De Pedro Sánchez, AMLO, Maduro y otras falsedades
Alfredo Maldonado
No se angustien que nada va a cambiar. Ni Pedro Sánchez socializará a una España que aunque proteste es ya burguesa y estadobienestarista, ni el amenazante López Obrador podrá cumplir los muchos –demasiados- populismos anunciados. Maduro es diferente, a él le tocó la parte miserable de la revolución que Chávez, hinchado de cáncer mal curado en Cuba –donde por curar hace tiempo que no curan a nadie- no tuvo tiempo de padecer después de haberla creado.
Marcado por la justicia, Lula Da Silva avanza hacia una nueva presidencia que, a diferencia de la anterior, tratará de elevarse con plomo en el ala y tampoco podrá cumplir con las expectativas de los brasileños, más allá del carnaval, que es otra cosa.
En Nicaragua Ortega se baña en ríos de sangre, baño peligroso, Perú y Chile prosperan por su propio camino que de comunista sólo tiene temores lejanos, a Gustavo Petro los colombianos lo dejaron con la carabina al hombro, Rafael Correa se atrinchera –que es una forma de aislarse- en Bélgica, y la viuda Kirchner anda saltando de uno a otro tribunal.
Europa es una omelette con una Ángela Merkel en fase de estertores, una Gran Bretaña decidida a darle, comme d’habitude la espalda, la France sigue siendo la niña bonita que no se ha dado cuenta de que envejeció y eso no se cura y España acepta ser gobernada por un candidato que brilla pero no luce y un partido desajustado y en minoría.
Todos ellos, especialmente Sánchez, López Obrador y el chavismo, son hijos de los mismos padres. La corrupción generalizada y el descrédito de los partidos tradicionales. Y de prometer imposibles. El mismo truco de los bolcheviques a comienzos del siglo XX, de Adolfo Hitler y Benito Mussolinni. Y más recientemente de Raúl Castro y de Donald Trump. Es que los que no cambian son los pueblos.