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A tiro de colapso

Venezuela está atrapada en un país donde los valores ruedan en medio
de un fatídico cataclismo, por el abismo de la ignominia.

Cuando una crisis está a punto de estallar, es porque las realidades que afecta están “a tiro de colapso”. Esta consideración, aunque pueda sentirse muy vaga, estremece a quien, en conocimiento del grado de sus consecuencias, la escucha en medio del terreno que esté pisando. Sobre todo, cuando el alcance epistemológico de tan temerario término, se sobrepone al mundo en el cual se suscriben los conflictos. Todo la realidad, se transforma en un atroz pandemónium o casi en el “infierno” mismo. Tal cual está sucediendo en Venezuela. Basta con advertir lo que acontece alrededor de cualquier instancia que funja de referencia, para dar cuenta de la gravedad de los hechos.

No obstante, el problema no queda ahí. Suele irradiarse adoptando formas inverosímiles y tamaños desproporcionados jamás sospechados. Menos estimados. Confusión, desesperanza, muerte, violencia, amenazas, hambrunas, padecimientos, sufrimientos, protestas, represión, indolencia, carencias, insuficiencias, etc. O sea, toda aquella situación que revele angustia, miedo. Pero sobre todo, aniquilación de todo estamento asociada a la vida. Pero asociado a la vida moral, política, económica, afectiva, sentimental, emocional, y hasta física.

Basta con escudriñar la cotidianidad en función del choque que a diario tiene con proyectos de vida estructurados con base en la fe y las esperanzas de tantos venezolanos, para determinar el nivel de la crisis que se padece a toda instancia. De manera que no es de extrañar que muchas personas estén siendo arrastradas hacia “callejones ciegos”. Hacia realidades inciertas dominadas por una incertidumbre de gruesa consistencia, sólo capaz de aflorar impotencia ante las adversidades.

Esta situación ha devenido en una profunda “rabia” que, a su vez, ha generado fracturas sociales de inconmensurable alcance. De ello ha surgido, mucha desesperación y amargura cuyos efectos no han conmovido al gobierno central. Desde luego, el venezolano está consciente de la apatía gubernamental lo cual agrava las condiciones en las que se debate el venezolano por obtener algo de calidad de vida. Pero tan escalofriante realidad, pareciera embotar la ciudadanía la cual sólo se resigna al desconsuelo de un modo anormalmente conformista. Es decir, aceptando las migajas del socialismo disfrazado de revolución. O de la revolución enmascarada de socialismo.

La Navidad 2017, vuelve a obscurecer sueños sin que se desplieguen protestas que reclamen justicia, tolerancia y solidaridad. Mientras tanto la desigualdad luce despiadadamente toda vez que se muestran evidencias ciertas de la vida aventajada y desbordada en preferencias que disfruta la sociedad militar. Sobre todo, sus altos jerarcas. Y todavía se oyen opiniones que contradicen la inminente necesidad de que el gobierno permita, por ejemplo, la ayuda o el auxilio humanitario de países solidarios y sensibles a la crisis de alimentación y medicamentos venezolana.

Todo parece darse ante un gobierno que al desconocer la crisis nacional, parece sólo preocuparse por  “administrar la complicidad del silencio”. Y si algo le sobra, lo dedica a magullar la economía del modo más indigno posible. Sin razones, fundamentos ni conceptos. Todo consumado al garete pues la intención no es edificar. Es groseramente, descuartizar.

Los valores ruedan en medio de un fatídico cataclismo, por el abismo de la ignominia. Las instituciones gubernamentales, suponen que la idea de revolución es suficiente para mantenerse en la palestra. Pero desde el sitial del populismo donde el engaño adquiere fuerza para convencer ilusos. En consecuencia,  no hay otra forma distinta de disimular el retroceso por el cual se avanza a “paso de vencedores”. Más, cuando el país está apesadumbrada y contrariadamente, a tiro de colapso.

“Cuando no se tiene la voluntad política necesaria para revertir los daños infringidos por causa de una gestión gubernamental confundida por inoperante en su acción y estrafalaria en su ocupación, es porque se está a tiro de colapso”

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