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Antonio Lobo Antunes actual

“Cuando no escribo no me siento bien, siento como una angustia…”. Antonio Lobo Antunes

Desde hace mucho tiempo he venido estableciendo una especie de diálogo a la distancia con la figura escritural del postugués Antonio Lobo Antunes (1942).Para esta ocasión y aprovechando el inmenso océano de información que nos presenta el internet y las redes sociales, he recopilado una serie de entrevistas, algunas con autor otras dispersas en el bagaje de las Agencias Internacionales de noticias, sobre lo que la propia voz de Lobo Antunes ha dicho acerca de su obra, de su vida y de la realidad social, política, cultural, y hasta económica, de la época en que le ha tocado vivir. Lobo Antunes representa uno de los escritores más creativos y profundos de los últimos cincuenta años; lo precede una cultura intelectual cargada de vivencias y experiencias de la vida. Una cultura que se ha ido haciendo alrededor de los hombres y de sus fantasmas internos y no en razón de un argumento que involucre paisajes ni hechos cuya fuerza o dinamismo haga posible valerse de recreación y fantasía. Son tiempos de una literatura retrospectiva, intimista, personal, pero a la vez una literatura que invite a la reflexión y a la imaginación, en ese dilema perenne entre el bien y el mal.

En el 2015, Lobo Antunes recibió, en Lisboa, el premio José Donoso, y coincidió con una nueva obra, «Sobolos Ríos que Vao» (Sobre los ríos que van). En aquellos días expresó: «Un buen libro es un diálogo sin fin (…) Que no se puede leer en un día. E incluso quizá no sea para leer, sino para conversar con él. Los libros acaban por ser muy parecidos con nosotros…Nunca tendré tiempo para escribir lo que quería…”

Es de la idea, Lobo Antunes, de que hoy día existe mucha  mediocridad literaria, hay desinterés de algunos países por promover la cultura: «Sé que voy a morir, pero lo que quiero es que mis libros permanezcan».  En sus reconocimientos a contemporáneos escritores, Lobo Antunes ha elogiado a  Mario Vargas Llosa, expresando que es uno de los intelectuales más lúcidos de los últimos tiempos, «…pese a que últimamente sus éxitos son en el Hola es un buen escritor».

En cuanto a la dimensión ética de su literatura, Lobo Antunes expresa: “…hace un par de años, en la Feria del Libro de Madrid, se me acercó un hombre para que le firmase un libro. Cuando le pregunté su nombre me dijo: Miguel de Unamuno. Quedé asombrado, claro. Era su nieto. Unamuno es el mejor ejemplo de dimensión ética de la literatura. No sólo en sus libros, también en su vida. Su discurso en Salamanca ante Millán Astray es todo ejemplo. De vez en cuando, Dios hace hombres a su medida…Si eres un buen escritor debes enseñar a tus lectores a leerte; si dices algo nuevo, en principio hay una resistencia natural por su parte, hay que vencerla, hay que seducir al lector: la literatura es el arte del rigor. Pocas veces he hablado mal de colegas escritores: cuando lo he hecho ha sido porque he visto una ausencia de sentido ético en su escri tura. No te puedes dedicar a repetir una fórmula de éxito: cada nuevo libro debe ser un nuevo desafío. Es la única forma de ser honesto contigo mismo, y con los lectores.

En cuanto a sus raíces, a su identificación con la cultura portuguesa, Lobo Antunes es contundente: “Mi país no es esto llamado Portugal. Mi país es el país de Chejov, de Beethoven… En Angola, en la guerra, sentí en mi propia carne todos esos sustantivos elevadísimos, Patria, Honra, Identidad… Mierda, ese es el verdadero sentido de los nacionalismos. No creo en los nacionalismos. Mis amigos españoles vienen a Portugal y dicen: Es igual que España. A mí también me lo parece. Torga, a quien respeto mucho, insistió en esa idea: me siento, como él, ibérico. En Madrid, en Galicia, me siento como en casa. Son barrios de mi ciudad. Pero eso no lo siento en Alemania o Inglaterra. Por eso antes me molestaba el escaso éxito de mis libros en España; me parece que el público español es parte de mi público natural…Gracias a Dios no soy político. Sólo puedo decir una cosa: del mismo modo que digo que me siento ibérico, puedo decir que no me siento europeo. Cuando he estado en áfrica, me he sentido más cerca de la gente que cuando he estado en Suecia. En el europeísmo hay cierta tendencia a minusvalorar lo que hacemos. ¿Hablaremos todo inglés de aquí a 50 años? Suena exagerado, pero quién sabe… Del mismo modo que hay que evitar los nacionalismos estériles, hay que saber valorar lo que hacemos. Creo que el nivel medio de la poesía y la novela que se escriben en España está por encima de lo que se está haciendo en el resto de Europa, cualquier país quisiera tener a un Javier Marías, a un Marsé, a una Ana María Moix. Y hay excelentes pintores, arquitectos. Yo me siento parte de eso, mucho más que de lo que pasa en otros países”.

