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Barcelona

La Rambla de Barcelona es de los mejores sitios del mundo. Recuerdo a mis hijos saltando de nuestra mano, contentos a reventar, por el medio de la caminería adoquinada, sombreada por castaños altos y generosos que filtran la luz.
 
La Rambla es pura creatividad y puro homenaje a la vida. Un teatro de a pie, sobre el que decenas de actores estrafalarios hacen de estatuas humanas, inmóviles siempre, hasta que reciben una moneda. Los niños se les quedan mirando, estupefactos, aterrados, con esos ojos brillantes y enormes, que desde entonces recordarán ese momento de felicidad total.
 
La Rambla es sutil porque los edificios parecen bosques. La arquitectura de Gaudí y de tantos modernistas se presenta genial, colorida, móvil. A los costados, hay bares eternamente llenos de gente tomando cerveza en verano o vino en invierno. Tiene una ópera increible, museos, galerías y un mercado de comida que vale el mundo entero. Y tiene ramos de flores que venden por todas partes y hojas caídas que se mueven con el viento marino. Mientras se avanza se escuchan guitarras, acordeones y voces hablando todos los idiomas de la tierra. Al final se abre la vista a la estatua enorne de Cristobal Colón que lleva siglos apuntando a  América, mientas las olas avalanchan su olor a sal sobre el rostro agradecido de quien camina. 
 
Pero hoy La Rambla, Barcelona, Cataluña, España y la humanidad están de luto. No, no es sólo el número de muertos y heridos, sino la sensación asfixiante del fanatismo amenazando la forma de vivir y la cultura del mundo libre. El Estado Islámico decidió asesinar a gente normal, ajena a su fundamentalismo caníbal y primitivo, para aterrar a Occidente. Pero hoy Barcelona les gritó en voces de más de cien mil manifestantes: «NO TENEMOS MIEDO». Lloramos a las victimas, pero no tenemos miedo.  Cuando el ISIS sea polvo y nada, por La Rambla aun caminarán millones de personas al día, gracias a la tolerancia que sólo es posible en democracia.
 
No tenemos miedo. Mi pensamiento va para nuestra familia catalana y para los amigos que tenemos allí. Nuestro corazón está con nuestra España, una de las grandes democracias del planeta, mil veces mejor que el régimen de odio que ISIS pretende imponerle al mundo. Nosotros no aniquilamos a otros por pensar distinto. Estamos seguros de que, si existe un cielo, no se asciende a él asesinando a gente inocente. No hay puntos grises, ni hay matices, ni justificaciones. Lo que ha ocurrido afecta hondamente nuestros valores y los responsables deben pagar. 
 
Que Barcelona siga mostrando sus siglos de historia y sus ganas de vivir, que se siga llenando de gente nueva por sus calles viejas. Que España siga siendo un país libre, democrático y unido ante la adversidad. Este mundo es demasiado plural para admitir  fanatismos tribales, sean religiosos, nacionalistas o ideologicos. 
 
Força Barcelona. T’estimem molt.
 
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