no se compromete en ningún sentido y que por tanto tampoco puede
crear escritores comprometidos porque las ideas se han convertido en un peligro.

Ni siquiera, dijo, el respeto a los derechos humanos suscrito por las Naciones
Unidas ha llegado a ser una realidad. Para José Saramago, globalización
económica y respeto a los derechos humanos son elementos incompatibles a los
que es necesario estar atento porque de lo contrario el gato de la
globalización devorará al ratón de los derechos humanos. El mando está en
las manos de los que defienden la globalización, no en las manos de los que
defienden los derechos humanos. Estos últimos han quedado relegados como una
utopía, como un documento más en la historia de las ideas no cumplidas.

Saramago esa tarde reivindicó el
amor y la transformación que el amor ejerce en todos los seres. "El ser
enamorado, mientras dure -aclara- es otro ser. Si pudiéramos enamorarnos todos
los unos de los otros y mantenernos enamorados hasta el fin de los tiempos,
entonces, sí tendríamos un planeta feliz". Y para que no hubiera malas
interpretaciones prefirió insistir en la palabra "respeto".

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