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Autoritarismo bolivariano

La historia política de nuestro país se ha caracterizado por el predominio de los regímenes despóticos y autoritarios en su mayoría de naturaleza militar. En algunos casos han sido gobiernos abiertamente antidemocráticos, otros con algunos visos democráticos (libertades limitadas, funcionamiento controlado de sindicatos y fraudulentos comicios electorales).

Elecciones que se caracterizan por el  ventajismo, la intimidación y la coacción de los ciudadanos, por la detención de los opositores, sin olvidar que las elecciones por sí mismas no constituyen una fuente de legitimación democrática.

Las Fuerzas Armadas (Fuerza Armada Bolivariana en el neo-lenguaje socialfascista) han ejercido en forma directa un control casi absoluto del país a través de la logia militar bolivariana, o mediante la artimaña de gobernar a través de un civil, sin poder alguno, a quien utilizan como un simple ventrílocuo.

Han intervenido en forma sistemática en la vida pública suplantando los partidos políticos para de mantener y darle continuidad al proyecto de dominación imperante. El control del Estado se convirtió en el objetivo central para la consolidación del modelo socialfascista bolivariano.

El neo-gorilato bolivariano iniciado por el ya fallecido tte coronel y continuado por el actual títere de Miraflores ha impuesto la militarización de la sociedad y de la política. Bajo la falaz excusa de garantizar la unidad y salvaguardar la prosperidad de la Nación han impuesto un modelo económico de nueva dependencia que pasa por la destrucción del aparato productivo nacional para colocar las estructuras económicas al servicio de las empresas multinacionales. Han impulsado programas de importaciones masivas, -favoreciendo economías extranjeras-, así como la apertura de los mercados a los capitales extranjeros.

El ascenso al poder del gorilato bolivariano se produjo en el marco de la necesidad de consolidar el proyecto hegemónico capitalista ante la turbulencia social que sacudía al país producto del agotamiento del bipartidismo, la corrupción, y la crisis económica. El gorilato en el poder, a pesar de sus torpezas y contradicciones, ha creado un marco jurídico favorable para la inversión extranjera (Tratado de la no doble tributación, flexibilización laboral, empresas mixtas, concesiones gasíferas y petroleras, zonas especiales económicas, etc.).

Además, han creado un músculo represor eficiente listo para ser empleado de ser necesario para sostener las nuevas políticas económicas. Estratégicamente se proponen consolidar alianzas, preferencialmente con las grandes multinacionales en el sector gaso-petrolero, sin el peligro de una clase obrera combativa y el desarrollo de una burguesía nacional parasitaria aliada a los intereses del Estado.

Un proyecto que en nombre de un manipulado y estatizado poder popular promueve la exclusión tanto política como económica de los sectores populares, a los que les ha conculcado sus derechos fundamentales, transformándolos en simples correas de transmisión de las decisiones de la nomenklatura milica-civil bolivariana.

El proyecto bolivariano se reduce a un Estado burocrático autoritario y militarizado, que ejerce el control absoluto del poder, que beneficia económicamente a los grandes capitales transnacionales y a un sector de la burguesía (boliburguesía) aumentando las desigualdades sociales que tanto publicitan combatir. Sin embargo, hacen uso de una retórica socialista como edulcorante para seguir engañando a los sectores mas humildes de la sociedad venezolana.

Se trata de un proyecto perverso, donde el estamento armado ha aniquilado el aparato productivo nacional, reprimido y desarticulado las organizaciones sindicales y los movimientos populares, convirtiéndose lamentablemente en el nuevo custodio de los capitales transnacionales.

Estos sátrapas de boina roja reivindican para si lo afirmado por el déspota del siglo pasado Benito Mussolini: “Las palabras son cosas buenas, pero los rifles son todavía mejores».

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