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Asalto a la nación

El – por ahora – frustrado asalto al hemiciclo de trabajo a manos del oficialismo, puede aseverarse, no constituye novedad alguna en un país sojuzgado por el hampa. La representación popular lo refleja con toda exactitud, sometida a vicisitudes antes impensables. Empero, esta circunstancia rutinaria no implica olvidar otras dos recientes.

Consabido, el Tribunal Supremo de Justicia ha declarado venezolano por nacimiento a Nicolás Maduro, mediante una decisión que los especialistas cuestionan con sobrada razón. Y, así concordemos en que no hay Estado  de Derecho y los argumentos deben esencialmente contar con un carácter político, éste ha de incluir los elementos jurídicos que le concedan la racionalidad, hondura y coherencia, propio de un sobrio discurso democrático que lo contravenga: al respeto, es necesario dar el debate en la cámara que ayude a precisar iniciativas eficaces, pues, suele ocurrir, lo obvio no tarda en dejar de serlo.

Otra tarea pendiente, es la de considerar el tal presupuesto soberano que, nuevamente, violenta la Constitución y las leyes, haciendo caso de la preocupación que la sociedad civil organizada sostiene, profundizando de sus señalamientos. Por ejemplo, Moisés Vesga (Transparencia), tuvo la generosidad de explicarnos parte de los problemas que ocasionará un presupuesto que, en la voz de Maduro, pues aún no aparece en Gaceta Oficial,  pasa de ocho billones de bolívares y que doblará la cifra, gracias a los créditos adicionales que pretenderá que el TSJ autorice.

Muy escasas las cifras oficiales, la estimación – implícita o explícita – entre 300/400% de inflación, evade los cálculos que, por ejemplo, realizan la CEPAL, FMI y Banco Mundial, ubicándola en 700% para 2016, pudiendo trepar de 1500 a 1800% en 2017. Luce indispensable que el parlamento aborde concienzudamente la materia y, procurando reivindicar sus competencias, denuncie ante el país, pronosticándolas, las nefastas consecuencias de un presupuesto que, valga la paradoja, acabará con lo poco que nos queda de soberanía.

Señalemos que la auto-presupuestación, indudablemente, facilitará y multiplicará la corrupción hasta traspasar cualquier límite, pues, inconcebible era el hambre que hoy padecemos y también lo es el nivel alcanzado por el asalto pausado o vertiginoso de los dineros públicos. Recientemente, lo comentaba una persona amiga: el día en que se abran los registros y notarías, entenderemos muy bien cuán lejos ha llegado el latrocinio a mano armada y desarmada de la nación.

@lUisBarraganJ

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