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A votar se dijo

¿Quién, de buena fe, puede creer que Humberto de la Calle, Sergio Jaramillo, el general Óscar Naranjo, el general (r) Jorge Mora, Frank Pearl y los demás negociadores les están entregando el país a las Farc? ¿Con qué autoridad Álvaro Uribe descalifica la tarea fundamental de quienes trabajan para que en Colombia haya paz? Su campaña para desprestigiar y tergiversar los acuerdos que se han firmado en La Habana para el bien del país y de 44 millones de colombianos puede calificarse de apátrida. Pues a ese exmandatario, que hizo cambiar la Constitución para reelegirse, que tiene rabo de paja por hechos bochornosos ocurridos durante sus 8 años de gobierno, que lleva 4 años envenenando a los colombianos con falsedades contra el presidente Santos y su gobierno, poco le importan los perjuicios que le causan al país sus diarios ataques y sus calumnias.

Para salirse con la suya es capaz de todo. Basta recordar su penúltima calumnia: para desviar la atención de los colombianos del escándalo que causó la reunión de Óscar I. Zuluaga con Sepúlveda, el hacker culpable de ‘chuzar’ los diálogos de La Habana, Fuerzas Armadas, etc., Uribe le inventó a J. M. Santos haber recibido 2 millones de narcodólares para saldar deudas de su 1.ª campaña. Forzado a dar pruebas, fue 3 veces a la Fiscalía y alegó que, por falta de garantías, recurriría a la Procuraduría. Pero ¡oh milagro!: fue ganar Zuluaga la 1.ª vuelta y Uribe recordar que Santos no había recibido narcodólares. Y resuelto a que Santos no gane mañana, inventó que un periodista de RCN sabe que en la Registraduría habrá fraude a favor de Santos. El periodista y RCN lo desmintieron, pero Uribe insiste. Si Zuluaga pierde, el amo del Centro Democrático se prepara para armar un escándalo.

Las artimañas de Uribe son tan peligrosas, su influencia es tan perjudicial, que una buena persona, como es Pacho Santos, a su lado se volvió un energúmeno. Ataca al Presidente, su primo hermano doble, con más saña que Uribe. Sorprende que Pacho le marche a Uribe a pesar de las patanadas que le ha hecho. 1.- Cuando era Presidente, dijo en una de sus rabietas que su candidato para vicepresidente era Juan Lozano, dando a entender que Pacho le había lagarteado el puesto. 2.- Fresca está la convención que le puso conejo a candidatura presidencial de Pacho Santos. Todo el mundo sabía, menos él, que el candidato de Uribe era Óscar Iván Zuluaga y que él ganaría en la convención. La rabia de Pacho contra Uribe, Zuluaga y su entorno fue inmediata. Esa noche voló a España a desahogar su pena. Le duró pocos meses. Volvió a donde Uribe como si nada. Se identifican tanto, que Pacho es el peor enemigo de su primo, el Presidente. Creo que esa posición no le conviene. No lo enaltece ni lo valoriza como ciudadano.

Hace 12 años, Enrique y Rafael Santos, directores de EL TIEMPO, se fueron contra Pacho por ese cambio de oficio. Desde esta columna yo defendí a Pacho. Su oficio, que fue recorrer el mundo para hablar bien del país, lo hizo muy bien. No sé a qué horas dio una voltereta tan perjudicial y tan triste para la familia. Pero tiempo tiene para reflexionar. Nunca es tarde.

A pocas horas de tomar una decisión clave para el futuro del país, hay 3 alternativas: votar, no votar, o votar en blanco. Lo mejor es votar por la paz. Se han firmado temas importantes, avanzan los acuerdos, aprobaron puntos antes jamás logrados y por primera vez las víctimas son el centro de atención. Y comienza un acercamiento con el Eln. Error fatal sería frenar estos procesos. No votar es eludir un deber democrático. Y votar en blanco, en esta ocasión, es fortalecer la posición de quien ganó la 1.ª vuelta y facilitar el regreso a un pasado que no queremos repetir. Entonces, apostémosle a la paz, a que cese por fin esta guerra fratricida.

(ElTiempo.com)

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Un comentario

  1. Al margen de la cuestión electoral pareciera que Colombia tiene algunos muy graves problemas que presionan sobre la voluntad del ciudadano y aparentemente, lo tienen ganado para abstenerse en estas elecciones o en menor cuantía, votar en blanco. En la practica, el ciudadano de a pie esta mas interesado en ver resueltos sus problemas existenciales, que al repetirse al infinito, se han transformado en un problema colectivo y que se traducen en un efectivo divorcio entre las élites gobernantes y las bases ciudadanas, sin distingo de clases sociales o nivel cultural.

    En el fondo, problemas como la inseguridad, el desempleo, la salud y otros muchos mas (comunes a toda latinoamérica), no han sido resueltos ni atenuados satisfactoriamente, lo que hace que la »desigualdad social» sea el telón de fondo, sobre el cual se llevan a efecto las elecciones presidenciales en el día de hoy. Así que pretender reducir el proceso electoral a un presunto referendo entre la »paz y la guerra» pareciera mas una cuestión de artificio e intereses partidistas, que algo que realmente motive a las grandes mayorías a votar. Lo interesante es que el colombiano de abajo y de arriba, que suele ser por lo general »anti – yanqui», nacionalista, conservador y amante del balón pie, amen de ferviente creyente, mayoritariamente no se identifica con ninguno de los candidatos presidenciales y hasta son vistos como las dos caras de una misma moneda.

    En base a lo anteriormente señalado, cualquier análisis que se haga sobre unos eventuales resultados debe tener en cuenta esas variables e invertir la pirámide del poder, para afinar la comprensión de ese fenómeno político – cultural que opera cara al interior de una de las mas solidas democracias del continente. Y es que pareciera que – según sea el resultado electoral -, Colombia se estaría aproximando a entrar en el juego de esos populismos que siempre termina abriéndole el camino a los movimientos de las izquierdas »revolucionarias» y que terminan devorando toda institucionalidad. Y de eso si sabemos bastante los venezolanos, al destapar la »Caja de Pandora» y soltar todos los demonios que hoy devoran la patria. Colombia, esta a un paso de iniciar el camino de su propia destrucción si el candidato tan ferviente defendido por la autora del artículo lograse imponerse en esta contienda ; pues, no se trata de atacar al presidente Santos como tal, se trata de que los representantes del santismo se percaten de que hasta las mas rancias oligarquías cometen errores y se auto – condenan a su extinción, obligándose a recurrir nuevamente a las guerras fratricidas para defender sus privilegios de clase. Lo que estaría haciendo un hipotético triunfo del presidente Santos, sería »diferir y agravar» un problema del que la sociedad colombiana pareciera no poder escapar. SE MERECE COLOMBIA TAL DESTINO ?. Hoy lo sabremos.

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