Libros son libros El pozo de la historia de Mario Amengual
(%=Image(6109100,»L»)%) Mario Amengual estudió Letras en la UCV y se dedica a la enseñanza tallerística en Maracay… Su obra incluye los poemarios El tiempo de las apariencias y La arboleda deslumbrante, así como innumerables artículos en impresos y sitios web especializados. Hace unos años Sael Ibáñez creó una suerte de cartografía para navegar las obras de Amengual afanado “en la búsqueda de un propósito íntimo de vivir (…) ansia de desaprender lo aprendido como producto de lo inmediato; intuirse diferente gracias a una peculiar derrota”.
En El pozo de la historia, el novelista no abandona el territorio seguro de las anécdotas universitarias, los itinerarios nocturnos caraqueños e incluso se pasea por ese “intuirse diferente gracias a una peculiar derrota”, pero esta novela no es sólo estrategia sino que retrata las fuerzas vitales que intentan moldear al maracayero y bachiller Rafael Hernández en sus primeros pasos dentro y fuera del mundo de las ideas.
La obra nos lleva detalladamente por el ciclo bachiller sin esperanzas de ganar en “la lotería del Consejo Nacional de Universidades”; juergas alcohólicas hasta el amanecer con los amigos y el merecido mote de Trío Pampero; su tensión en casa donde todos se preocupan de su parasitismo y su amanecer callejero junto a un mendigo, que propicia el salto a Caracas al decirle: “no dejes que el mundo te atropelle. Observa y guarda lo que no te pudra. No te dejes joder por lo que le quita el sueño y vuelve loca a la gente…”
Rafael llega a Caracas y empieza el periplo universidad, largas caminatas, lecturas, decepciones, enamoramientos de ficheras de bar y rutina en su trabajo en el Archivo Histórico. Pero es en este último recinto en el cual Amengual nos conecta con los personajes y situaciones más fantásticamente creíbles, lejos del cliché existencial de querer cambiar el mundo, pero lúcido al denunciar a los academicistas: “Éste es un país de ‘vivos’ que viven de los muertos: unos de Bello, otros de Bolívar, otros de Sucre, otros de Reverón…”
Pulso y buena prosa por la historia última del país…
