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Embajadores de Glenfiddich revelan los secretos de su profesión

129 años de historia presentados por quienes transformaron una pasión en un quehacer

La ocupación de embajador de licores ha experimentado un gran crecimiento durante los últimos años, debido a que las grandes casas de bebidas alcohólicas se han dado cuenta del impacto que puede causar para una marca esta posición. Se trata de un trabajo en el cual se necesita trascender la tradicional vocería de mercadeo para alcanzar credibilidad.

Según explica el equipo de William Grant & Sons en Venezuela, un embajador es un representante de una marca que debe convertirse en un líder de opinión y un consejero para un determinado círculo de personas con las cuales busca construir relaciones de largo aliento.

Ian Millar, embajador global de Glenfiddich, señala que es un trabajo placentero en donde hay que sentir pasión por lo que se hace, que brinda una gran oportunidad para socializar, crear relaciones con personas que les entusiasma descubrir más sobre su whisky favorito, e incluso permite obtener un reconocimiento inmediato por el buen trabajo realizado, lo cual alimenta esa pasión por el oficio y, destaca “es un placer”.

Para Beth Havers, embajadora de este sello escocés en Canadá, y para Christiano Protti, embajador en Brasil, sus cargos son, literalmente, el trabajo de sus sueños. Havers tiene una larga carrera dentro de la industria de bebidas alcohólicas, que va desde representante de ventas hasta sommelier.

Protti, por su parte, creció oyendo, viendo y experimentando todo tipo de bebidas y comidas, ya que su padre fue dueño de un bar restaurante, mientras que profesionalmente se formó en el área de ventas y marketing en diversas empresas multinacionales comprobando cómo su conocimiento sobre el beber y el comer y la habilidad de entablar relaciones públicas contribuye a abrir puertas, adicionalmente al conocimiento académico.

Con vivencias tan distintas, tanto Havers como Protti concluyen que su pasión por el whisky ha sido lo que les motivó a esforzarse en ocupar su trabajo actual representando a la marca Glenfiddich por ser el single malt más galardonado del mundo y el único escocés de la región de Speyside (en las tierra altas o Highland) que es destilado, añejado y embotellado en una única destilería desde 1887.

Glenfiddich es una marca de lujo, contemporánea e icónica. Proyecta la personalidad pionera y patrimonio único de una familia escosesa (los Grant) que desde hace seis generaciones se ha dedicado a hacer lo que más le apasiona: el mejor whisky del valle. “Glenfiddich” se traduce del gaélico al español como el valle de los ciervos.

Ser un embajador de esta marca lujosa es una ocupación muy envidiada dentro de la industria, según apuntan quienes ostentan hoy este título; exige cualidades que van más allá del conocimiento necesario para degustar una bebida espirituosa o dirigir una cata de whisky.

Iniciación en el terruño del whisky escocés

La primera experiencia creada por William Grant & Sons para quien se estrena como embajador inicia en Dufftown, Escocia, un lugar único en el mundo por su alta concentración de destilerías de whisky de malta. En esta localidad se encuentra la galardonada destilería Glenfiddich, la cual cumplirá 130 años de antigüedad a finales de 2016.

Los embajadores dedican una semana a observar cómo cobra vida el aclamado single malt; “nos vinculamos con nuestra rica historia, descubriendo que la herencia familiar de nuestra marca está en los procesos de elaboración, en la cultura y los valores de quienes fundaron y hoy, seis generaciones después, gestionan la marca. En este entrenamiento comprendes por qué percibimos las cosas de cierta manera, cuándo, cómo y por qué tomamos decisiones que la evidencia muestra que han sido visionarias, innovadoras, emprendedoras, entendiendo el increíble proceso, se revela el espíritu de Glenfiddich. Es una visita que permite ser testigo de una historia que luego compartirás como embajador, según explica Protti.

Dufftown es un destino fijo de los embajadores de este aclamado escocés. Anualmente se reencuentran para reconectarse emocionalmente y renovar la magia que esconden las colinas arboladas en las Tierras Altas de Escocia.

Las labores de un embajador

Los embajadores de Glenfiddich afirman que es esencial probar toda clase de whiskies y entender su proceso, además de distinguir las diferentes notas que puede aportar la naturaleza y estado de una barrica en el proceso de añejamiento. Así lo apuntan, recordando que el paladar entrenado no es lo único que se toma en cuenta a la hora de hacer el trabajo. El conocimiento permite brindar un buen consejo a quien se inicia o al crítico con el cual se comparte un trago. La curiosidad permite perfeccionar el conocimiento, abrirse a nuevas experiencias, pues es necesario prepararse para cuidar los pequeños detalles en la gestión.

Adicionalmente a las actividades de asesoría o de investigación sobre el mundo del whisky y la marca, ser un embajador exige planificación gerencial, crear y hacer seguimiento de indicadores de gestión, considerar el mercado y sus eventualidades, así como ser un ejecutivo impecable responsable de una logística que va desde organizar los implementos de una cata, como vasos, copas, manteles, hasta tener la capacidad de socializar y trabajar directamente con clientes y consumidores con el fin de alcanzar objetivos específicos.

Son variadas las profesiones y formaciones académicas de quienes suelen ocupar el cargo de embajadores. Lo que resulta esencial y es un denominador común de los que son exitosos manteniéndose en su cargo a lo largo del tiempo es que evidencian habilidades de oratoria y relaciones públicas, liderazgo, habilidad gerencial y de reportería, así como para construir credibilidad y su propia marca personal.

La mejor forma de disfrutar un whisky: a título personal

Con más de 40 años en la industria, el embajador global Ian Millar insiste en que la mejor forma de deleitarse con el “agua de vida” debe ser una decisión individual. “Pruébalo seco, con un poco de agua, o con un par de hielos. Si quieres probarlo con soda, hazlo. Disfrútalo a tu manera y no dejes que nadie te diga lo contrario. Debes dejar que tus sentidos te hablen”.
Así entonces, según el experto la mejor forma de disfrutar un buen escocés es tal y como cada quien lo desee, ya que el paladar es la mejor forma de medir cómo se puede apreciar esta bebida.

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