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La «Misa Solemnis» de Beethoven estuvo en manos de Thielemann y la Filarmónica de Berlín

Martha Escalona Zerpa, especial para Analítica.com
Berlín

El actual director titular de la Staatskapelle de Dresden y principal batuta de la Semperoper de dicha ciudad, Christian Thielemann, dirigió el pasado 14, 15 y 16 de diciembre 2017 la «Misa Solemnis» de Beethoven, con las voces de Luna Orgonásová (en sustitución de la soprano Genia Kühmeier), Elisabeth Kulman (mezzo), Daniel Behle (tenor) y Franz-Josef Selig (bajo), junto al portentoso Coro de la Radio Rundfunkchor Berlin.

Christian Thielemann es asimismo el director artístico del Festival de Pascua de Salzburgo y el primer Director Musical del Festival de Bayreuth. En 2015 fue finalista en la candidatura a la dirección de la Orquesta Filarmónica de Berlín perdiendo la votación en segunda vuelta frente al director ruso Kirill Petrenko. Sir Simon Rattle culmina su cargo como director de ésta orquesta a mediados de 2018.

La «Misa Solemnis» en re mayor, opus 123, es junto a la Novena Sinfonía la culminación de la exhaustiva creación beethoveniana y máximo testimonio de su altísima fe religiosa y del perfectísimo dominio del arte barroco contrapuntístico herencia de Händel y Bach.

Christian Thielemann (Foto Matthias Creutziger)
Christian Thielemann (Foto Matthias Creutziger)

La «Misa Solemnis» está considerada como una de la obras sinfónicas y corales más complejas e imponentes de la música clásica de todos los tiempos. Su amplitud orquestal, vocal y coral es colosal. Exige la mayor musicalidad de la orquesta y experiencia del coro debido al altísimo nivel de exigencia en las tesituras y llena un programa completo con sus 80 minutos de duración sin intermezzo.

Cuando Beethoven comienza con la composición de la «Misa Solemnis» a partir del 1818 hasta 1823, está en la cima de su inspiración y técnica musical. Es su obra número 123, pero su sordera es ya casi total y su aislamiento cada vez mayor. La obra estaba dirigida a celebrar la investidura del archiduque Rodolfo como arzobispo de Olmütz que tendría lugar el 9 de marzo de 1820. Beethoven quería dar a su alumno, amigo y mentor un regalo musical «para la gloria del día solemne». Sin embargo Beethoven no pudo culminar su composición para esa fecha, quizás también porque estaba ocupado componiendo en paralelo su Novena Sinfonía.

La «Misa Solemnis» fue estrenada parcialmente junto con la Novena Sinfonía el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena (Teatro de la Corte Imperial). Su estreno completo se daría lugar en abril de 1824 en San Petersburgo y pocos días después en Berlín.

Desde el punto de vista de su clasificación, la «Misa Solemnis» va más allá de las tradicionales composiciones sacras. La estructura de la misa sigue las secciones tradicionales: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus Benedictus y Agnus Dei.

Beethoven une la liturgia católica y la expresividad dramática, la devoción contemplativa y el gesto hímmico, los elementos arcaicos y la composición sinfónica en una monumental obra de arte, Por ejemplo, en el Credo le da intensidad mística al «Et incarnatus est» mediante el uso de giros y vueltas eclesiásticas, con la petición «Dona nobis pacem». Beethoven combina las técnicas estilísticas antiguas del período Palestrina y el Barroco, así como la línea vocal imitativa y fugal, con los principios modernos de la sinfonía.

Dentro de su permanente nivel de excelencia, puede destacarse el Gloria die Patris, impresionante por su potencia y sus crescendos, su brillo, sus torbellinos, alternados con momentos de recogimiento, colosal y apoteósica calidad coral y su Amén, una fuga de dimensiones gigantescas, como cascadas de fortes y pianos. El movimiento final, el Agnus Dei, mezcla la angustia y la súplica con la serenidad final, on un carácter de obra superdramática, casi operística. Pero ya sea una misa, un oratorio o una sinfonía coral, la intención del compositor era «despertar los sentimientos religiosos entre los cantantes como oyentes y perpetuarlos». «Misa Solemnis» sería su obra predilecta.

La interpretación de Thielemann, los solistas, el Coro de la Radio de Berlín y la Orquesta Filarmónica de Berlín fue conmovedora e impresionante y mantuvo la tensión emocional durante todo el desarrollo de la obra.

La Filarmónica de Berlín había interpretado la «Misa Solemnis» tres veces desde el cambio de milenio: 2002 bajo la dirección de Nikolaus Harnoncourt, 2007 bajo Bernard Haitink y 2012 bajo Herbert Blomstedt y ahora 2017 bajo la batuta de Christian Thielemann.

El berlinés Thielemann posee un destacado talento, tiene un estilo de conducir preciso, fime, rotundo y poco sensual, pero por su estilo interpretativo está considerado heredero de la escuela de Herbert von Karajan. Su repertorio se asienta especialmente en la línea de los clásicos alemanes que va desde Mozart hasta Bruckner pasando por Beethoven, Brahms y Schumann.

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