Si algo no se puede ocultar en la obra de Lobo Antunes, que es médico psiquiatra y estuvo en el frente de guerra en Angola, es el manejo de una fotografía imaginativa viva de los recuerdos de la guerra. Sus personajes se ven enredados en los recovecos de estas experiencias bélicas: “…yo escribo novelas, epopeyas líricas, como ha dicho alguien. Mis novelas están llenas de errores, de lapsus históricos, pero eso no me importa. Me da miedo caer en el documental, en el reportaje: eso son cosas para gente sin talento…No tengo sentimiento de culpabilidad por las cosas horribles en las que participé. Me lo pregunto a menudo, y no lo entiendo. Una vez, en Alemania, un periodista me preguntó qué había sentido al matar gente y si no me avergonzaba de ello. Aquella noche tuve pesadillas. Pero sólo aquella. Me gusta la gente, no entiendo por qué no sentí algo malo”.

Aunque Lobo Antunes prefiere no ahondar en el tema de la guerra, prefiere mantenerse distante, ausente de ese experiencia que le hizo conocer lo más profundo de la condición humana. En su corta experiencia por la política, en  la que incluso fue candidato del Partido Comunista, el autor dice: “Sufrí una gran desilusión. El Partido Comunista carecía de democracia interna, había por todas partes un cierto espíritu conspirativo. Fue como con la literatura: comencé con una idea muy romántica y descubrí que, por dentro, todos los partidos son execrables. Sólo hay proyectos de poder personal, un juego de ofertas y contraofertas. Llegaron a decirme: si tú ayudas al partido, el partido apoyará tu carrera literaria. Pero el escritor debe ser siempre un contrapoder. Me gustaría ser del Partido Comunista, pero para mí es imposible. Hay un lado eclesiástico en el partido que me repugna.”

Y en lo que respecta a la figura del escritor, para Lobo Antunes es fundamental y necesario que el escritor sea desmitificado: “Me repugna la idea del escritor como ente superior, por mucho talento que tenga. Cuentan de la actriz Sarah Bernhard que iba un día por la calle y un hombre la detuvo. ¿Es usted Sarah Bernhard? A lo que ella respondió: Lo seré esta noche, cuando suba al escenario. Celaya hablaba en un poema de lo importante que es estar en medio de la gente, pero también solo a veces. Yo soy António, y, sólo en los libros, Lobo Antunes. Claro que no siempre están mal los efectos secundarios de ser escritor. Un amigo mío lo decía: yo me hice escritor para estar rodeado de mujeres hermosas. Pero las mujeres hermosas siempre acaban prefiriendo a los banqueros ricos y orondos…”

En cuanto al Premio Nobel de Literatura, el nombre de Lobo Antunes ha estado en todas las quinielas los últimos diez años, pero el autor también asume una postura al respecto: “…hay que desmitificar un poco ese premio. No es Dios quien lo da, sino unos cuantos señores que se reúnen una vez al año. Hay tantos escritores que me gustan (¡Tolstoi!) a los que no se lo han dado… Y los ha habido absolutamente ridículos, como el de Cela. Los premios son agradables y aleatorios. Antes mi vida era un tormento a partir de setiembre. Luego llegó el sosiego, cuando se lo dieron a Saramago, y ahora vuelve el tormento. No pienso en eso. Fue muy divertido hace tres o cuatro años, en Holanda. Todos parecían convencidos de que me lo darían, y estaba rodeado de periodistas. Se dio el fallo, y desaparecieron. Divertido y absurdo. Uno es el mismo escritor con premio o sin él, ¿no? A Naipaul lo conocí en Londres. No le admiro especialmente, la verdad. Pero los premios… Cosas como el asunto de los Planeta plantean muchas reservas no sólo intelectuales, también morales…”

Lobo Antunes, en los últimos años, y ya a comienzos de este 2017, ha dado a la luz nuevas producciones literarias; en este caso, continuación del  tercer volumen de la trilogía “Benfica”, titulada “La muerte de Carlos Gardel”.  En la obra, el personaje Álvaro, es retratado de pie en el lecho de muerte de su hijo. Su amada Nuno solo contaba con veinticinco años y el estar en esa situación de salud es producto de su adicción a la heroína, se contagió de  tuberculosis y cayó en estado de coma.

El personaje Álvaro, es director de cine, ha llevado una vida nómada controlada por su trabajo; la narración se da en un tiempo en el cual los sonidos de las melodías legendarias del cantante de tango Carlos Gardel, que es su cantante favorito,  le van acompañando y generando reflexiones sobre su familia y los errores que un abuelo déspota cometió con su padre. Antunes está presente en este nuevo escrito, dirigiéndose a sí mismo contra una de las condiciones de vida eterna del hombre: la relación de sus descendientes. Esta última obra, en el estilo distintivo y propio de Lobo Antunes, es una versión explosiva del flujo de conciencia, donde se dan las pasiones del alma, en el orden natural de las cosas.

En una ocasión Lobo Antunes dijo: “Cada vez hay menos escritores. Es un problema para las editoriales tener buenos escritores. Estamos muy lejos del siglo XIX, cuando teníamos diez genios en Rusia, no sé cuántos en Francia, en Inglaterra, en todas partes. Si hoy encuentras cuatro o cinco buenos ya es bastante…Cuando entrego un libro, me quedo dos, tres, cuatro o cinco meses esperando. Estoy vacío, tengo miedo, tengo mucho miedo…El problema es quedarse delante de la página, una o dos horas, sin que nada venga hasta que viene una voz, que empieza a hablar…”

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