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¿Cuál aparato productivo?

Venezuela está al borde de uno de su desastre económico más significativo en los últimos 100 años de su historia como país petrolero, pero curiosamente las élites de las oligarquías (la chavista y la no chavista) conjuntamente con una cierta élite política que juega a sus proyectos políticos personalísimos, no profundizan como es ya su costumbre, sobre la realidad del conflicto actual del poder. No se trata de que nos desatendamos de los graves problemas que está padeciendo el país en materia económica y política (inflación, desabastecimiento, la crisis de los servicios públicos, la inseguridad, el enfrentamiento de poderes, el secuestro de los derechos esenciales de los ciudadanos por parte de un poder judicial viciado en su origen y en sus procedimientos etc.)

Se trata de que los venezolanos medianamente formados estamos cansados de que las élites del país y sus adláteres, nos continúen hablando siempre de lo mismo que ya conocemos de sobra, que vivimos bajo un régimen totalitario o bajo una “dictadura militar-policial-civil” como la define Agustín Blanco Muñoz, mientras pocos se refirieren a la situación de Venezuela en el contexto mundial, es decir, el análisis de la crisis de Venezuela pasa por un análisis mucho más profundo que el definir el régimen como totalitario o de “dictadura militar-policial-civil”, lo importante en nuestro criterio es ubicar la situación de Venezuela en el contexto geopolítico y geoestratégico donde se debate hoy el poder por una nueva hegemonía donde predominan los intereses del poder de la banca mundial y de las 15 corporaciones que controlan la economía global. Intentemos discutir un poco esta afirmación.

En la actualidad la economía mundial se enfrenta a una seria y preocupante recesión donde las materias primas son las mayormente afectadas, así vemos como el precio del petróleo se enfrenta a una baja significativa al igual que la soja de la Argentina, la leche del Brasil, de Argentina o de Colombia, el cobre de Chile, otras, lo que se traduce en una caída de las economías emergentes y por supuesto en una caída de la economía global. Sumémosle a lo anterior la situación por la cual atraviesa la economía de China la cual se encuentra atravesando por una menor liquidez en los mercados y una caída de sus exportaciones lo que complica la solución de su problema de desaceleración económica, mientras intenta estimular su consumo interno.

Es en este contexto que en nuestra opinión, debe ser analizada y discutida la situación compleja de la economía Venezolana.

Comencemos por decir que Hugo Chávez se encargó con sus políticas de expropiaciones de tierras y de empresas de desmantelar el deficiente aparato productivo que en 40 años construyó la democracia en el país, y lo señalo de deficiente, porque en Venezuela la característica más importante de su economía desde la aparición del petróleo hace más de cien años, ha descansado fundamentalmente en las importaciones que en las exportaciones.

En razón de lo anterior y antes de que de Chávez comenzara a destruir la economía del país, usted asistía a los supermercados y encontraba de todo, es entonces cuando usted amigo lector me podía decir, pues claro se producía, pero cuando nos detenemos a revisar las marcas de los productos que se encontraban en los anaqueles de los supermercados, nos encontramos con que una significativa parte de estos productos, no eran fabricados en el país, sino en los Estados Unidos, en Brasil, Francia, en Colombia o en cualquier otro país, menos en Venezuela, por supuesto con sus naturales excepciones especialmente los rubros procedentes de la agricultura y los de la agroindustria, ello en razón de que a comienzo de los años 60 la política de reforma agraria y los incentivos fiscales y crediticios dado por el Estado a los productores, hicieron posible que nos autoabasteciéramos en granos, en arroz, en café, en azúcar, en carne, en leche, así como en otros distintos rubros agrícolas.

Chávez arrasó con todo lo anterior gracias a su política de expropiación de tierras y de fincas productivas para parcelarlas y colectivizarlas, él y sus asesores no entendieron que la sola afectación de la propiedad de tierra sin un sistema de organización productiva, no era suficiente para lograr un cambio cualitativo en el uso racional de la tierra que le diera además sentido y dirección consistente a la organización colectiva agraria que se pretendía lograr con la “socialización” de la tierra, amén de que el Estado no se planteó en ningún momento metas racionales de producción planificada dentro del esquema de la organización colectiva agraria, la cosa fue y es tan grave que hoy estamos hablando de volver al conuco y a las plantaciones de huertas familiares (aunque usted no lo crea). He de allí una de las razones de tierra arrasada que presenta hoy nuestro sector agrícola y pecuario.

Con Chávez creció el PIB nominal entre el 2004 y el 20012 cuando comenzó a disminuir como consecuencia de la baja del precio petrolero. No ocurrió lo mismo con el crecimiento del PIB real, pues no se ejecutaron en el sector industrial al igual que en los 40 años de democracia, los cambios tecnológicos que constantemente modifican las características de los bienes y servicios producidos en una economía. El PIB real ha disminuido mucho más de que lo reflejan las cifras del BCV quien sitúa la inflación en 2004 en 19,19% y la del 2015 en 180,9%. Pues el BCV cambió en el 2014 la metodología de cálculo y comenzaron a realizarse estos últimos a través del índice de Fisher que consiste en calcular el promedio del índice de Laspeyres y el índice de Pasche sacándole la raíz cuadrada tomando como base precios y cantidades para un numero determinante de productos en un año o en una serie de años. El efecto de este índice de medición, es que solapa la verdadera realidad de las razones de los cambios de precios de los productos. Además, en Venezuela los precios de una variedad de productos están controlados, lo cual afecta el cálculo de la inflación real, pues a pesar de la regulación los productos no se consiguen como consecuencia de la crisis del desabastecimiento, lo cual hace que los productos incrementen sus precios 5 o 6 veces por encima de su valor real gracias a un mercado informal de especuladores que es abastecido por funcionarios corruptos como quedó demostrado con la intervención de los Bicentenarios.

Finalmente tendríamos que decir, que en Venezuela muy poco se ha apostado a la realización de grandes proyectos dirigidos a crear un sector industrial importante orientado hacia la producción de bienes transables, es decir, un sector industrial coordinado armónicamente con el sector primario y con el terciario o de servicios que se modernizara además a través de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías llevada adelante fundamentalmente por los agentes económicos privados, mientras el Estado creaba valor agregado a través de la inversión en infraestructura.

Fue Carlos Andrés Pérez quien apostó en su primer gobierno 1974-1979 por un programa de grandes construcciones industriales, principalmente por la ampliación de la Siderúrgica del Orinoco y el vasto complejo extractivo de Ciudad Guayana con la creación de nuevas plantas de refinación de bauxita y fundación de aluminio, al mismo tiempo que la construcción de diversas obras hidroeléctricas en los caudalosos afluentes de las aguas del Orinoco.

En 1977 Carlos Andrés Pérez crea Pequiven la cual afilia a PDVSA que comienzan a operar en el complejo petroquímico de Morón en el Estado Carabobo y en el complejo del Tablazo en el Zulia con 10 empresas en producción, luego 1986 entra en servicio el complejo petroquímico de Jose situado al este de la ciudad de Barcelona en el Estado Anzoátegui. Pequiven orienta su crecimiento hacia los fertilizantes, productos químicos industriales, olefinas y resinas plásticas.

Es importante llamar la atención de que todo este desarrollo industrial se realiza a través de la inversión pública, es decir, que es el Estado el que proporciona no solo los recursos, sino también los proyectos, mientras el sector privado se ha dedicado hace tiempo a las importaciones de productos y materias primas y a las contrataciones de las obras publicas que realiza el Estado.

Por ello es pertinente preguntarse ¿de qué reactivación de aparato productivo, estamos hablando?

Miguel Molero

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